Los cantones o bandos prehispánicos de Benahoare V: Tigalate
7.- El cantón de Tigalate
“El quinto señorío, Tigalate y Mazo hasta Tedote … Y de esta tierra eran señores Juguiro y Garehagua, hermanos, y a éste le llamaron de este nombre, porque al tiempo que nacía, dicen que cercaron a su madre muchos perros; y porque haguayan quiere decir en su lengua ”perro“, por eso le pusieron el nombre, el cual era mal acondicionado y muy belicoso” (J. Abreu Galindo, 1977: 267).
El topónimo Tigalate, que ha pervivido hasta la actualidad, hace referencia a uno de los barrios más grandes y populosos de Villa de Mazo. Según Ignacio Reyes García, se podría traducir como “…corral de cría…” (2011: 416). Muy cerca de allí, hacia el este y a una cota algo más baja, también se conserva el caserío de Tiguerorte-Tigorte-Tiguerote-Tiguirorte, con el significado de “…aprisco, cercado (circular)”, (I. Reyes García, 2011: 417), siendo una variante de tagoror.
Ambos nombres están muy vinculados al aprovechamiento pastoril de estos parajes, el cual se mantuvo tras la conquista de Benahoare. También podría hacer referencia a las numerosas cabañas que están desperdigadas por todo el territorio, siendo la forma de hábitat más característica de este cantón, si bien también aprovecharon las cavidades naturales que se abren en las márgenes de barrancos, barranqueras, acantilados costeros y laderas de volcanes. Respecto a su relación con el topónimo tagoror (recinto circular para celebrar reuniones) es interesante destacar que en este primitivo bando se conserva una enorme construcción, de planta oval, situado en la zona de la desembocadura de Barranco Hondo (Porís de Tigalate. Villa de Mazo), junto aun poblado de cabañas y cuevas sepultados, en parte por las lavas de la erupción del Volcán Tigalate-Martín en 1646, que muy bien pudo tener esa funcionalidad.
El cantón de Tedote sufrió la devastación de distintas erupciones volcánicas. Sin duda, una de las más virulentas y perfectamente datada es la de la Montaña de Los Valentines en Monte Pueblo, que se produjo en torno al año 300 después de Cristo. Sus coladas lávicas, de gran anchura y espesor, sepultaron, con toda probabilidad, un buen número de asentamientos benahoaritas de cabañas, si bien en medio de las manchas y manchones (kipukas), aún es posible rastrear la presencia indígena como, por ejemplo, en las inmediaciones de la Pista de Los Callejones. Y, de hecho, como veremos más adelante, no tuvieron inconveniente en ocupar los tubos volcánicos que se formaron en los nuevos malpaíses una vez que las rocas se enfriaron.
Las lavas de la Montaña de Los Valentines rodearon completamente el conjunto arqueológico del Roque de Los Guerras, un gigantesco pitón de granzón compactado en torno al cual vivía una gran cantidad de aborígenes en cuevas y cabañas de las que solo se salvaron las del frente oriental. En esta zona se llevaron a cabo, en 1984, unas catas estratigráficas (É. Martín Rodríguez, 1988: 97-101). Entre el 6 y el 29 de octubre de 1995 se realizaron otros tres sondeos, entre los que destaca un paquete sedimentológico, de unos dos metros de espesor, que quedó aprisionado por un enorme bloque desprendido de la parte superior del risco durante los “temblores” de la erupción de Los Valentines (F. J. Pais Pais, 1997: 78-82). Evidentemente, la población benahoarita que vivía en estos parajes y realizaba rituales mágico-religiosos en torno a los conjuntos de canalillos-cazoletas y petroglifos dispersos por distintas zonas del roque, se vieron obligados a abandonar la zona ante la marcha imparable de la lava que rodeó y sepultó buena parte del afloramiento rocoso. A pesar de todo, regresaron al lugar una que pasó el peligro y se establecieron de forma permanente durante más de 1000 años, hasta que las huestes de Alonso Fernández de Lugo conquistaron Benahoare en 1493.
Al oeste del Roque de Los Guerra, en medio de las coladas de la Montaña de Los Valentines, existe un gran tubo volcánico, conocido como Cueva de Lázaro, que es un claro ejemplo, al igual que el Roque de Los Guerras, de que la población indígena aprendió a vivir con el peligro constante que suponían las erupciones volcánicas. Esta cavidad, que se creó en medio de las coladas del volcán, en el año 300, fue ocupada como vivienda permanente durante cientos de años, a pesar de las dificultades para caminar sobre ella y la imposibilidad de hacer un uso agrícola o ganadero de estos parajes. Pero constituía un excelente refugio contra las inclemencias del tiempo. (F. J. Pais Pais, 1997: 70-73).
La población benahoarita de Tigalate vio como otra erupción volcánica, aunque desconocemos fecha y lugar, afectó a una de las necrópolis más interesantes de la antigua Benahoare: La Cucaracha (Montaña de Las Tabaibas) cuya primera excavación, en septiembre de 1963, fue llevada a cabo por Miriam Cabrera Medina, Ramón Rodríguez Martín, Antonio Soler, etc. Entre los materiales rescatados sobresalen unos bloques de lava con restos humanos incrustados (F. J. Pais Pais, 2001:19), cuyo origen ha suscitado numerosas hipótesis. Las primeras teorías apuntaban a que se formaron durante una erupción volcánica que afectó al yacimiento funerario. Las investigaciones de un grupo de vulcanólogos plantearon que se trataba de unos huesos humanos que fueron cubiertos por las lavas de La Malforada-Nambroque, en la dorsal de Cumbre Vieja, que tuvo lugar en torno al año 1090, y desde ahí se trasladaron a La Cucaracha (J. C. Carracedo, F. J. Pérez Torrado, H. Guiiou y F. Calvé, 2001: 18). Finalmente, las nuevas excavaciones, realizadas a partir de 2014 por Nuria Álvarez Rodríguez y Jorge Pais Pais, parecen apuntar a que los bloques de lava con restos humanos se produjeron en la zona donde se encontraron. Esta hipótesis parece corroborarse tras la erupción del Volcán Tajogaite, en 2021, y lo sucedido en el Cementerio de Los Llanos de Aridane, junto a la Montaña de Cogote, que nos han aportado una serie de indicios para desentrañar este misterio.
El cantón de Tigalate, al igual que sucedió en Aridane y Tihuya, sufrió las razias de los señores feudales de El Hierro que venían a Benahoare a buscar sebo, cueros, ganados y, sobre todo, esclavos. En una de esas incursiones arribaron “…en el término y señorío de Juguiro y Garehagua, que fue en Tigalate. Donde, puesto que hallaron gente, les huyeron; y los cristianos que fueron en su alcance prendieron un palmero y una palmera, hermana del capitán Garehagua. La cual, como se vió presa, volvióse contra el cristiano herreño, que se decía Jacomar, y púsolo en tanto aprieto, que le convino favorecerse de las armas; y así le dio de puñaladas y la mató.
Pero no se difirió mucho la venganza; que, de allí a algunos días, los palmeros hicieron treguas con los herreños y, debajo de estas paces, venían los cristianos a La Palma, a contratar; entre los cuales vino Jacomar, el que había muerto a la hermana de Garehagua, y, no sabiendo quién era la que había muerto, se dio por amigo de este Garehagua, y en conversación le contó el suceso que le había acontecido con la palmera. Garehagua pregúntole por las señas de la palmera; y, entendiendo por ellas ser su hermana, le dijo que, pues su ventura lo había traído allí, era para que su hermana no quedase sin venganza; y así, volvió una asta, que tenía puesto por hierro un cuerno de cabra, y dióle por la barriga y matólo, sin poder ser socorrido; por lo cual se vinieron a romper las treguas hechas (J. Abre Galindo, 1976: 278-279).
La conquista de Benahoare fue un episodio traumático y duro para la población indígena, a pesar de la capitulación pacífica que algunos intentan promover. Y no lo decimos nosotros, sino que aparece claramente reflejado en las fuentes etnohistóricas, en las que se habla de muertes y esclavitud cuya magnitud, sin duda, fue mucho mayor de la que se indica en los documentos escritos. La primera escaramuza sangrienta entre conquistadores y aborígenes tuvo lugar en el cantón de Tigalate: “…hasta que llegó a Tigalate y Mazo, territorio y término del capitán Jaguiro y Garehagua, donde halló la gente toda alterada y puesta en arma; porque, como no tenían hechas amistades…”
“Viendo Alonso de Lugo que no aprovechaban halagos ni promesas, hizo apercebir toda su gente, para dar sobre ellos. Como los enemigos vieron el rostro que los cristianos hacían, temiendo el encuentro, fuéronse retrayendo hacia Tinibucar (Risco de La Concepción. Cantón de Tedote); pero los cristianos fueron en su seguimiento y alcance, donde mataron algunos palmeros que se ponían en defensa, y cautivaron muchos…” (J. Abreu Galindo, 1977: 282-283). La leyenda dice que la Cueva de Belmaco era el lugar donde vivían los capitanes del cantón de Tigalate, los hermanos Juguiro y Garehagua. Por tanto, cabe suponer, que este enfrentamiento tendría lugar en esta zona.
En el cantón de Tigalate se localiza el yacimiento arqueológico más antiguo de la arqueología de Canarias, siendo dado a conocer en 1752 por Domingo Van de Walle de Cervellón. Sus grabados rupestres de tipo geométrico ejecutados con la técnica del picado estuvieron, durante mucho tiempo, en el centro de la polémica sobre el origen y procedencia de la población indígena, así como el posible significado de estas enigmáticas inscripciones pétreas. Por tanto, no debe sorprendernos que sea uno de los yacimientos más estudiados con numerosas campañas de excavación que han demostrado que esta cavidad fue utilizada como lugar de habitación, como enterramiento y como encerradero de ganado menor. En 1999 se convirtió en Parque Arqueológico (F. J. Pais Pais, 2017) y será uno de los yacimientos estrellas en todo el proceso para que los petroglifos benahoaritas puedan ser declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En las fuentes etnohistóricas no aparece ni la más mínima referencia sobre sus límites territoriales con los cantones vecinos. La frontera sur, con el cantón de Ahenguareme, podría situarse, aproximadamente, en la misma zona de Montes de Luna donde confluyen los actuales municipios de Fuencaliente y Villa de Mazo. Es probable que la erupción volcánica de Tigalate-Martín, en 1646, cuyas lavas discurren por estos parajes, sepultase alguna barranquera que permitiera establecer esa separación. Mucho más impreciso sería el límite septentrional con el cantón de Tedote, que podríamos establecerlo siguiendo el criterio de los municipios de Villa de Mazo y Breña Baja que viene marcado por el trazado de antiguos caminos, de posible tradición prehispánica que parten desde la Montaña de La Breña, Camino de Las Mesitas, Camino del gato Negro y Camino de la Higuera Negra hasta llegar a la Caleta del Palo. Otra posibilidad es situarlo algo más al norte, siguiendo el trazado del Barranco de Amargavinos que desemboca en Los Cancajos.
Bibliografía general
-ABREU GALINDO, J.: Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, (Santa Cruz de Tenerife), 1977.
-ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, Nuria y PAIS PAIS, Felipe Jorge: Los yacimientos funerarios benahoaritas en las antiguas demarcaciones territoriales de La Palma, Actas de las IV Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica, (Tegueste), 2011, Págs. 17-42, ISBN 978-84-938791-0-5 (Publicación digital).
-CARRACEDO, J. C.; PÉREZ TORRADO, F. J.; GUIIOU, H. y F. CALVÉ: Identificación de la erupción volcánica asociada con la necrópolis prehistórica de La Cucaracha, Revista El Municipio (Villa de Mazo), Nº 5, (Tenerife), abril 2001, Pág. 18.
-MARTÍN RODRÍGUEZ, E.: Excavación de urgencia en El Roque (Mazo. La Palma), Investigaciones Arqueológicas en Canarias I, (Santa Cruz de Tenerife), 1988, Págs. 97-101.
-PAIS PAIS, F. J.: El bando prehispánico de Tigalate-Mazo, (Tenerife), 1997.
-PAIS PAIS, F. J.: La necrópolis de La Cucaracha, Revista El Municipio (Villa de Mazo), Nº 5, (Tenerife), abril 2001, Pág. 19.
-PAIS PAIS, F. J.: Belmaco, (La Orotava), 2017.
-REYES GARCÍA, Ignacio: Diccionario ínsuloamaziq, (Islas Canarias), 2011.
*Felipe Jorge Pais Pais es doctor en Arqueología
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