El tarro canelo prefiere Fuerteventura
Fuerteventura presume hoy de tener la mayor colonia de tarros canelos de España, una especie de anátida localizada por primera vez en la isla en 1994 y de la que todavía se desconoce por qué ha elegido como residencia el lugar más seco de todo el archipiélago canario. El ornitólogo Marcelo Cabrera lleva años siguiendo las andanzas del tarro canelo en Fuerteventura, pero, para él, sigue siendo un misterio el motivo por el que se ha instalado definitivamente en la isla.
Al principio, explica Cabrera, había periodos en los que la especie desaparecía del lugar, sobre todo en verano, y posiblemente tomaba como destino los humedales africanos pero, de un tiempo a esta parte, “en mayor o menor número puede observarse durante todo el año” y llega a conformar poblaciones de hasta 300 individuos. Para este colaborador de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), la colonización “podría deberse a la presencia de humedales temporales similares a los que ocupa en el norte de África”.
En un principio, se especuló que este tipo de gansos, que puede llegar a tener una longitud de 67 centímetros y vive en humedales de poca profundidad, salinas y marismas, llegó a la isla introducido por el hombre. Cabrera señala a Efe que, tras estudiar su comportamiento durante los últimos cinco años, “se puede decir que son aves que llegaron a Fuerteventura por sus propios medios”.
El tarro canelo se localiza en el sector centro-occidental de Asia, sudeste de Europa, noroeste de África y tierras altas de Etiopía y, durante años, nidificó de forma natural en los humedales del sur de la península, además de ser un ave invernante regular en Andalucía. “Sin embargo, en estos momentos, la única población natural existente en España está en Canarias y el grueso de la población nacional, en Fuerteventura”, añade.
Hasta 300 ejemplares
La población reproductora está cifrada en la isla entre 30 y 50 parejas, aunque el ornitólogo señala que “durante el otoño y el invierno, sobre todo después de las lluvias si las hubiese, pueden contarse hasta 300 ejemplares en todo el territorio insular”. En estos momentos, embalses y charcas como las de Catalina García, en Tuineje; la Rosa del Taro, en Puerto del Rosario; y barrancos como el de Río Cabras o el de Los Molinos se han convertido en guarderías para la camada de pollos que acaba de nacer, después del periodo reproductor iniciado entre enero y febrero.
Fuerteventura empieza a compartir con las Salinas del Janubio, en Lanzarote, uno de sus principales atractivos ornitológicos. Allí, ya existe una colonia estable, mientras que en otras zonas del archipiélago como la Salinas de Tenefé, en Gran Canaria, y la charca de El Fraile, en Tenerife, se han observado esporádicamente.
Pero para el tarro canelo no son todo buenas noticias en Fuerteventura y, de hecho, a las amenazas naturales como la prolongada sequía, que diezma los escasos humedales de la zona, se unen otros inconvenientes que tienen al hombre como protagonista. Marcelo Cabrera enumera causas como el expolio en los nidos, la depredación de pollos por parte de perros y gatos asilvestrados, la colisión con tendidos eléctricos o la presencia de patos criollos u otras aves de granja en el entorno de los humedales.
El ornitólogo pone la voz de alerta en la introducción de estas variedades en las charcas, ya que “suelen estar descuidadas y normalmente portan enfermedades que pueden contagiar tanto al tarro canelo, como a otras aves que habitan en el humedal”. A ello se añade la falta de sensibilización de algunos de los que visitan los humedales, donde se ha observado a niños acompañados de adultos apedreando a las aves en una isla que espera convertirse en un destino de turismo ornitológico de primer nivel.