La pornografía y la falta de educación sexual acentúan que los jóvenes canarios vean la prostitución como forma de ocio
Años de recortes, ausencia de educación sexual y un consumo cada vez mayor de la pornografía, a la que es más fácil acceder a través de las nuevas tecnologías y que muestra una imagen irreal de las relaciones sexuales entre iguales. Son algunas de las claves que acentúan el incremento de jóvenes que pagan por tener sexo, una realidad que preocupa si se tiene en cuenta que lo ven como una actividad más de ocio. La profesora de la Universidad de La Laguna (ULL) Esther Torrado ha realizado el primer informe sobre la prostitución en las Islas y subraya que es una actividad que se ha banalizado. Le sorprende cómo el joven consumidor asegura que lo hace por conceptos mercantiles y económicos. “Para ellos, es más eficaz recurrir a la prostitución porque consideran que van a tener sexo seguro, sin complicaciones y es más rentable. Lo ven como el culmen de una actividad de ocio y sin empatía por las mujeres”, concluye la investigadora tras realizar numerosas entrevistas y recabar datos de fuentes expertas como las trabajadoras sociales que viven el día a día de estas mujeres o de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
La investigadora no cree que los jóvenes de ahora sean mucho más machistas que los de su generación, pero sí que aprecia esa ruptura con el mito de “prostitución como ritual iniciático” o como “una necesidad”, porque se creía hasta hace unas décadas que el hombre tenía unas necesidades sexuales compulsivas y diferenciales, algo que ya la sexología ha desmontado. Es decir, quienes la consumen ahora lo hacen como esa actividad más de ocio y esto es culpa del “abandono de las políticas públicas de prevención”. A “nuestros jóvenes se les ha dejado solos, sin una orientación afectivo sexual y han irrumpido las tecnologías de la información y la comunicación”, señala.
El estudio, recientemente presentado en el Parlamento de Canarias, pone el foco en todas las partes del sistema prostitucional. Es muy llamativa la similitud en el discurso de los hombres que consumen prostitución y ha identificado tres dominantes. Uno de ellos es el del consumidor mercantil, que considera que la prostitución es un servicio más y que las mujeres son un producto. Ellos buscan calidad, precio y variedad. “Es como cuando vas al supermercado a comprar un bote de tomate y buscas calidad, precio y variedad. Las mujeres para estos hombres son productos que consumir”.
Otro discurso es el del consumidor misógino. “Esos hombres creen que las mujeres están ahí porque se lo merecen, porque son sucias, ladronas…” Y, por último, hay una minoría que es la de exconsumidores de prostitución. Son hombres que toman conciencia, reconocen que es una forma más de violencia hacia las mujeres y creen que hay que abolirla. A juicio de Torrado, este discurso abre la esperanza de que con prevención y educación los hombres pueden cambiar de postura respecto a esta actividad.
Desigualdad dentro del propio sistema
La profesora insiste en que se debe “estigmatizar” al cliente y no a la mujer que se prostituye. De hecho, el único factor de riesgo para ser prostituta es ser mujer y el único para ser cliente es ser hombre. Es decir, es un sistema desigual en el que solo un porcentaje mínimo de hombres se prostituye y en el que los demandantes de prostitución masculina suelen ser también hombres. Además, ellos no están, por lo general, tan expuestos en la calle a pasar frío, sino que hasta dentro del sistema prostitucional “tienen otro estatus”.
Torrado cree que Canarias debería ponerse a trabajar en esta materia al igual que están haciendo otras comunidades. Considera que se debe caminar hacia modelos que persiguen la demanda y apoyar a las mujeres “porque no basta con decir que la actividad queda perseguida, porque hay muchas que sobreviven de esto”. Para ello, insiste en el que el primer paso es estigmatizar a los hombres que consumen prostitución y abrir líneas de investigación en este campo. Señala que apenas hay financiación para trabajar este campo y que el informe se pudo realizar gracias a la financiación del Instituto Canario de Igualdad y a todo un equipo de mujeres y hombres implicado.
También hacen mucho daño a la visión que se tiene de la prostitución las propias series, películas y programas de televisión, que hipersexualizan a las mujeres y que dan una imagen irreal. Filmes como Pretty Woman asegura que no ayudan nada, como tampoco los reportajes que solo sacan una parte interesada de este sistema. Explica que la realidad es que hay muchos relatos de supervivientes, también en Canarias los encontramos, y que son mujeres que afirman que si estaban en ese mundo era por coacción o por necesidad.
Torrado asegura que está acostumbrada a recibir muchas críticas por su línea de investigación a través de la redes sociales, principalmente porque hay muchos hombres que no quieren renunciar a sus privilegios en la sociedad, y la prostitución es uno de ellos. No obstante, se enorgullece de que cada vez más estudiantes quieran investigar sobre este tema y que estén realizando su doctorado o su trabajo fin de máster en la ULL sobre el sistema prostitucional. Así mismo, celebra la acogida que tuvo su última exposición en el Parlamento.
Sobre el debate abierto por partidos que como Ciudadanos, que abogan por la legalización de esta actividad, asegura que quienes defiendan la legalización deberían preguntarse si es lo que querrían para sus hijas o seres queridos, porque el discurso que cala “es tremendamente clasista” ya que lo que defiende que es que se regule la prostitución pero que “las prostitutas sean las mujeres pobres”.
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