Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia, Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.
Cuentos de Soria: La 'mosca' del chalé
Jean Genet
El traje de los presidiarios es de rayas, rosa y blanco. Si, conminado por un impulso del corazón, elegí yo el universo en que me complazco, al menos puedo descubrir en él los numerosos sentidos que deseo: existe, pues, una relación estrecha entre las flores y los presidiarios. La fragilidad, la delicadeza de aquellas son de la misma naturaleza que la brutal insensibilidad de estos. Si tuviera que representar a un presidiario -o a un criminal- lo adornaría con tantas flores que él mismo, al desaparecer bajo ellas, se convertiría en otra, gigante, nueva...
Diario del Ladrón
Jamás he sabido y nunca sabré por qué a la hora de abordar un tema de creación literaria se abrazan en la mente mundos alejados, palabras, frases, ideas, que aparentemente no tienen conexión alguna. Sin embargo la hay. Y es, a mi juicio, el establecimiento de esas ligazones imposibles las que establecen la línea melódica del texto en base a dos acciones fundamentales: lo que se dice explícitamente y lo que también se dice sin decir. Usando la elipsis. El genial trompetista de jazz Miles Davis decía siempre: “Lo importante no son las notas que tocas sino las que dejas de tocar”. Ese es el gran embrujo del escribir y, tal vez por ello, el silencio sea la cumbre de la comunicación más profunda. No obstante, cuando esa comunicación es abierta, de masas, no procede el silencio y palabra y pensamiento deben hacerse cargo de la labor de enunciar.
Cuando me encontré por vez primera con la noticia del robo en el chalé el exministro del PP José Manuel Soria, en primera instancia – no es mala cosa usar lenguaje judicial cuando se trata de ese político – en primera instancia pensé en la denominada mosca cojonera, Pseudolynchia canariensis, ese bicho insidioso que es huésped de las palomas y que, dada su gran pasión por el incordio, el lenguaje popular ha incorporado para adjetivar a aquellas personas que están siempre molestando, importunando, interrumpiendo, fastidiando... que nunca se van aunque sea vox populi que tienen una ausencia exquisita. 2016 no ha sido un buen año para casi nadie, a menos que tuviera una black card en el bolsillo. Para Soria ha sido un annus horribilis y su nombre se ha barajado más que las cartas de póker que portaban en el bolsillo aquellos legendarios tahúres que en los barcos de vapor de palas recorrían arriba y abajo el río Mississippi entre Sant Louis y Nueva Orleans en las primeras décadas del siglo XIX. En esos barcos que atravesaban Minnesota, Iowa, Wisconsin, Missouri, Illinois, Arkansas, Tennesee o Louisiana, surgió la semilla de lo que hoy son los grandes casinos de Las Vegas. Pero estamos ya en el XXI y, mientras se habla de colocar en Madrid un inmenso burdel multidisciplinar, lo cierto es que el apellido Soria en la política española tiene directa relación con el realismo mágico sudamericano – Crónica de una muerte anunciada (Desde el comienzo de la narración se anuncia que Santiago Nasar va a morir. La fatalidad domina todo el relato: el crimen es tan público que se hace inevitable). Y, por supuesto, ese nombre - Soria - evoca los campos castellanos de Antonio Machado y algunos poemas muy en concreto. “En todas partes he visto caravanas de tristeza, soberbios y melancólicos borrachos de sombra negra, y pedantones al paño que miran, callan, y piensan, que saben, porque no beben el vino de las tabernas. Mala gente que camina y va apestando la tierra... Y en todas partes he visto gentes que danzan o juegan, cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra (…) Y no conocen la prisa ni aun en los días de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca. Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra”.
Pero tal vez sea la extrapolación del mundo de Jean Genet a nuestra realidad política, la que me llegó con más fuerza cuando descubrí que a Soria le habían robado peculiarmente, ultraperiféricamente, en el chalé; como colofón – de momento – de un devenir oscurantista de cuitas y entuertos ya definidos por Don Juan en 1844: “Por donde quiera que fui, la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé, y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé, y en todas partes dejé memoria amarga de mí”.
La única manera de conectar esos dos mundos – el burdo y rico de Soria y el genial y mísero de Genet - es utilizar al extremo la capacidad de síntesis, de tal modo que al fin se descubra que permanecen entramados a través de una o varias palabras. Y aquí vuelvo a Davis: no tocaré esas notas porque la melodía no las necesita para ser. Su ausencia es evidencia, surrealismo y magia. Sí diré que, para muchos, el mejor libro de Jean es Diario del ladrón, novela autobiográfica donde señala lo que fue y quiso ser. Desde Cádiz y San Fernando al Barrio Chino de Barcelona. Por ahí accedieron las ideas a esa mi estepa más o menos esférica donde el césped es cabello. En otros casos, la nada más brillante.
“Para vivir, iba por la mañana, muy temprano, al puerto, a la ”pescadería“, donde los pescadores tiran siempre de la barca algunos peces que han pescado por la noche. Todos los mendigos conocen esta costumbre. En vez de ir, como en Málaga, a asarlos al fuego de los demás andrajosos, me volvía solo al medio de las rocas que miran a Puerto Real. El sol nacía cuando mis peces estaban asados. Los comía casi siempre sin pan ni sal. De pie, o echado en las rocas, o sentado en ellas, en el punto más al este de la isla, cara a la tierra, yo era el primer hombre a quien el primer rayo iluminaba y calentaba. Este primer rayo era la primera manifestación de vida”.Este primer rayo era la primera manifestación de vida“.
El caso de la Nochebuena
Dicen los pergaminos, citando fuentes policiales, que a la resolución del caso del robo en el chalé del ex ministro Soria se le ha dado la máxima prioridad. Hay hasta quién señala que de facto se ha convertido en un secreto de Estado. Bien saben ustedes que estamos en un huso horario que nos deja una hora por detrás de España. Y, con respecto a la Unión Europea, tenemos tratamiento especial fruto de una compleja palabra. No, no es supercalifragilísticoexpialidoso, sino ultraperificidad. Por ello, el robo en el chalé de José Manuel y Mari Carmen no podía ser un delito al uso y el abuso. Ellos se fueron a mirar cómo beben los peces en el río con sus familiares y el inmueble quedó solo. Como solos se quedan los muertos.
La Policía no encontró ninguna huella, de lo que dedujo de inmediato que el caco o los cacos llevaban guantes. Dicen los investigadores que fue “un trabajo limpio”, entre otras cosas, supongo, porque el chalé está en Tafira Alta y no en el vertedero de Salto del Negro. Y dicen también que, si no hay pruebas de nada, nada se remite al juzgado. Es obvio que Holmes ya no vive entre nosotros – mucho le cabrearía, ya que la cocaína que se vende es asquerosa basura – y Watson tampoco puede poner su cerebro a trabajar en el caso. Soria no tenía un sabueso como el de los Baskerville, ni siquiera un yorkshire o un chihuahua que se encargaran de la defensa e integridad de su mansión. Tampoco la residencia familiar del exministro tenía alarmas ni cámaras. Era pues, una perita en dulce o pera confitada de esas que se consumen por Navidad. El caso es la pera, no por las relaciones que la familia Soria ha tenido con la hortofruticultura, además de con Panamá, sino porque el o los delincuentes entraron sin problema y se llevaron – eso dicen – dinero y joyas. Sabían perfectamente dónde estaba la caja fuerte y, sostiene la Policía, la reventaron sin que ningún vecino estimara que Kim Jong-un hubiera lanzado un misil balístico intercontinental. Hay varias opciones: la caja fuerte era de cartón, el caco conocía el password, o el artilugio había sido adquirido en el chino sin garantía alguna del Comité Central. Tampoco se han ofrecido datos acerca de la fórmula usada para rebasar las cerraduras de la vivienda. ¿O tenía llave el elemento quinqui, quien, al salir, dejó las luces encendidas para que los agentes policiales no se tropezaran? Ah, se comenta por ahí que el intruso llegó a fumarse un LM, puesto que en esa casa sólo se fuma Winston. Al efecto, ya haya algunos pidiendo pruebas de ADN y triangulación de teléfonos de la zona, aunque para ello es necesario que la causa sea judicializada.
Sobre este blog
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia, Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.