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Espacio de opinión de Tenerife Ahora

Dije no

a

Indra Kishinchand López

[...] y quién sabe, quién sabe si entre tanta

mentira incandescente, no queda algo

de verdad a la sombra. Y no es metáfora.

Mario Benedetti

Me dijo Daviana que mi don era atraer la parte buena de las personas un día en que quise pensar que de verdad existían los hombres y las mujeres buenas. Le confesé que lloré al leer sus palabras porque era precisamente eso lo que yo pensaba de ella y suponía que en algún punto lo que nos había unido era ahora irremediablemente eterno.

Imaginé que en el fondo todos somos contradicción y puede que sencillamente no exista ni bondad ni maldad, sino simplemente verdades que se buscan. La vida no es otra cosa que saber quién se es y ya es bastante complicado entenderse como para entender a otro. La ardua tarea de reconocerse no tiene mérito si se compara con la de hacerlo en las personas que se tiene enfrente y que luego dejan de ser.

Lo más raro es mirar a los ojos a quien creíste y darte cuenta de que todo tiene una mentira que se esconde; reflexionar sobre el tiempo y también hacerlo sobre la decepción y el hastío, sobre los años que pasan pero no curan y sobre las palabras que se dijeron y que ahora ya no tienen ni significado ni sentido.

Sé que hacerse mayor es eso porque es lo que me han contado. Yo sin embargo sigo tropezando una y otra vez en el mismo escalón con la esperanza de volar; tal y como lo hacía con once años cuando cerraba los ojos al llegar al rellano de casa y mis pies caían al vacío hasta darme cuenta de que ya no había peldaños. Lo que más me quema es la duda de si debería cambiar, si debería ser otra por los otros, si el daño se olvida y regenera todos los pliegues rotos o si, por el contrario, es imposible volver a pensar la vida con la energía de quien no sufre.

En toda esa vorágine a veces recuerdo que los deseos son interminables y que la solución es percibir qué te hace infeliz y eliminarlo de todo lo que somos. Yo por lo menos tiendo a esa maldita manía de retener los sentimientos y los hábitos que ni me interesan ni me aportan, más que angustia, tristeza, dolor. Si fuese capaz capaz de vivir en el vacío de todo lo que causa miseria no hablaría de ella como si la conociera.

Pero ¿quién es el valiente que renuncia a la felicidad inmediata? ¿Quién es el osado que dice no a lo que le apetece pensando en quien es? ¿Quién es el atrevido que se queda a sabiendas de un futuro incierto? ¿Quién no huiría cuando todo es demasiado? ¿Quién no preferiría la lluvia en pleno invierno antes que estropear una primavera eterna?

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