Un arquitecto sostiene que en dos décadas se derribaron 350 años de historia de la capital tinerfeña
El arquitecto Federico García Barba ha lamentado que durante la década de los sesenta y los setenta se derribaron 350 años de historia de la capital tinerfeña y ha pedido que se proteja, entre otros ámbitos, la ermita de San Telmo y en el espacio de la Cruz fundacional, cuyo entorno original desapareció.
En una conferencia organizada por la asociación Nuestro Patrimonio para la Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de la capital tinerfeña, García Barba indicó que durante esas dos décadas se derribaron numerosos inmuebles de siglos anteriores en un proceso que consideró “improvisado y chapucero”, según un comunicado de los organizadores de la charla
El urbanista considera no obstante que vale la pena recuperar lo que queda de la ciudad antigua y citó El Toscal así como las calles de Doctor Allart o Cruz Verde o incluso el entorno de la ermita de San Telmo donde, dijo, hay que hacer algo para evitar el nivel de deterioro actual.
Asimismo defendió recuperar espacios portuarios para el uso de la ciudad como zonas de baño o un museo marítimo.
García Barba, que fue decano de la demarcación del Colegio de Arquitectos de Canarias en la provincia occidental, explicó en la conferencia los orígenes urbanísticos de la hoy capital tinerfeña, desde la llegada de los conquistadores castellanos en el siglo XVI.
Recordó que la Cruz Fundacional estuvo localizada en las inmediaciones de lo que hoy es la parada Fundación del tranvía, y a unos cientos de metros se erigió la ermita de San Telmo, cuyo entorno urbano original ha desaparecido.
Destacó las diversas fortificaciones que resguardaban la ciudad de los asedios de los piratas y corsarios durante los siglos XVI y XVII, la mayoría destruidas en el siglo XX, como el castillo de San Cristóbal, demolido en 1929 para dar el acceso funcional al puerto.
También fue derruida la Casa de la Aduana, en las proximidades de lo que hoy es el palacio del Cabildo.
Asimismo desapareció los muros de la alameda del duque de Santa Elena, que era un espacio cerrado en 1787, del que solo se reconstruyó el pórtico y por entonces, explicó, y hasta el siglo XIX, El Toscal era “un arrabal de huertas”.
Fue a partir de 1957, con el plan general de urbanización y los planes parciales posteriores, cuando, según el arquitecto, se lleva a cabo “una destrucción del casco histórico” original, el del Antiguo Santa Cruz, con el ensanche del barrio de El Cabo, que afectó a 381 edificios expropiados y a 3.570 habitantes, y que supuso la eliminación de manzanas enteras desde la Iglesia de la Concepción hacia el mar, cambiando la alineación de las calles.
El experto en urbanismo subrayó que tuvo que venir la democracia para “frenar en parte este proceso”, pues hasta los años 80 “se decía que las casas antiguas eran solo nidos de cucarachas y ratas” pero luego hubo un cambio de sensibilidad y de legislación, aunque a su juicio faltan medidas para garantizar la conservación y la rehabilitación de lo protegido.
Destacó que el Plan Especial de Reforma Interior, a partir de 1979 pero aprobado en 1982, vino a contener ese proceso destructor de lo histórico en algunos ámbitos, si bien fue suspendido posteriormente por los tribunales al sentenciar que no era el instrumento urbanístico adecuado.
En todo caso, García Barba cree que en Santa Cruz de Tenerife, “sigue faltando una idea de arquitectura para su parte histórica”, cuya trama original, insistió, “no tiene nada que ver ya con la actual, de la que solo quedan algunos restos”.
En este sentido, propugnó que “se arrope” de algún modo la ermita de San Telmo, al igual que el espacio donde estuvo la Cruz de la Conquista, dado que sabemos cuál fue su ubicación original. “La ciudad tiene que superar la postración en la que se encuentran multitud de edificios históricos”, afirmó.
En su opinión, se ha pasado de una época en que todo se derribaba a una en la que todo se protege pero sin acciones que garanticen su efectiva rehabilitación y conservación y advirtió que hay zonas de la ciudad que presentan tal nivel de deterioro que necesitan actuación más contundentes.
Respecto a la plaza de Toros, García Barba consideró que se trata de un edificio arquitectónicamente “mediocre”, salvo los arcos neoárabes, pero resaltó que constituye “un lugar de referencia” en la historia de la ciudad desde fines del siglo XIX.
La asociación Nuestro Patrimonio recuerda que mantiene su ofrecimiento de pintar de modo gratuito uno o varios inmuebles en cascos históricos de la ciudad, preferiblemente de una planta.