‘El zoo de papel’, el precio de mantenerse fiel a unos principios en plena dictadura
Finales de los años 40 en España, en plena dictadura franquista. Es el contexto en el que se ambienta el cortometraje ‘El zoo de papel’, del director canario Daniel León Lacave, cuyo preestreno tendrá lugar el próximo 7 de febrero en el Museo Elder, en Las Palmas de Gran Canaria. La situación política marca la trama y sirve de percha al director y guionista para contar lo que realmente pretende: reflejar los conflictos humanos de su personaje principal y hacer denuncia social de lo que ocurrió en la dictadura.
Antonio (interpretado por Borja Texeira) y encarcelado por pertenecer a un partido ilegal (que se presupone que es el Partido Comunista, aunque no se mencione), recibe la visita de su mujer, Elena (Yazmina Guerra), y de su hijo pequeño, Víctor (Víctor León). El protagonista podría salir de prisión si se rinde ante los opresores, que aparecen en el corto simbolizados en la figura del comisario (Lamberto Guerra) y el guardia de prisiones (Cristo Quintana). Partiendo de este argumento, se desgrana el conflicto moral del protagonista, que no quiere renunciar a sus valores e ideas.
“El personaje espera que su hijo comprenda su postura de mantenerse fiel a sus principios, aunque sea a costa de no poder estar en su infancia”, explica el director del cortometraje, de 25 minutos de duración. La historia pretende mostrar ese lado más humano del preso y su familia, ya que considera que las mujeres e hijos de estas personas encarceladas son los grandes olvidados de la represión. “Para una mujer de los años 50, tener un marido en la cárcel por rojo, imagínate lo que supondría, cómo sobrevivirían”, señala.
Precisamente, se trata de homenajear también a quienes lucharon por sus ideales y que León Lacave considera protagonistas de la transición, ya que hubo personas que estuvieron décadas en la cárcel y a las que nunca se las ha reconocido. Señala que en aras de lograr una transición a la democracia lo que se hizo fue silenciar. Si se escarba un poco hay miles de historias, como la de su propia familia, donde las mujeres e vieron obligadas a trasladarse desde La Palma, isla de origen, para venir a Gran Canaria y estar cerca de sus maridos y los hombres de sus familias que estuvieron de presos. Es la historia de su abuela, pero también la de muchas mujeres que se las tenían que ingeniar para sacar adelante a sus hijos. Además, cuenta que también tuvo un familiar encarcelado en los 70 y todo ello le ha hecho tener mayor conciencia de lo ocurrió en esos años en España y de lo que vivieron no solo los presos sino sus familias.
El mismo panorama se dibujaba en toda España y el conflicto que se aborda en el corto podría haber ocurrido en Canarias o en otro punto de la Península. Aunque todo el cortometraje fue rodado en Gran Canaria, se grabó en interiores, por lo que solo se caracteriza que ha sido realizado en las Islas por el acento de los intérpretes, que son todos canarios. No obstante, el director señala que aún existen numerosas dificultades a la hora de realizar cine en Canarias. A pesar de que el guion fue escrito en el año 2011, no fue hasta el año pasado cuando se pudo rodar, después de que la productora la productora Trotavistas se interesa por él y tras conseguir una subvención del Cabildo de Gran Canaria.
A hacer cine en las Islas se le suman sobrecostes de la producción. En este caso, por ejemplo, los uniformes de guardia civiles de la época, que tuvo que mandar a pedir desde la Península, algo que si ruedas en otros puntos de España puedes recoger tú mismo con un vehículo. “Hacer las cosas con calidad sigue siendo caro y en Canarias pagamos la lejanía, la fragmentación territorial”, subraya León Lacave.
Dar voz a los olvidados
Para ahondar en el contexto de esta época y simbolizar lo que vivieron las víctimas del franquismo, en el preestreno también intervendrá Francisco Gonzáles, en representación del Foro Canario de Víctimas del Franquismo, que ha encabezado la lucha por la exhumación de la fosa común de Vegueta, donde fueron enterrados su abuelo, el sindicalista Francisco González Tejera y el alcalde del entonces municipio de San Lorenzo, Juan Santana Vega, entre otros represaliados.
Francisco González considera que es un acto de valentía realizar cortometrajes que rescaten la memoria histórica y aún más “en momentos como este, con el auge del fascismo”. Celebra que el cortometraje hable de una etapa de la historia no tan difundida, como son los finales de los 40 y principios de los 50 y que además aborde la visión de la familia del preso ya que “las mujeres fueron las grandes olvidadas de la represión”. Él mismo lo sabe por la experiencia de sus propias abuelas, tías y de su madre, conoce las penurias que pasaron al encarcelas o fusilar a sus maridos y lo que suponía ser la mujer de un represaliado, que nadie les diera trabajo… Por ello, aplaude que Daniel León Lacave haya tenido esa sensibilidad de contarlo desde ese punto de vista.