Garantizar el aporte energético y de nutrientes a los astronautas permitirá llegar al hombre a Marte
Destaca que los alimentos que han de ingerir deben contar con “buen olor y sabor” y ser “de fácil digestión”
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 20 (EUROPA PRESS)
Garantizar el aporte energético y de nutrientes a los astronautas, estableciendo un equilibrio entre las necesidades para conservar la salud del astronauta y las limitaciones que imponen el lanzamiento y las características propias de la misión permitirá al hombre llegar a Marte, según ha destacado el doctor César Alonso Rodríguez del Centro de Instrucción de Medicina Aeropespacial de Madrid en el marco del 53 Congreso de la Sociedad Española de Endrocrinología y Nutrición que se celebra en Santiago.
“Es necesario garantizar el aporte energético y de nutrientes de los hombres implicados en la misión, que los alimentos que han de ingerir tengan una condiciones óptimas de aceptabilidad, es decir, que cuenten con buen olor y sabor; además de que sean de fácil digestión”, ha aseverado.
En segundo lugar, considera “fundamental” reducir el peso y el volumen tanto de los alimentos como de sus envases, que éstos sean de fácil preparación por parte de la tripulación, que no interfieran en los planes de trabajo y que generen la menor cantidad de residuos.
Durante la estancia del cosmonauta en el espacio, se pueden producir en éste cambios fisiológicos en su cuerpo. “La exposición al ambiente de microgravedad implica desplazamiento de los fluidos corporales hacia la parte superior del cuerpo, produciendo congestión facial y nasal con disminución del olfato y pérdida del apetito, a lo que contribuye el ambiente de cabina con mayor nivel de concentración de CO2 con calor y la frecuente desorientación espacial- asegura Alonso”, ha explicado.
Estos hechos contribuyen, según ha afirmado, a la disminución de la ingestión de alimentos y que, junto a la pérdida de masa ósea, masa muscular y volumen sanguíneo propios de la ingravidez “conducen a la pérdida de peso del astronauta”. Por ello, ha señalado que el aporte energético en el espacio “no difiere sustancialmente” del de la tierra en cuanto a cantidad de energía y de principios inmediatos, incrementando ligeramente el aporte de proteínas, de calcio, vitamina D y disminuyendo el de fibra.
“Los alimentos que actualmente se consumen en el espacio están en gran parte disponibles comercialmente en la actualidad, pueden ser rehidratables, termo estabilizados con grado de humedad intermedio o bien en forma natural pero irradiados, congelados, refrigerados o condimentados”, indica Alonso.
PREPARACIÓN
En concreto, sobre una expedición a Marte, cuya duración puede llegar a ser de tres años, según comenta este experto, están expuestos “a alto grado de radiaciones, a ausencia de gravedad, etc., se pueden producir cambios fisiológicos aún no descritos”, asegura el experto“. El ser humano que más días ha permanecido en el espacio es el cosmonauta Sergei Kikralev, con un tiempo de 804 días acumulados en seis misiones, tiempo muy por debajo del tiempo mínimo que se debe emplear en una misión al planeta Marte, según ha matizado.
“Es una misión de tal envergadura que resulta extremadamente complicado anticipar y equipar a la tripulación para hacer frente a los riesgos potenciales de sufrir desnutrición, accidentes, cáncer, enfermedades médicas o quirúrgicas, cardiovasculares, dentales, etc.”, ha destacado Alonso. Además, según sus palabras, “garantizar el estado nutritivo de los astronautas es crítico y es complicado mantener las propiedades nutritivas y organolépticas de muchos alimentos durante misiones de larga duración --más de un año--”.
En el trasbordador espacial las comidas se seleccionan cinco meses antes del vuelo, se preparan tres meses antes y se instalan 24-36 horas antes. Llevan más de 70 tipos de comida y más de 20 bebidas. Los alimentos utilizados en el espacio después de un año la pierden vitamina A, ácido fólico, tiamina y toda la vitamina C.
SISTEMA MIXTO
Confiar en comidas hidratadas supone, según Alonso, tener garantía de suministro suficiente de agua, cuando su disponibilidad es limitada, ya que gran parte de la misma previene del reciclado. “Depender durante los dos años y medio o tres que puede durar una misión a Marte de comida almacenada en congeladores ofrece un gran riesgo”, sentencia Alonso.
“El gran reto consiste en crear envases ligeros, herméticos, que puedan mantener la frescura y esterilidad durante al menos tres años. Además, había que recurrir a un sistema mixto del que forme parte un modelo de soporte de vida bio-regenerativo reproduciendo condiciones de luz, temperatura, humedad y concentración de CO2 y de fertilizantes para poder reutilizar productos excretados por el hombre como el agua, minerales, CO2 para cultivar verduras o cereales en ambientes diferentes de la superficie terrestre, así como en el interior de la nave o en plantas en la superficie de la luna o de Marte”, concluye.