Embarazos gemelares, “presas fáciles” para el tráfico de menores en Canarias

Isidoro Jiménez Pérez

Domínguez García - EFE

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Isidoro Jiménez Pérez piensa que sus padres “eran una presa fácil” para el sistema de tráfico de menores en Canarias y explica que escuchó por primera vez testimonios de niños robados en España a través de la radio, cuando se relataba la historia de un bebé robado que guardaba similitudes con la supuesta muerte de su hermano gemelo.

En ese momento comenzó la búsqueda documental de su otra mitad. “Durante la dictadura robaban a niños de las madres republicanas, dejaban que estuvieran con ellas dos años en la cárcel y luego se los quitaban”, relata a EFE Isidoro Jiménez, “una vez acabada la dictadura ese chollo tenía que continuar, así que, ¿cuál era la mejor opción?; Los partos gemelares de familias humildes”.

Nacido en 1963 en la Clínica Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria y criado en el municipio de Arucas, su familia se dedicaba a la agricultura; eran de origen humilde y tenían el seguro de la Unión Previsora, lo cual les condujo al ginecólogo responsable del parto.

“El le dijo a mi madre que, cuando fuera a dar a luz, lo llamase a él y que, probablemente, tuviese uno de los dos niños muertos. Eso era imposible”, afirma.

Isidoro visitó todas las instituciones que pudiesen facilitarle la documentación necesaria sobre su partida de nacimiento, pero al acudir a los organismos correspondientes le respondieron que “no existía nada”.

Al cabo de un tiempo descubrió una asociación sobre niños robados y encontró que una compañera vivió la misma experiencia. “Me contó que su madre había entrado en el hospital con una almohada en el vientre y al salir tenía a la niña en brazos; el médico de ese parto también el mismo”, explica la víctima.

Esa compañera le recomendó trasladarse a su lugar de nacimiento y crianza para consultar el registro e intentar averiguar si había algún papel; entonces, Isidoro fue a Arucas y en los documentos encontrados ponía “que el ginecólogo era otro del pueblo, ya fallecido”. En ese punto se atascaron sus investigaciones y no consiguió continuar.

Tras el parto, la familia de Isidoro no recibió el cadáver del menor, tampoco saben donde se encuentra enterrado. “La gente me comenta que mi caso es el típico de robo de gemelos. Como éramos dos pues no importaba que nos quitasen uno porque mis padres eran gente humilde y no iban a rebuscar”, opina.

Él cree que sus padres “eran una presa fácil” para el sistema de tráfico de menores perpetuado en las islas, porque “los humildes no cuestionan la voluntad de los médicos”.

Reconoce que durante un tiempo se rindió con la búsqueda porque era “demasiado complicado y es más sencillo que él (su hermano) nos intente encontrar”, y cuenta el martirio de su madre hasta su muerte, siempre pensando que era su culpa haber perdido uno de los bebés.

“A lo mejor un día que se me cayó una gallina encima de mí y le hice daño”, recuerda que se lamentaba su madre. Sin embargo, nunca cuestionó lo ocurrido porque “era una mujer muy religiosa”.

Asegura Isidoro que siempre sintió “la llamada de su hermano” y que le queda la pena de pensar que a lo mejor tiene “un gemelo por ahí” y no sabe que su familia real existe.

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