La portada de mañana
Acceder
Los socios del Gobierno discuten el aumento del gasto en defensa
Mazón paga a las contratistas elegidas a dedo entre un 30% y un 300% más
OPINIÓN | ¿Con qué nos sorprenderá esta semana Trump? Por Isaac Rosa

El museo naval de Patoño

Patoño Díaz

Diario de Lanzarote

M.J. Tabar —

La puerta azul de esta herrería (“taller soldadura, cerrajería metálica”) permanece abierta en la calle Foque de Puerto Naos hasta las seis de la tarde o hasta cuando Patoño Díaz, su propietario, quiera. Del Puerto, nacido en el barrio de Titerroy hace 53 años, hace buena chufla y mejor crítica de casi todo. Él mismo dice que se dejó “engañar” por su padre hace 40 años, cuando empezó a trabajar en este negocio.

En el siglo pasado no paraban de reparar barandillas, tuberías o cualquier artefacto metálico de los barcos que faenaban a pleno rendimiento. “Ahora, de la mar, nada”, confirma. La reparación naval se acabó y los encargos que llegan son fabricación de puertas, cancelas o tareas relacionadas con los cerrojos. “No toque, coño” es una de las advertencias fosforitas que Patoño ha colocado junto a la reproducción de un barco. En la pared de la derecha, otro cartel explica la filosofía del local: “Los trabajos de las amistades, después de las 6 (para que no me jodas)”. Firmado: “El cabronazo”. Patoño se explica: “Mi padre me decía ‘nunca digas que no, di ahora no puedo”. Y eso hace.

Hace 20 años empezó a hacer maquetas de barcos. Su taller, además del sitio donde se gana la vida, es el lugar dónde la ve pasar. Y con mejor perspectiva que la Autoridad Portuaria (desde la ventana, hay un preciosa panorámica del puerto). Hay “gente buena” haciendo maquetas de barcos pero “no se dejan ver”, dice Patoño. Ha usado el calendario de Barloworld para copiar un barco de la Marina estadounidense, un Kustwacht amarillo (el salvamento marítimo holandés) y el Moustakbal, que es un gánguil de succión “como el que echa las piedras aquí”. Sus primeras maquetas “están hechas al trancazo”, sin escala, dice mientras señala una, desproporcionada, de la naviera Pinillos. Con el paso de los años, ha mejorado mucho su afición, y hoy es un prodigio artesano hecho con muy pocas herramientas.

Lo primero de todo es coger “un trozo de madera de 20 por 20” y empezar a trabajarlo a base de suela y radial. Miguel Ángel Buonarroti (siglo XV-XVI, maestro artístico) hacía algo parecido con los bloques de mármol: a base de cincel sacaba la forma de cada bloque. Patoño (siglo XX-XXI, herrero) busca en internet una imagen frontal y lateral del barco que quiere reproducir y la imprime “a 90 centímetros”. También saca una vista aérea “para saber dónde tengo que poner los pasillos”. Va midiendo, haciendo y pegando con Loctite.

Sigue leyendo este reportaje en Diario de Lanzarote.

Etiquetas
stats