El Cabildo se aviene a explicar las obras del puente de El Cabo tras arreciar las críticas

Panel informativo situado en el puente de El Cabo

Noé Ramón

Santa Cruz de Tenerife —

Coincidiendo con que cada vez son más las voces que critican el resultado final del puente de El Cabo en la desembocadura del barranco de Santos, el Consejo Insular de Aguas acaba de situar en una de sus barandas un pequeño panel del tamaño de un folio en español e inglés en el que cuenta un poco la historia de esta pieza del patrimonio de Santa Cruz de Tenerife y el resultado de las obras de recuperación llevadas a cabo.

En el mismo se indica que el Cabildo optó mantener la pila central de sillería basáltica pero desplazándola al lado izquierdo, donde efectivamente está, aunque es casi imposible identificarla. “Se ha recuperado la estructura original de acero, tratándola superficialmente, y se han enhebrado dos nuevas vigas metálicas en el interior de las celosías con el fin de compensar la pérdida de resistencia de la estructura original por el paso de los años”.

Uno de los elementos que más críticas ha provocado fue la ubicación de un suelo de madera, aunque en dicho panel no se justifica su instalación. También se explica que el encuentro del puente con la ciudad se resolvió por medio de unos podios de piedra natural con escaleras, rampas y gradas.

En este pequeño panel se hace un repaso a la historia del puente, el más antiguo de Santa Cruz. Al respecto, se recuerda que su construcción fue una de las principales necesidades que surgieron tras la conquista con el fin de unir el núcleo original de viviendas con el puerto. Por aquí transcurría también el camino que acababa en La Laguna, principal ciudad de Tenerife en aquellos días. Aunque se desconoce la fecha exacta de su construcción, lo cierto es que en el siglo XVII ya se tiene constancia de su existencia.

Durante años sufrió la embestidas de las inundaciones por lo que una y otra vez tuvo que volver a ser construido. La solución más o menos definitiva surgiría en el año 1892, cuando el arquitecto Antonio Pintor Ocete encargó la construcción de una estructura metálica en Barcelona que fue la que llegó hasta nuestros días, aunque notablemente deteriorada.

Después de diversos intentos por derribarlo con la excusa de que era el causante de las inundaciones en el cercano templo de La Concepción, finalmente una lucha popular consiguió que fuera recuperado. Lo cierto, sin embargo, es que quienes lograron reunir 400 firmas para esta causa no se encuentran en absoluto satisfechos con el resultado final al considerar que ni se consultó con los vecinos ni el proyecto salió información pública, y sobretodo no se respetó el puente original.

 

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