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“Estuve a punto de entrar en UCI por el virus y veo gente que no cumple las normas”

Dora Torres.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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“La COVID-19 es una enfermedad muy seria. Yo tuve una insuficiencia respiratoria terrible y casi no lo cuento”. Dora Torres es médica del Centro de Salud de Santa Cruz de La Palma y fue el primer paciente que ingresó en el Hospital General de la Isla por coronavirus, el pasado 12 de marzo, dos días antes de iniciarse el estado de alarma. “Llevaba días sintiéndome mal, no solo con síntomas respiratorios, sino con una gran fatiga y debilidad, pero bueno, las mujeres trabajamos mucho y lo achaqué a que tenía más carga de trabajo, y previamente también hubo unos días de intensa calima”, ha relatado a La Palma Ahora tres meses después de su contagio. “No tuve mucha tos, pero sí molestias en la garganta, mucho cansancio, picor en los ojos, pero aún siendo sanitaria no pensé que era COVID, y cuando me dieron el diagnóstico ya en el Hospital me quedé muy sorprendida”, asegura Dora, que ya se ha incorporado a su puesto, primero en la modalidad de teletrabajo y después también de forma presencial. 

“Desarrollé una neumonía bilateral y estuve a punto de entrar en UCI por la insuficiencia respiratoria; la enfermedad de la COVID es algo muy serio, yo casi no lo cuento”, afirma esta sanitaria que, afortunadamente, tardó solo dos semanas en negativizarse. “Bastante pronto para lo mal que estuve”, subraya.  “Al ser una epidemia nueva, cuando enfermé aún no se sabía exactamente qué tratamientos había que aplicar, pero es algo muy grave”, insiste. “La insuficiencia respiratoria es terrible, te falta el aire a morir; yo lo vi muy feo”, admite. 

En la actualidad, Dora se encuentra “bien, aunque me fatigo un poquito todavía si hago una disnea de esfuerzo”. “Empecé a trabajar y realmente me hacía mucha falta, porque si algo me impactó muchísimo fue el aislamiento en el Hospital, solo veía al día a cinco personas en mi habitación: las que me llevaban el desayuno, el almuerzo y la cena, la que limpiaba y el médico, y la puerta permanecía cerrada”, recuerda. “Cuando se hospitalizaba a un paciente antes de la COVID, la puerta de la habitación permanecía abierta, recibías visitas, veías movimiento en el pasillo, pero yo estaba sola, y tenía que ser así; entendía al personal porque había mucho miedo y debía estar incomunicada”, cuenta. 

“En la calle vemos gente que ni guarda distancias ni usa mascarillas y el virus no se ha ido” 

Dora, como sanitaria y como persona que ha pasado la enfermedad, lamenta que haya personas que no respeten las normas sanitarias para frenar la pandemia. “En la calle vemos gente que ni guarda distancias ni usa mascarillas y el virus no se ha ido”, recalca, y añade: “No respetan las normas, no entienden la complicación de padecer la enfermedad; la prevención comienza en casa, es tan simple como lavarse las manos con agua y jabón cada vez que tocas superficies, y usar la mascarilla para no transmitir el virus y que no te lo transmitan”. “Hay personas que son asintomáticas y todos somos sospechosos de ser portadores del virus, porque está circulando”, advierte. 

Aclara que “si te hacen una PCR y da negativo, si no cumples las normas puedes contagiarte después de la prueba, porque la negatividad es para ese momento”. “Y tampoco los que hemos pasado la COVID sabemos por cuánto tiempo somos inmunes, porque es una enfermedad nueva; yo me sigo cuidando igual que si no me hubiese contagiado”. 

“En una pandemia con una mortalidad tan alta no se pueden mantener las costumbres sociales, tenemos que cambiar, pienso que la gente que no tiene conciencia de esta situación es porque no ha pasado la enfermedad ni ha tenido a ningún afectado en casa”, señala. “Claro que nos gusta abrazar a nuestros familiares, pero ahora no debemos hacerlo, tenemos que hablar más por teléfono y ser conscientes de que nuestras personas mayores son muy vulnerables y las podemos contagiar”, dice.

“Veo gente muy relajada con las medidas y pensando en planes vacacionales, y no lo entiendo”. Además, Dora percibe “falta de conciencia en otro aspecto: en la calle tiran al suelo guantes y mascarillas”. 

“El estigma que tuve durante la enfermedad fue impresionante” 

Esta doctora sufrió otra parte “dura” de la enfermedad: la estigmatización. “Cuando pasé el aislamiento en casa y subí a la azotea, los vecinos que tenía a más de 30 metros me veían y era como si tuviera la peste; el estigma que tuve durante un tiempo fue impresionante; la gente después de que me dieron el alta desaparecía, aunque mis compañeros de trabajo me dieron mucho apoyo”. “La verdad es que fue duro en este aspecto, porque yo casi me muero y no culpo a quien me contagió, supongo que sería algún paciente asintomático”, apunta. 

Dora hace hincapié en que en una pandemia como la de la COVID-19, los servicios sanitarios se han visto desbordados “y la economía se resiente y hay que reactivarla”. Por ello pide que “se cumplan las normas” para evitar un retroceso. “Ojalá podamos mantener los buenos datos que tiene La Palma actualmente, sin ningún caso activo, pero hay que reconocer que al abrirse las fronteras aumenta el riesgo de contagios, es una consecuencia de la globalización, y la mascarilla ha llegado para quedarse”. 

Esta profesional de la sanidad quiere hacer un reconocimiento público a la labor que están desarrollando la gerente del Hospital General de La Palma, Mercedes Coello, y la directora médica, Dieva Fernández: “Son muchísimas horas de trabajo, son muchos frentes, y muchas veces me he puesto en el papel de Mercedes, pienso mucho en ella”, dice, y resalta que durante su ingreso en la Planta de Medicina Interna tuvo un atendimiento “excelente”.

 

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