Un noble recupera las uvas tradicionales en San Juan Degollado, en el Sitio de Interés Científico de Interián
Tiene nombre de hacendado y título nobiliario. Si lo hubiese conocido fuera de su propiedad y desconociera su identidad, jamás diría que estoy ante un rico hacendado por su sencillez y aparente humildad. Casi pide disculpas por ser quien es: “Uno no es dueño de su destino, no se elige nacer en el seno de una familia o de otra”. Y no le falta razón a Luis Ignacio López de Ayala y Aznar. El sábado 14 de enero nos abrió las puertas de su hacienda El Majuelo, una casa que se construyó en el siglo XVII y que se ha ido ampliando con el transcurso del tiempo. Está totalmente rodeada de plataneras, pero antaño eran vides las que se cultivaban en esta zona de Garachico. Hace veinte años, con sus dos hermanos, compró una hacienda abandona en la que ha recuperado las uvas tradicionales de la época dorada del vino en Tenerife.
Majuelo significa viña joven. Hace 400 años, el regidor Nicolás de Ponte y Cuevas plantó de vides unos terrenos que heredó de su padre, “pero convivían otros cultivos como cereales, papas, frutales, maíz. Era el sentido de la hacienda: ser autosuficientes”, nos cuenta su actual propietario. La casa y la mayor parte de las tierras se salvaron milagrosamente de la erupción que, en 1707, sepultó buena parte del municipio de Garachico. En las últimas generaciones, se ha transmitido la casa –la finca es propiedad de la familia- a uno solo de los herederos “para que sea una identidad, porque si se divide al final desaparece. Me ha tocado la suerte y también la carga de la casa y procuro mantenerla en buen estado y al mismo tiempo disfrutarla”, explica López de Ayala.
La única huella vitícola que queda de esta hacienda de aproximadamente cuatro fanegadas de superficie es su nombre. Con la llegada del plátano a Canarias a finales del siglo XIX, la finca se ha dedicado durante cien años al cultivo de esa fruta. En la actualidad, hay algunos matos de aguacate, pero el negocio familiar es la platanera. “Sabemos que hay años malos pero uno no se puedo quejar; no te sobra el dinero pero te da para vivir y mantener la casa”.
Las dificultades para rentabilizar un sector tan inestable como la agricultura, entre otros factores por las inclemencias meteorológicas –años de sequía en ocasiones, temporales de viento en otras- , las ha encontrado este empresario agrícola en San Juan Degollado, una hacienda que se encuentra a pocos kilómetros de su casa de El Majuelo.
Recuperar las uvas tradicionales
Luis López de Ayala es un romántico. A principios de este siglo adquirió, junto a sus hermanos, una finca que estaba en desuso para plantar vides. Pero no unas uvas cualquiera, sino las tradicionales que dieron esplendor a los vinos de Tenerife en la edad moderna: La malvasía aromática, gual, veldello, baboso, marmajuelo o vijariego. La última es una variedad poca extendida. En España solo se cultiva en Granada y Canarias.
Esta labor de recuperación de las variedades antiguas, sin embargo, está resultando más difícil de lo previsto. Su promotor era consciente de que su rentabilidad era inferior a la de otros cultivos, como el plátano, pero la realidad aun es más compleja que la previsión inicial “porque se trata de un cultivo muy delicado”. La propiedad continuará con las uvas tradicionales “para que no se pierdan, pero estamos reconvirtiendo una parte de los terrenos en plantación de aguacates”. La propiedad no tiene bodega; las uvas se venden a bodegueros de la Isla.
La hacienda de San Juan Degollado también se encuentra en Garachico, en la parte alta de la Caleta de Interián, entre el antiguo camino real de Daute y los acantilados de La Culata. Es un enclave privilegiado; de hecho, sus cinco hectáreas están en el Sitio de Interés Científico de Interian. Se trata de un territorio de 102 hectáreas ubicado en los municipios de Los Silos, El Tanque y Garachico.
Es una de las pocas zonas de Tenerife donde se conservan restos del denominado bosque termófilo, cuya área de distribución actual es muy reducida debido a la acción del hombre. Los almácigos, dragos, barbusanos, palos de sangre y palmeras –la Phoenix canariensis, símbolo vegetal de Canarias) son especies protegidas y endémicas y colonizan estos bosques, conviviendo con especies amenazadas como el cabezón. La mayor parte de este territorio protegido está en unos acantilados espectaculares.
Falta voluntad política
La casa de la hacienda San Juan Degollado, afirma su propietario, “fue el primer asentamiento de la comarca y perteneció a la familia Ponte, que era el marqués de Adeje. Era una de sus fincas preferidas porque tenía un vino muy especial”. La casa todavía está en ruinas “y espero algún día poder restaurarla”, afirma López de Ayala a este medio de comunicación.
La investigación La Ruta de las Haciendas: un recorrido por el paisaje cultural de las antiguas haciendas vitícolas del Norte de Tenerife, realizada por historiadores del área de Historia Moderna de la Universidad de La Laguna divulga toda la información que atesoran los archivos históricos sobre las haciendas El Majuelo y San Juan Degollado.
Luis López de Ayala y Aznar considera que estamos ante un documento histórico sobresaliente. “Es un trabajo encomiable. La historia y el patrimonio cultural despiertan mucho interés en la sociedad, un interés que no deja de crecer”, opina nuestro interlocutor. Sin embargo, considera que es una asignatura pendiente para las institucionales públicas y políticas. “Por parte de las administraciones, el patrimonio histórico está bastante abandonado”. Esta opinión es unánime entre la población del norte de Tenerife consultada durante la realización de este reportaje.
López de Ayala ha declarado a Canarias Ahora-elDiario.es que el trabajo de los historiadores “supone una inyección de ánimo e interés para que se amplifica la preocupación por este asunto. Y si un servidor puede ayudar, encantado”. En este sentido, el emprendedor agrícola piensa que la recuperación de las haciendas, a través de las rutas diseñadas por los doctores de la ULL, “puede reactivar toda la comarca porque nosotros vivimos sobre todo del turismo; pero se trata de potenciar un turismo contrario al de masas, más cultural, de calidad, y nosotros lo tenemos, pero no lo quieren ver”. Los políticos, recuerdan los agricultores de la zona, “siempre hablan de la necesidad de potenciar el turismo sostenible en los foros especializados, como hemos visto y oído recientemente en Fitur, pero se les olvida rápidamente”. López de Ayala también comparte estas reflexiones: “Es una pena. Ganas hay por parte de los particulares pero la administración debe de mostrar más interés”. Pasar de las palabras a los hechos.
La Ruta de las Haciendas también aborda este demanda de los habitantes del norte de Tenerife. Los historiadores de la ULL que han diseñado las rutas que describen en su investigación afirman que “la ruta de las haciendas, además de un recorrido por los vestigios visibles de las antiguas haciendas y los caminos reales que comunicaban todas las comarcas del norte de Tenerife, permite descubrir un paisaje rural difícilmente apreciable a través de los trayectos por carretera, con sus ermitas, casonas y terrenos que formaban estas haciendas”. Asimismo, aseveran los autores del trabajo liderado por Juan Ramón Núñez Pestano, “permite apostar por un tipo de turismo emergente, el senderismo de visitantes de nivel cultural medio-alto, con intereses por conocer la cultura local. Pero, sobre todo, permite apostar por una alternativa de ocupación del espacio agrario abandonado por la platanera y los cultivos ordinarios en la verdadera España Vaciada de Tenerife: la Isla Baja de Daute y la comarca de Anaga”. El Diagnóstico de la Viticultura en Canarias, realizado en 2020 por encargo del Gobierno de Canarias, recuerda Núñez, “señala algunas fortalezas y oportunidades para la extensión del viñedo en Tenerife, como la gran demanda turística, la tradición vitícola de la Isla, la existencia de comarcas vitícolas diferenciadas capaces de producir vinos para todos los tipos de gustos”.
Vinos de gran reputación
Los expertos consideran que Daute, donde se ubica San Juan Degollado –“cuya propiedad estuvo casi siempre en manos de las elites económicas y nobiliarias-, es la zona productora de vinos por excelencia de la Isla. Por ello, según la investigación realizada desde el área de Historia Moderna de la universidad tinerfeña, ”los vinos que se produjeron en la hacienda gozaron de gran reputación, lo que hizo que en el siglo XVII los precios de venta del vino de San Juan Degollado se tomasen de referencia para los precios del vino de otros cosecheros“.
Daniel Núñez Hernández, uno de los historiadores que han colaborado en esta investigación, relata que “las uvas que se vendimiaban eran transformadas en vino en la propia hacienda”, ya que contaba con un lagar y una bodega. Para la cosecha, añade el investigador, “la hacienda contrataba un tonelero encargado de fabricar pipas nuevas o arreglar las ya existentes, para poder encerrar en ellas el mosto, del mismo modo en ocasiones también se alquilaban pipas para su uso. El vino, una vez estaba preparado para su comercialización, era llevado en carretas hasta la playa de La Caleta de Interián, donde se embarcaban en barco para ser llevadas a Adeje, desde donde se comercializaban”.
De aquel esplendor de los siglos XVII y XVIII, hoy quedan los terrenos con sus cepas de vides que han plantado sus nuevos propietarios, también permanece la casa principal de la hacienda, pero como vemos en las imágenes que ilustran este reportaje, está en un estado de ruina total. El propósito de la familia López de Ayala es restaurarla.
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