Los cuervos dejan de hacer gansadas en La Caldera

Martín Macho / Martín Macho

Ya no son tan pícaros ni traviesos. La bandada de cuervos que, debido a sus pillerías y gracietas, se hizo famosa hace más de un año entre los turistas que visitan el mirador de La Cumbrecita, el balcón más concurrido de La Caldera de Taburiente, “se deja ver menos” y “es más reacia” a realizar gansadas para llamar la atención y conseguir comida de los excursionistas, según indicó Mike Fernández, técnico de actividades del Parque Nacional que, en enero de 2012, hizo un informe del citado grupo de córvidos, formado por ocho aves, ya que, entre otras diabluras y ruindades, se dedicaban a extraer, a picotazos, las gomillas de los chasis de los coches aparcados en el estacionamiento de vehículos habilitado en el reseñado entorno.

“Ahora”, dijo,“como mucho, solo se ven dos” y su comportamiento es más comedido. Comentó que “antes, los propios vigilantes de los miradores de El Roque y La Cumbrecita, propiciaban el contacto con las personas al darles de comer”. Esta costumbre, sintetizó, “se desaconsejó” porque los cuervos “se estaban pasando de la raya”. En la actualidad “no se acercan ni se confían tanto” y “se buscan la vida en otros sitios”.

Un equipo de biólogos de la empresa Tragsa, apuntó el citado técnico de La Caldera de Taburiente, desde octubre de 2012, está haciendo un estudio de los cuervos para el Parque Nacional. “Vienen de vez cuando y hacen transectos”. Asimismo, añadió, han colocado trampas en la zona del Lomo de las Chozas para “marcarlos”.

La aludida conducta de los cuervos llamó la atención dado que estos pájaros se comportaban como verdaderos 'granujillas' en uno de los enclaves turísticos más concurridos del Parque Nacional. Además de esparcir por el suelo la basura depositada en las papeleras, sacaban también, a base de picotazos, las gomillas de las carrocerías de los vehículos estacionados en el aparcamiento de La Cumbrecita.

Las papeleras, tipo lapicero, debido a las mencionadas trastadas, han sido retiradas y sustituidas por otras con tapas, indicó Mike Fernández.

Los responsables del emblemático espacio natural de La Palma mostraron su preocupación por las descritas pautas de de los aludidos cuervos que, asimismo, con cierto aire chulesco, también se solían pavonear ante el asombrado público mientras, en algunos de los pinos de los alrededores, mostraban igualmente, con frecuencia, otras destrezas circenses aprendidas por su cuenta y riesgo.

Informe sobre la bandada

En el informe que, el 31 de enero de 2012 , elaboró al efecto el técnico de actividades del Parque Nacional, se indicaba que las reseñadas pillerías 'cuerveriles', las realizaban los miembros de la bandada alada “día tras día en el mirador de La Cumbrecita” desde hacía más de un año.

Aparte de acercarse a los turistas tratando de llamar la atención para que les arrojasen comida, subrayaba, el comportamiento de los córvidos resultaba “pintoresco” para los visitantes ya que, “a menudo” era “motivo de disfrute” el número que montaban. Esta atracción, al parecer, surgió de forma espontánea y las estrellas del show se dejaban fotografiar con la naturalidad de los famosos.

Los cuervos, a la vez que hacían de las suyas, iban incorporando nuevas filigranas a la función. Había uno que tenía una costumbre muy curiosa: se colgaba en la rama de un pino para atraer a los espectadores. La gente creía que le ocurría algo, y cuando le parecía, se dejaba caer de espaldas y salía volando.

Aves protegidas

Estas ocurrencias tenían su gancho y casi llegaron a convertirse en un simpático reclamo turístico. Sin embargo, en el informe se expusieron “otras cuestiones” que eran “algo problemáticas”. En primer lugar se resaltó que “estas aves están estrictamente protegidas por la Ley” e incluidas en el catálogo canario de especies en peligro de extinción. Atentar contra ellas, se enfatizó, “supone una infracción”.

Igualmente se apuntó que las actuaciones de los desenvueltos cuervos podían “derivar en algunas intervenciones correctoras” en el medio donde las llevan a cabo. También se planteó la necesidad de abordar si las referidas acciones podían hacer “recaer alguna responsabilidad penal sobre el Parque Nacional por daños ocasionados en los vehículos estacionados en el mirador”.

En el caso de los contenedores de basura “se constata que los de tipo lapicero” debían ser retirados ya que los cuervos los vaciaban “con mucha facilidad en busca de comida” y dejaban “las bolsas y los papeles tirados varios metros por los alrededores, dando muy mala imagen del Parque Nacional”. Este asunto, abundaba, “lleva ya más de un año siendo motivo de quejas por parte del personal de limpieza”.

En cuanto a los daños en los automóviles, según se detallaba en el informe, “estas aves se han acostumbrado a picotear en los bajos de los vehículos para quitarles las gomillas que van en el chasis y que sirven para que no entre agua en determinados sistemas del coche”. A veces, precisaba, “se han contado hasta 30 gomillas esparcidas por el suelo”. Se preguntaba qué podría ocurrir “si tiran y rompen algún latiguillo de los circuitos hidráulicos de frenado de los coches y sus dueños no se percatan de ello”.

Asimismo, exponía que los cuervos “se posan sobre los coches pudiendo llegar a arañarlos y picotean cualquier goma que haya en la carrocería”.

Insistía en que “todo esto debe ser motivo de reflexión por si pudiera derivarse alguna responsabilidad legal si se realiza alguna denuncia, queja o demanda por parte de las agencias de alquiler de coches o particulares”. En el caso de taxis y guaguas, “no es probable que ocurra porque sus conductores no se alejan de sus vehículos y ahuyentan a los cuervos si se acercan”.

Proponía, como medida general, advertir a “los que aparquen en La Cumbrecita que los cuervos pueden producir daños en los coches”.

Etiquetas
stats