Espacio de opinión de La Palma Ahora
Abuela
Nada permanece.
Nada es eterno.
Como el imperdible que me colocabas en aquellos pantalones de pijama. Como las pesadillas y tus amenazas a matones imaginarios. Como aquel paño húmedo que me curaba la fiebre. Como cuando nos caímos por las escaleras por hacerte demasiada fuerza. Como el juego de las cosquillas. Como tú con el rosario y yo contigo.
Ojalá lo recordaras.
Tanto como yo me acuerdo de los mejores batidos de chocolate de mi vida. Como el embalaje de guerra con envío a Salamanca de un mojo indescriptible. Como todas tus pequeñas cosas que guardabas en el cajón de fotos en blanco y negro, los besos a abuelo y las ganas de volver a ver a tus hermanos. Como tu firma llena de tensión en el supermercado, para después, justificar con falta de vista tu lentitud en la escritura.
Como tú
para todos
cuando te necesitan.
Quizá tu mente derive entre dos mundos y en uno me faltes, pero estás. En el parpadeo y la mirada. En tu voz a veces con frases sinsentido después de un momento inerte. Estás.
Porque todo permanece.
Porque todo es eterno.
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