La estructura del hotel Oasis, en “riesgo extremo”
La cadena hotelera RIU ha mostrado en toda su desnudez el estado de su único hotel de cinco estrellas en España, el RIU Grand Palace Maspalomas Oasis, con el objetivo de conseguir que las administraciones públicas lo declaren en ruina urbanística, le permitan derruirlo y construir en su lugar un nuevo establecimiento, el palmeral del oasis de Maspalomas, en Gran Canaria.
Tanto ha sido el empeño que, entre otros dictámenes, ha presentado al Cabildo de la isla dos informes que lo revelan como un hotel peligroso no sólo para sus huéspedes sino también para sus trabajadores. Y no exclusivamente por la antigüedad de la construcción, 43 años, sino especialmente por “falta de mantenimiento”, como resaltan los estudios encargados por la cadena a la auditora Bureau Veritas y al estudio de arquitectos Reviriego y Asociados, en enero y febrero de 2013, respectivamente.
Si lo que pretende con esos informes la cadena mallorquina es alarmar sobre el calamitoso estado en el que se encuentra el Maspalomas Oasis, desde luego lo consigue: “La estructura vertical presenta una situación de alto riesgo debido al avanzado grado de corrosión detectado en la base de algunos pilares y podemos asegurar que los márgenes de seguridad están afectados gravemente” o “nos encontramos ante una situación de seguridad límite que podría estar cercana al colapso”, dice en sus conclusiones el informe de Reviriego y Asociados.
Bureau Veritas , que ha realizado un estudio de mucha profundidad en el histórico hotel, aporta aspectos realmente preocupantes. Además de resaltar también la precaria situación de la estructura del edificio y la “pérdida de sección” en los pilares que lo sustentan, manifiesta su preocupación por su “durabilidad en el tiempo” para concluir que está a punto de superar el “estado límite de durabilidad” establecido por las normas arquitectónicas vigentes.
A juicio de esta auditoría, el hotel “ha cubierto un 86% de su vida útil”, lo que más adelante le conduce a asegurar que se le puede calificar como “en ruina urbanística”.
Dice por su parte el dictamen de Reviriego que “todos los elementos inspeccionados presentan oxidación generalizada y, por zonas, un grado de corrosión avanzado, con una significativa exfoliación del material en muchos de ellos y pérdida de sección útil. Los forjados presentan igualmente oxidación en el entrevigado y desprendimientos de recubrimientos en algunas semiviguetas de hormigón armadas”.
En varios pasajes de su estudio, estos expertos hablan de “situación de alto riesgo”.
La falta de mantenimiento en profundidad, sustituida por “reparaciones superficiales” llama la atención en los dos informes aportados por la cadena a las instituciones públicas canarias.
Reviriego da un suspenso absoluto al establecimiento en la aplicación de la normativa UNE41805-3, que obliga a “periodicidad en el mantenimiento” y prohíbe las “reparaciones incorrectas que se limiten a mitigar la gravedad de los efectos sin atacar la causa”. Porque sí se aprecia la existencia de labores de mantenimiento, pero superficiales, como “desprender la cascarilla de óxido del acero exfoliado y pintar encima”.
Una galería de aguas residuales
Los defectos en la estructura que soporta el edificio se deben, según coinciden ambos informes, en su origen metálico, que ha sufrido mucha corrosión debido a la cercanía al mar y al acuífero y a la existencia de aguas fecales “incrustadas en el terreno provenientes de antiguos pozos negros”.
Bureau Veritas detectó la presencia de una galería de aguas fecales que “actualmente no funciona correctamente y, dependiendo de la época del año, se llena de aguas residuales y permanece obstruida”. Dice este informe que esa obstrucción origina “malos olores que se introducen en la zona de servicios y cocinas, así como en las zonas comunes de acceso a las habitaciones del bloque 1”.
Para mitigar ese problema RIU optó, siempre según Bureau Veritas, por el “sellado de las ventanas que conducen a la zona de habitaciones , para confort de los clientes, pero eliminando la ventilación a realizar por dichas ventanas”.
La galería de aguas residuales provoca, como es natural, “cantidad de insectos trepadores y voladores [cucarachas y mosquitos] en la zona de entrada a dicha galería, disminuyendo las condiciones de higienes en la zona”, que Bureau Veritas sitúa “en la cercanía de la zona de servicios”.
Este dictamen incorpora fotografías que reflejan “el deterioro de las canalizaciones de saneamiento” y pérdidas den la red, que no separa las aguas residuales de las pluviales.
La auditoría de Bureau Veritas deja en muy mal lugar al hotel Maspalomas Oasis en otros muchos aspectos que nada tienen que ver con el deterioro o la antigüedad del edificio. Por ejemplo, en materia de prevención de riesgos laborales, los inspectores detectaron hasta veintiséis irregularidades referidas a señalización, obstáculos, presencia de aguas residuales , peligro de afección por agentes biológicos, peligro de desprendimientos, peldaños inadecuados, falta de protección, etcétera.
Pero por si le faltaba algún elemento de riesgo, el hotel de RIU presenta riesgo por exposición al amianto durante el trabajo. Bureau Veritas ha encontrado amianto en varios forjados del edificio que ya debieron haberse sustituido desde que entró en vigor el Real Decreto 396/2006, es decir, hace siete años.
Pero, además, el Maspalomas Oasis incumple ampliamente las normas de accesibilidad para personas con movilidad reducida, tanto en escaleras como en ascensores o pasillos. No aplica convenientemente las normas de protección contra