Espacio de opinión de Canarias Ahora
Nos encanta la mentira
Hubo un tiempo en el que quise ser periodista de guerra. Se me quitó rápido el capricho cuando vi el precio del máster (eso de que “si quieres puedes” está bastante limitado a tu bolsillo, pero es un tema que dejo para otro día).
La verdad es que también me daba miedo. Cuando se lo conté a mi madre me dijo “estás en pedo”, lo que se traduce al canario “tú estás flipando”. Y sí, estaba flipando, porque no tengo ni la mitad de valentía de quienes están en plena trinchera para asegurarse de que la verdad llegue. Esa es un arma auténtica, ¿no?, lo aprendí hace rato.
También lo supo Netanyahu, como buen genocida. Una persona que no teme matar niños ni bebés, tampoco temerá matar reporteros -ya van, mínimo, 242 periodistas palestinos asesinados desde octubre de 2023, según la ONU- sobre todo si son el eslabón clave para que el resto del mundo siga escandalizándose ante los crímenes de guerra que está cometiendo. Me incluyo en el grupo. Se me revuelve el estómago, paso rápido las fotos que me salen en redes, se me clavan los ojos de niños que ruegan por comida… Pero luego se me olvida. Quedo con mis amigas para tomar un café, voy al supermercado y me pregunto qué voy a comer esta semana. Necesito zapatillas para correr y no joderme las rodillas, me las compro. Me duermo, me despierto, sigo con mi rutina. Se me olvida. Se me olvida que en mi mismo planeta están bombardeando a un pueblo, porque el mundo funciona así: está hecho para que se te olvide. Para que la cotidianeidad de la rutina, los slogans de la publicidad y el consumismo avasallante te aíslen de esa realidad que, en el fondo, tampoco quieres ver.
Me encantaría escribir algo más profundo, una reflexión sobre lo horrible que es la humanidad, sobre lo mucho que deberíamos castigar a los líderes políticos por ser cómplices en esta masacre. Pero lo cierto es que la rueda de hámster me obliga a seguir dejándome llevar por esa dirección en la que estamos inmersas la mayoría de personas. Porque la gran parte del tiempo confío en que nada de lo que hagamos va a devolver la patria, dignidad y derechos al pueblo palestino. No es por ser pesimista, pero de las cenizas y de la muerte nadie puede volver. Fui tremendamente ingenua al pensar que alguien como yo podría ser periodista de guerra. Pero aún más al creer que la gente quiere saber la verdad: todos quieren seguir viviendo en su mentira.
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