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Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

Comic-can 2015: Textos para una exposición. DRAGONBALL… NO, DRAGONFALL

Por todo ello, no es de extrañar que, desde el tronco original desarrollado por Akira Toriyama, empezaran a brotar visiones alternativas de la serie, algunas de ellas impregnadas de un marcado tono burlesco y/ o paródico, aunque respetando el espíritu original la historia. Dragon Fall responde a dichas señas de identidad, aunque sus creadores, Nacho Fernández y Álvaro López, siguiendo la estela que el mismo Akira Toriyama abrió en la obra original, terminaron por mezclar un millón de conceptos, querencias propias, y reinvenciones alumbradas tras una noche de insomnio, dando como resultado una obra personal, basada en un concepto previo, pero que en poco se parecía a éste, con el paso de los años.

Cierto es que, en las primeras páginas de esta obra novel pero tremendamente profesional -si se compara con otros productos similares- las reminiscencias a Dragon Ball son imposibles de obviar. Sosón Goku (Goku); Chungohan (Gohan); Wilma (Bulma); Eneryansha (Yamcha) –no confundir con Energyzer o el Duende Tarugo (el maestro Mutenroshi)- son las versiones paródicas y exageradas de los personajes de la obra original sin discusión alguna.

Sin embargo, y con el paso de los números publicados por Camaleón Ediciones, primero, y luego por la editorial Heliópolis (cuando la serie pasó a ser Dragon Fall Turbo) los autores abandonaron la senda marcada por Akira Toriyama y la narración se transformó en una suerte “cajón desastre”, repleto de referencias a la cultura popular contemporánea, ya fuera gráfica, audiovisual o, simplemente, cotidiana.

Como ejemplo de esto último baste citar algunos de los invitados que se dejaron caer por las páginas de la colección. Dentro del mundo gráfico, la lista estaría compuesta por personajes tales como Alita Ángel de Combate (GUNNM), Doraemon, los X-Men (el Duende Taguro se transforma en Coloso, ante la atenta mirada de Stan Lee), los principales personajes de la serie Astérix, Las Tortugas Ninja, Comando-G (La Batalla de los planetas), Frank Castle, Hulk, Lobo, Muerte de Neil Gaiman, Marsupilami, Deadpool (el rey Chapa de Marveland) o cierto panda, exportado de Ranma ½, quien aparece junto al Juez Dredd.

En cuanto a las influencias cinematográficas y/ o televisivas, la trilogía original de Star Wars –episodio IV, V y VI- están ampliamente representadas aunque se mezclen elementos (Boba Fett lleva un martillo que recuerda, poderosamente, al de Thor) al igual que Star Trek, pero ésta en menor medida. Freddy Krueger, Pinhead, los dinosarios del Jurásico, John Rambo e, incluso, Peter Pan y Timon y Pumba, por citar algunos, también se dejaron ver por la serie.

La virtud de los autores fue no olvidarse de pasarlo bien mientras escribían y dibujaban la serie, razón por la cual los lectores nos lo pasamos igual de bien, si no mejor, leyendo las peripecias de los protagonistas de Dragon Fall. No es de extrañar que, casi dos décadas después, la obra regrese al mercado en una versión íntegra y definitiva, edición que demuestra que quien tuvo, aún retiene y más cuando se habla de Dragon Fall.

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2015

© Nacho Fernández, 2015

© Dolmen Editorial, 2015

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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