Una plaga de moscas se expande por Gran Canaria: “Nos van a enfermar, se nos quitan hasta las ganas de comer”

Moscas en una de las viviendas de La Calzada.

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

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Llegar al barrio de La Calzada, en el interior campestre del término municipal de Las Palmas de Gran Canaria, es aprender a convivir con cientos de moscas alrededor. Los vecinos y vecinas ya no saben qué hacer para paliar esta situación que les quita el sueño -de forma literal- desde hace algo más de un año. Una enorme plaga de estos insectos les impide realizar muchas de sus actividades cotidianas como preparar la comida, sentarse a comer, ir al baño o salir a comprar el pan. Viven en una constante batalla, en la que emplean matamoscas y varios tipos de insecticidas, que acaba con una de las frases más escuchadas en este pequeño núcleo poblacional situado a las afueras de la ciudad, en el cauce del barranco de Guiniguada: “Así no se puede vivir, nos están enfermando”. 

“En mi vida he visto algo así”, era otra de las quejas constantes esta semana en el barrio. Entrar en casa de algún vecino o vecina era sumergirse en un mundo de trampas, baldes con veneno, mosquiteras y tiras adhesivas para atrapar moscas. “Corre, entra y cierra la puerta para ver si no se nos cuelan muchas”, decía una vecina, aún así el sillón de su casa había quedado cubierto de estos insectos. “Ayer estaba haciendo una tortilla con el matamoscas en la mano, cuando la terminé no tenía ganas ni de comérmela”, contaba angustiada por la situación que está padeciendo. 

En la panadería del barrio, Maribel, una de sus trabajadoras, relata que la situación puede llegar a afectar duramente al negocio: “Hemos tenido que tomar muchas medidas, con el gasto que ello conlleva, para evitar que se nos cuelen las moscas”. Una de sus compañeras se encarga de revisar que las moscas no logren alcanzar todos los productos de alimentación, “esto es un sinvivir”, deplora. 

El dueño del Hotel Rural Maipez y Club La Calzada, Luis Sicilia, expresidente de la Unión Deportiva Las Palmas, asegura que lleva 20 años en la zona y “nunca había visto esta situación”. Se ha dirigido a todas las administraciones pidiendo soluciones y responsabilidades, pero no hacen más que “pasarse la pelota entre ellas”. No puede ocultar su angustia, sobre todo, de cara a sus negocios. “Cuando veo a un cliente espantando una mosca es como si me clavaran un puñal”. En estos momentos por su cabeza rondan varios proyectos para hacer en este conocido club deportivo, pero reconoce que se encuentra desmoralizado ante esta situación, “se me quita la ilusión”. 

Unidos -guardando la distancia de seguridad y con las mascarillas- algunos de los vecinos se reunieron el miércoles de esta semana frente a la panadería del barrio para dejar claro su unidad y que no van a parar hasta que se solucione la situación. Creen que la plaga de moscas proviene de una gran finca que se sitúa frente a sus viviendas, en la calle principal, en la que tratan los terrenos con estiércol sin tratar. “Hace unos años una empresa se puso a explotar esa finca y desde entonces, por épocas, tenemos problemas con las moscas, antes de ellos aquí no teníamos estos problemas”, comentaban algunos vecinos. 

Al ver la reunión que se había formado frente a las puertas de la finca, los trabajadores cerraron inmediatamente las dependencias y solo daban paso a los camiones que entraban y salían sin cesar. Al intentar hablar con ellos, declinaron ofrecer declaraciones. 

“Porque tengo una hipoteca, si viviera de alquiler ya me hubiera ido del barrio”, aseguraba uno de los residentes visiblemente enfadados. Cree que “no hay derecho” a vivir en esta situación y asegura que la culpa es de la empresa que gestiona esos terrenos. Los vecinos cuentan que esta situación está ocurriendo en los barrios de El Zardo, San Lorenzo, o en otros municipios como Guía o Gáldar y en “todos” trabaja esta empresa. 

Desde el gabinete de prensa del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria afirman que “es cierto” que hay una plaga de moscas y que están al tanto de la situación, de hecho, los trabajadores municipales se han acercado a la zona, pero al no tratarse de una “plaga urbana” sino que está ocasionada por la agricultura el consistorio “no puede actuar”. 

Al igual que los vecinos, cuentan que las moscas provienen del estiércol de las fincas cercanas, pero es una práctica que “no está prohibida”. “Lo único que puede hacer y ha hecho el Ayuntamiento es dirigirse a instancias superiores para abordar el problema”, como Cabildo o Gobierno de Canarias que “sí tienen competencias para abordar el problema”. Además, “el concejal se ha reunido con los agricultores para recomendarles que entierren el estiércol”, afirman. 

Este periódico se ha puesto en contacto con el área de Salud Pública del Gobierno de Canarias desde donde insisten en que es “competencia municipal hablar con los propietarios de la finca y solucionar el problema”. El Cabildo de Gran Canaria no ha ofrecido una respuesta al respecto. Mientras siguen las moscas a sus anchas.

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