Rubalcaba pide una Constitución federal

Era lógica la expectación que había suscitado el Debate del Estado de la Nación -primero del Gobierno de Rajoy- que se inició este miércoles en el Congreso. La depauperada situación de cada vez más cientos de miles de personas que vivimos en España, con cada vez más dificultades para encontrar empleo y más recortes sociales, lo merecía y el escándalo sin precedentes en que se ve inmerso el Partido Popular desde la aparición de los papeles de Bárcenas era un factor añadido.

Y aunque, como era de esperar, Rajoy eludió referirse de manera directa a su extesorero y pretendió escapar anunciando una serie de medidas genéricas contra la corrupción, lo cierto es que el plato fuerte de la jornada constituido por el dueto entre el presidente del Gobierno y Alfredo Pérez Rubalcaba no defraudó del todo.

En su primera intervención el presidente del Gobierno dejó anuncios importantes tanto en relación con las actividades de los partidos políticos como de política económica que habrá que ver si se concretan y cómo lo hacen, mientras que Rubalcaba, desveló con habilidad las vergüenzas de Rajoy y puso de manifiesto con bastante eficacia las injustas consecuencias que para la gente de a pie tienen los recortes de las políticas sociales del Gobierno.

Además, Rubalcaba planteó asuntos como la reforma federal del Estado, mediante una reforma de la Constitución que dé cabida al Estatuto de Catalunya y delimite con claridad las competencias del Estado y de las autonomías o la prohibición de donaciones empresariales a los partidos políticos.

Y es que bajo el ruido mediático y judicial de estos días -y del “Y tú más” en el que al final del debate Rajoy y Rubalcaba se enzarzaron-, en el mismo día en que el líder de los socialistas catalanes reclamaba al Rey Juan Carlos “que abdique para hacer la transición del siglo XXI” sobre la mesa quedó en varios momentos la posibilidad de que los dos principales partidos alcancen acuerdos de Estado que encaucen la crisis, no sólo económica, sino moral y política que ya nadie y sin distinción de colores duda en admitir que vive el país.

“Nunca hubo un Gobierno con una mayoría tan amplia y una debilidad tan grande” le dijo Rubalcaba a Rajoy por la tarde durante su intervención, antes de volver a reiterarle que en su opinión “lo mejor para España es que dimita” por el caso Bárcenas. La obligación de un presidente es cumplir con su palabra y si no puede hacerlo debe convocar elecciones anticipadas“, comentaba, por su parte, Chano Franquis ante los periodistas de medios de Canarias después de que esta misma mañana Rajoy volviera a admitir que la gravedad de la crisis le ha obligado a incumplir gran parte de sus promesas electorales.

Lo que sucede es que a pesar de los deseos que expresan Chano Franquis, diputado socialista por la provincia de Las Palmas, y muchos otros políticos de este mismo partido, y de lo paradójico de la situación, Rajoy mantiene una mayoría sólida en el Parlamento y aunque los sobres que presuntamente repartía Bárcenas van a estar pasandole factura al PP durante toda la legislatura, no parece que al político gallego se le haya pasado en ningún momento por la cabeza la dimisión. Y ello por no hablar de unas elecciones anticipadas que aunque pudieran beneficiar al PSOE, de momento, según dicen las encuestas, beneficiarían también a sus otros dos principales competidores electorales, Izquierda Unida y UPyD. O sea que la actual coyuntura invitaría a Rubalcaba seguir dejando que se desgaste Rajoy a cuenta de los sobres y la indignación por los ajustes mientras al mismo tiempo trata de alcanzar acuerdos de Estado.

Por lo demás, y por lo que se refiere a Canarias, nuestras Islas estuvieron ausentes del debate en la primera jornada. Eso sí, tanto Pedro Quevedo (NC) como Ana Oramas (CC) -y políticos nacionalistas de otras regiones- ya se han apresurado a advertir en los pasillos del Congreso que si hay eventuales reformas constitucionales eso no puede suponer un retroceso del Estado de las Autonomías y afectar a las singularidades canarias y la reforma no puede ser pactada sólo entre los dos partidos principales.

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