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“Considero la verdad o la falsedad de las afirmaciones sobre la existencia de dioses como una cuestión científica”

Richard Dawkins.

Luis Martín

Las Palmas de Gran Canaria —

Brief Candle in the Dark: My Life in Science (Bantam Press, 2015), el último libro del eminente etólogo, zoólogo y biólogo evolucionista Richard Dawkins, es la continuación a su primera obra autobiográfica, Una curiosidad insaciable (2013). El segundo volumen de sus memorias parte de la exitosa publicación de El gen egoísta (1976), una revolucionaria contribución a la teoría evolutiva que antepuso el gen al individuo como unidad principal de selección y que catapultó a un Dawkins de tan sólo 35 años a la cima como investigador y divulgador científico.

Más que hacer balance, ajustar cuentas o desvelar detalles íntimos de toda una vida dedicada a la ciencia, a sus 74 años, Dawkins transporta al lector a un largo y entretenido anecdotario desde sus días como profesor e investigador hasta su actual y más notoria faceta como primera espada del pensamiento científico en contra de la religión y la pseudociencia. Si bien el libro cumple con la expectativa del siempre agudo sentido del humor del científico británico y de su facilidad para comunicar temas complejos al gran público, sorprende que en lugar de acercarnos a su intimidad o reflexiones personales, nos encontremos ante unas memorias que más bien rinden tributo a aquellas personas que han influenciado su trayectoria, desde brillantes y prometedores pupilos hasta científicos de talla mundial.

“Usted sugiere un interesante contraste a las críticas que comúnmente he recibido por el libro”, afirma Dawkins, “que mi autobiografía ¡es toda sobre el autor!”

“Es cierto que he omitido aspectos íntimos de mi vida personal de forma deliberada. Mi intención, y la del editor, siempre fue escribir las memorias de una vida científica. Y eso incluye retratos de científicos que he conocido o que han sido amigos. Me gustaría pensar que esos retratos son cariñosos, generosos y, en muchos casos, divertidos. Ciertamente, muchos me han dicho que encuentran el libro muy divertido”.

El título del libro hace alusión a la “breve llama en la oscuridad” que Shakespeare puso en boca de Macbeth para definir el efímero carácter de nuestra existencia, a la vez que invoca una frase de otro libro, El mundo y sus demonios (1995), del astrónomo y célebre divulgador científico Carl Sagan (1934 – 1996). En él, Sagan definía a la ciencia como “una luz en la oscuridad”; la lucidez del pensamiento crítico frente a las tinieblas de la pseudociencia y la superstición.

Y es precisamente en el pasaje más personal de sus memorias donde los dos significados que encierra el título cobran especial significado, pues nos asomamos a la relación de Dawkins con Juliet, la hija nacida de su matrimonio con Eve Barham, y la conmovedora conexión de los tres durante la enfermedad que acabó con la vida de Barham.

Cuando Juliet cumplió diez años, Dawkins le escribió una carta que luego incorporaría a una colección de ensayos, El capellán del diablo: reflexiones sobre la esperanza, las mentiras, la ciencia y el amor (2003). En la carta, titulada Buenas y malas razones para creer, Dawkins hacía de profeta en su tierra y trasladaba a su hija el mensaje central que siempre ha ocupado buena parte de su actividad divulgadora: pensar de manera crítica y cuestionar cualquier creencia que venga impuesta por tradiciones, figuras de autoridad o dogmas religiosos. Y es que la posterior publicación del bestsellerEl espejismo de Dios (2006) supuso un antes y un después en la dimensión pública del autor del modelo genocéntrico de la evolución.

Dawkins así lo reconoce en sus memorias al hacer referencia, “con cierta nostalgia”, a una vida más anónima antes del El Espejismo de Dios. ¿Le resulta tan pesado lastre el ser reconocido como una de las figuras más prominentes en el debate Ciencia vs. Religión?

No supone un lastre pesado, explica Dawkins,“considero la verdad o la falsedad de las afirmaciones sobre la existencia de dioses como una cuestión científica. Lo anterior, en el sentido de que un universo creado sería muy distinto a uno evolucionado. Así que la curiosidad científica no sólo ha impulsado mi carrera, sino también mi interés sobre la cuestión religiosa”.

“La cuestión religiosa” ha sido abordada por Dawkins con vehemencia no sólo en su obra escrita, conferencias, comparecencias públicas y, por supuesto, desde la Fundación para la razón y la ciencia que preside, sino también en diversos documentales.

La adaptación a la pantalla de su libro El relojero ciego (1986) y el documental Los enemigos de la razón (2007) encapsulan la cruzada emprendida por Dawkins contra las teorías “creacionistas” o de “diseño inteligente”, así como su feroz denuncia de la homeopatía, la astrología y demás pseudociencias que tilda de absurdas pero dañinas supercherías.

Tal es la efervescencia del científico en su afán de advertir de los peligros de la religión que ha recibido críticas por parte de colegas tan respetados como el astrofísico Neil deGrasse Tyson. Pero es que a Dawkins le causa especial repulsa el adoctrinamiento religioso de los niños, que es donde él entiende que el problema debe ser atajado de raíz.

Al compartir con Dawkins el contenido de la última reforma educativa en España, en particular en lo relativo a la enseñanza de Religión Católica y los cambios curriculares en asignaturas otrora troncales como la Filosofía, su valoración al respecto es, como no podía ser de otra manera, fulminante: “Son cambios retrógrados. En opinión del biólogo, “se podría concebir como justificado el estudio comparativo de la religión para comprender los conflictos violentos y las hostilidades que acosan al mundo. Sin embargo, en lo que respecta a los contenidos del curso de Religión en la educación obligatoria española, Dawkins encuentra espantosas” enseñanzas como que “la incapacidad del ser humano para ser feliz reclama la salvación”. La frase la Biblia narra lo que Dios ha hecho en la historia la Biblia narra lo que Dios ha hecho en la historia, se lamenta Dawkins,es imperdonable”.

La religión en las aulas españolas, como en otros países, suele encontrar apoyo en una justificación cultural. Para Dawkins, la herencia cultural es un argumento falaz.

Es verdad que el Catolicismo forma parte del legado cultural español y esto significa que no se puede entender la Historia de España sin algunos conocimientos de la Historia del Catolicismo. Pero lo mismo se puede decir del Islam y del Judaísmo. Así que, nuevamente, puedo imaginar alguna justificación para educar sobre las religiones, pero nada justifica enseñar a los jóvenes que la religión sostiene verdad alguna sobre ningún tema. Como tampoco se puede justificar decirles a los niños que pertenecen a una religión concreta”.

“Me opongo firmemente a todas las religiones porque considero que sus creencias se desmoronan frente a la evidencia; enseñan que la fe -creer sin prueba alguna- es una virtud y fomentan la aceptación suprema de dogmas por encima de la búsqueda crítica de la verdad, subraya Dawkins.

Si bien Dawkins se muestra contrario a todas las religiones, sus críticas al Islam han levantado un particular revuelo. ¿No estamos siendo hipócritas en Occidente al elevar el Cristianismo como “mejor” fe que el Islam?

Si comparamos el Cristianismo con el Islam, cualquier observador razonable admitiría que el Islam es responsable de más actos violentos y sufrimiento. Siglos atrás pudo haber sido distinto, piense en las atrocidades cometidas por la Santa Inquisición y los conquistadores. Pero en el siglo XXI la comparación es abrumadora: el Cristianismo no sanciona la pena de muerte por la apostasía o la homosexualidad, ni la mutilación genital femenina, ni los matrimonios forzosos o de niños, ni los latigazos a los adúlteros, ni el castigo a las víctimas de violaciones, ni los atentados suicidas, etc”.

Brief Candle in the Dark contiene numerosas referencias a las distintas disciplinas y colaboraciones con terceros en las que la labor de investigación de Dawkins fue cimentándose. Tal es el caso de la asistencia del matemático y experto en informática Alan Grafen a la hora de llevar a cabo cálculos complejos y crear modelos para poner a prueba las tesis del biólogo. La descripción de sus inicios en el desarrollo de herramientas informáticas para intentar desvelar datos sobre la evolución de las especies, en muchos casos programadas por el propio Dawkins, evidencia una tenacidad tan sorprendente como el mismo genio del autor.

Y sobre la posibilidad de que la evolución humana a través del uso de la tecnología pueda llegar a ser indistinguible de la biológica, ¿qué opina?

“Eso puede ser material para ciencia ficción. Si llegamos a eso, no creo que sea correcto denominarlo evolución, salvo en el sentido de evolución cultural. Pero no es evolución biológica, la cual normalmente tiene por ser definida como cambios genéticos a partir de mutaciones azarosas o por selección. Lo que sugiere no es evolución, es tecnología, sentencia Richard Dawkins en estado puro.

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