Romney llega con opciones a la votación final gracias a pequeñas victorias

El candidato se eleva por encima de deslices y acusaciones de inconsistencia gracias a su agresiva imagen en los debates

NUEVA YORK, 5 (EUROPA PRESS)

El candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Willard Mitt Romney (Detroit, Michigan, 1947), llegará a las elecciones del próximo martes en situación de empate técnico con el presidente, Barack Obama, en lo que al voto popular se refiere y cuenta con posibilidades de volcar a su favor un importante número de estados indecisos.

Romney llega con opciones a pesar de su inconsistente política y de duros golpes recibidos durante la campaña electoral, comenzando por la divulgación de un vídeo en el que tachó de “victimista” al electorado demócrata, al que dio virtualmente por perdido. Sin embargo, el candidato ha aprovechado al máximo sus triunfos en campaña, en particular por su notable intervención en el primer debate televisado frente a Barack Obama, que ha dinamizado al electorado republicano.

Sus oponentes le acusan de no tener una posición definida pero desde el principio de su campaña, Romney se ha guiado por una idea fundamental: los esfuerzos realizados por Barack Obama han sido insuficientes y es necesario un cambio de rumbo que no requiera una subida de impuestos, como propone su oponente.

Los ajustes que propone Romney están relacionados con la disminución del tamaño del Gobierno, comenzando por la eliminación del “laberínticos” sistemas federales como el de formación profesional.

Romney aprovecha para presentarse como un candidato de consenso entre ambos partidos, recordando su etapa como gobernador de Masachussetts, un estado eminentemente demócrata. “Siempre he estado dispuesto a entenderme con el otro bando y estoy orgulloso de los resultados”, declaró en un artículo de opinión en la cadena CNN. Romney no menciona en el artículo los 800 vetos que impuso contra propuestas demócratas durante su mandato al frente del estado.

DINERO Y ORGANIZACIÓN

Romney, quien resultó derrotado en las primarias de hace cuatro años por John McCain, se convirtió en candidato republicano tras emerger victorioso de una criba condicionada por la presencia de candidatos del movimiento Tea Party, a quienes derrotó por experiencia y capacidad económica, resultante de meses de negociación con donantes.

El candidato construyó una red de financiación a nivel nacional que le permitió invertir 10 veces más dinero que su rival directo, Rick Santorum, en las primarias de Ohio el pasado 6 de marzo. Sus contendientes se rindieron por puro agotamiento económico.

“Romney aprende de sus errores”, declaró el asesor republicano Mike Murphy a la emisora de radio pública NPR. “Y sigue adelante. Creo que son características que le llevaron al triunfo en unas primarias muy duras y que ahora le han devuelto a la vida en unas elecciones generales muy intimidatorias”, añadió.

INDEFINICIÓN

La campaña de Obama ha intentado trasladar a los votantes la percepción de que Romney no es un hombre constante y suele tergiversar las decisiones y las declaraciones de su rival, una característica ratificada por numerosos medios dedicados al contraste de datos.

Esto se hizo especialmente palpable durante el segundo debate, el pasado 16 de octubre, cuando Romney aseguró erróneamente que Obama había tardado en condenar el ataque contra el Consulado de Estados Unidos en Benghazi, un desliz en el que insistió hasta que la propia moderadora del careo se vio obligada a corregirle.

Salido de la jungla de las primarias, Romney ha moderado exageradamente su posición en materia de impuestos, regulaciones para Wall Street, cuidados médicos o la retirada de las tropas de Afganistán. El asesor Tad Devine considera que Romney, de triunfar, sería un presidente que “primero averiguará qué decisión le beneficia más en el terreno político y después actuará sobre ese cálculo”.

Romney sigue obteniendo réditos por su victoria en el primer debate presidencial televisado del pasado 3 de octubre, en el que puso a Obama a la defensiva. El éxito entre el electorado republicano fue tal que su menor rendimiento en los encuentros posteriores no parece haber afectado a sus opciones. “Es un jugador muy regular”, explicó el asesor republicano Ed Rogers. “Nunca lo hace genial, pero nunca lo hace mal”, indicó.

ENEMIGOS PROPIOS Y AJENOS

El recorrido electoral de Romney ha sido una carrera de obstáculos colocados tanto por él mismo como por elementos del partido, fuera de su campaña. El más destacado tuvo lugar el pasado 17 de septiembre, cuando buena parte de los medios estadounidenses le dieron por acabado, con la publicación de un vídeo en el que el candidato republicano tacha de “victimistas” a los votantes demócratas durante una cena para recaudar fondos en Boca Ratón (Florida) celebrada el pasado mes de mayo.

“Hay un 47 por ciento de personas que votarán sea como sea por el presidente. Que dependen del Gobierno, que se creen víctimas, que se creen que tienen derecho a que el Gobierno les dé comida, una vivienda, a lo que sea”, comentó Romney durante la cena. “Jamás podré convencer a esta gente de que se preocupe de sus vidas y asuma su propia responsabilidad”, añadió.

Tras la difusión del vídeo, la campaña de Romney aseguró que el candidato republicano mantenía su compromiso “para ayudar a todos los americanos”, y que sus declaraciones eran fruto de la “preocupación sobre el cada vez mayor número de personas que dependían del Gobierno federal”.

La reacción de Romney fue mucho más personal y contundente cuando el representante republicano anti abortista Todd Akin conmocionó al partido entero y a la opinión pública estadounidense al presentar el concepto de “violación legítima”, caso en el que el cuerpo de la mujer “tiene su propio método” para evitar el embarazo. Akin se disculpó sobre este comentario particular pero reiteró su compromiso con el fondo de sus declaraciones, que Romney tachó de “inexcusable, insultante y, francamente, equivocada”.

A juzgar por las últimas encuestas, Romney ha salido airoso de estos tropezones y del dibujo de candidato de las élites que intenta trazar la campaña de Obama. Un dibujo que el propio Romney contribuye a crear con declaraciones clasistas --“no me preocupa la gente muy pobre”, declaró en una entrevista en la CNN-- (Romney aclaró posteriormente: “quería decir que quien más me preocupa es la clase media”) o con su perspectiva racial de la carrera electoral: “Si hubiera nacido de padres mexicanos”, declaró en Boca Ratón, “tendría más posibilidades de ganar esto”.

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