Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Sin joder a ¿nadie?

7 de octubre de 2025 12:43 h

0

Soy un estereotipo andante: con 11 años fui migrante, con 16 me declaré bisexual, a los 17 ya tenía mi propio colectivo feminista y a los 18 dejé de comer carne para, a los 20, hacerme vegana completa. Vamos, sería la primera en tener que exiliarse si Vox presidiera el gobierno. Es gracioso porque mi madre nunca me inculcó la “ideología de género”, supongo que nací con el bicho dentro y un bautizo y una comunión no fueron suficientes para terminar de sacarme lo que sea que me tiene poseída. Aún con todos esos adjetivos, ninguno me describe, de hecho, creo que ni siquiera se me puede considerar woke, aún teniendo todo lo que la derecha mundial odia. 

La contradicción me encuentra más de lo que parece, porque sigo consumiendo fast-fashion, plástico, fruta con no sé qué químicos, unos cuatro aviones al mes para estar con los míos… La verdad que no me preocupa taaanto, si se lo perdonan a Taylor Swift, me tienen que dar pase libre para mis vuelos low cost Madrid-Canarias. Siento que por mucho que lo intente, tendría que implosionar para dejar de habitar este mundo sin joderlo. Cuando me hice veggie no había ni tofu en el supermercado de mi pueblo, ni te cuento el triunfo que fue empezar a conseguir yogur, helado, ¡pizza vegana!, entre otros.

La policía de la moral lo hizo bien conmigo: consiguió que me sintiera responsable de una desgracia más en el planeta. Ahora, yo me pregunto ¿a la gente que realmente tiene poder, le importa si su consumo es ético? No me respondas, ya lo sé. Hace unas semanas un columnista lo comentaba: los ultraprocesados veganos tienen detrás grandes empresas que también facturan a base de productos animales o distribuyen a tiendas que también venden productos de origen animal, entonces ¿es mi hamburguesa de tofu y champiñones de un supermercado francés, en efecto, vegana? Supongo que no, que vegano veganísimo en todos los sentidos no, porque igual no pagan el mejor salario a sus trabajadores, o no usan plástico reciclado para sus envases, o es una empresa que también agrupa otra marca con centrales lecheras, ganadería o cría de pollos. Pues no, señor, probablemente no. Pero no tengo dinero para una casa, mucho menos lo tendré para mi propio huerto eco-bio 100% vegano. Así que sigo comprando leche de soja en el supermercado valenciano por excelencia aunque el dueño se merezca más el infierno que yo. 

Llamarme hipócrita sería asumir que, lo que sí soy, es humana. Quizá seguir consumiendo a base de explotar a otros animales tampoco sea una solución más ética. Quizá deberíamos empezar a repetir el ejercicio que hice hace ya una década: ¿cómo puedo joder menos el mundo, sin joderme a mí misma? De momento, le voy cogiendo el gusto a la lechuga; eso sí, que nadie me mande a cultivarla porque las plantas se me mueren hasta en el Animal Crossing.

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats