La leishmaniasis “no ha contado con el reconocimiento que merece” por parte de la industria

MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

La leishmaniasis es una enfermedad infecciosa causada por el parásito 'leishmania' que está presente en 101 países y de la que se producen cada año 1,5 millones de nuevos casos, uno cada 30 segundos. Sin embargo, hasta ahora “no ha contado con el reconocimiento institucional y social que merece como enfermedad”, tampoco por parte de la industria farmacéutica.

Así lo ha asegurado en una entrevista a Europa Press el jefe del Programa de Control de la Leishmaniasis en el Departamento de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, el español Jorge Alvar, que recibe esta tarde en Madrid el premio 'Carlos IV en Medicina Preventiva y Salud Pública' de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), en colaboración con Sanofi Pasteur MSD.

El 90 por ciento de los casos se concentra en unos pocos países, fundamentalmente en el sudeste asiático (India, Bangladesh, Nepal) y en el Este de África (Sudan, Sudán del Sur y Etiopía), aunque también tiene una incidencia importante por Asia central y menor, desde Afganistán hasta Marruecos por todos los países islámicos, y luego en Sudamérica.

“Es la enfermedad de la pobreza”, ha reconocido este experto, ya que siempre se ha vinculado a poblaciones desplazadas, con falta de higiene, viviendas mal acondicionadas o hacinamiento.

Esto, unido a que su prevalencia es mayoritaria en países tropicales, todos ellos en vías de desarrollo, ha hecho que “no haya contado con una financiación acorde con su peso”, ya que las farmacéuticas “no veían un retorno económico a sus inversiones”.

Asimismo, también ha tardado en contar con el respaldo de los países desarrollados. De hecho, hasta 2006 no se firmó en la OMS una resolución en favor del control de esta enfermedad que le diera un “cierto paraguas político” y animará a los países más ricos a invertir en lo que “hasta entonces era una enfermedad huérfana”.

La enfermedad se transmite a través de moscas y mosquitos y uno de los problemas es la “enorme variabilidad” del parásito que la provoca, lo que hace que pueda provocar úlceras que dejan cicatrices que pueden ser mutilantes (en su variante cutánea) o ser incluso mortal (en su variante conocida como visceral).

Sobre esta última, presente sobre todo en países del sudeste asiático, como Nepal o Bangladesh, es sobre la que más se ha avanzado en su tratamiento, según ha apuntado Alvar.

CURACIÓN MILAGROSA PARA LA VARIANTE VISCERAL

De hecho, gracias al uso de la anfotericina B liposomal, fármaco desarrollado por Gilead, se consigue con una sola infusión tasas de curación “milagrosas”, de casi el 96 por ciento.

“Ha sido todo un acontecimiento, porque el enfermo llega por la mañana con fiebre, se le diagnostica en tan sólo diez minutos y en unas dos-tres horas se le puede administrar el fármaco por vía endovenosa”, ha recalcado.

El problema de este fármaco era que, como cualquier terapia innovadora, presentaba un precio muy elevado, de unos 1.400 euros, pero gracias a la mediación de Alvar se ha conseguido reducir el precio hasta un 90 por ciento, lo que la hace más accesible en los países en desarrollo.

Además, un demostrado que su fácil administración es “asumible” en niveles subdistritales, en centros de Atención Primaria “en condiciones mucho peores a las que tenemos en cualquier país desarrollado”, lo que ha hecho posible que a partir del próximo mes de diciembre comience una donación de medicamentos que concluirá en 2016, cuando está previsto que “todos los enfermos puedan ser tratados”.

El problema, sostiene Alvar, es que este fármaco “sólo es eficaz en la variante de leishmaniasis que se da en esta región”. Por ello, uno de los retos de cara al futuro es “seguir fomentando la inversión en investigación” y conseguir métodos de curación efectivos, especialmente para la variante cutánea, que “al no ser mortal se le ha dedicado menos atención, mientras que la inversión ha sido paupérrima”.

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