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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

''En aquel momento estaba en una nube''

A Pino Sosa le embargó este miércoles “una tremenda emoción” cuando se vio sentada, a sus 75 años, “delante de tantos señores respetables y serios” para comparecer como testigo en el juicio que se sigue estos días contra el juez Baltasar Garzón. Sosa se ha referido con esa descripción a los magistrados del Tribunal Supremo que deberán decidir si Garzón prevaricó como magistrado de la Audiencia Nacional al instruir la causa contra los crímenes del franquismo . “En aquel momento estaba en una nube”, ha contado por teléfono, desde Madrid, al programa Tiempos Modernos de CANARIAS AHORA RADIO.

Sosa relató ante los miembros del Tribunal y los abogados del sindicato ultraderechista Manos Limpias, que actúa como acusación particular, cómo recurrió a la Audiencia en 2006 después de que en el Juzgado de Arucas al que acudió la Asociación por la Memoria Histórica que preside en el municipio “no lo admitieron”. “Yo conocía al juez Garzón por la televisión y por la prensa”, ha reconocido, interpelada sobre si fue el magistrado quién les impulsó a presentar la denuncia para encontrar a sus familiares desaparecidos contra el franquismo.

La mujer ha negado cualquier pretensión de que fuese Garzón quien instruyera la causa. “Cuando nos dirigimos a la Audiencia Nacional”, ha relatado, “no lo sabíamos”. “¡'Si lo hemos denunciado en Estrasburgo!”, ha añadido. Sosa solo pretendía que se investigase la desparición de su padre, a quien se llevaron vivo de su casa y que nunca regresó. No solo le arrebataron a su familia (su madre, ha contado, murió poco después), los responsables del régimen esquilmaron hasta el pan y la sal que había sobre la mesa.

Ahora lo único que pretende es continuar con la lucha. Es lo que repite una y otra vez: “Esto no me exime de seguir con este proceso”. Pase lo que pase con Garzón. La asociación ya ha conseguido 3.000 euros de los 300.000 que calculan que puede costar iniciar los trabajos de investigación en Tenoya. El proyecto completo incluye otras cuatro localizaciones y cada fosa presenta su particular problemática, este último, por ejemplo, es más complicado porque “sí tuvo agua y luego se quedó como depósito”, lo que puede dificultar los trabajos de recuperación de los restos que puedan hallarse.

El trabajo continúa, a pesar de que este proceso le resulte incomprensible: “Pedimos justicia y ver a un juez sentado en el banquillo, yo es que no lo alcanzo”. La tensión le puede. Ríe cuando recuerda las interpelaciones de la acusación y se despide con lágrimas por la “emoción contenida”: “No cesaré hasta conseguir que se abran todos los pozos y que se entierre a esos demócratas como enterramos a los 24 del Pozo de las Brujas”.

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