Bomberos y policías detallan el rescate del fallecido en un pozo de La Laguna: una operación a 126 metros de profundidad
Un amplio grupo de efectivos de Bomberos de Tenerife y del Cuerpo de la Policía Nacional participó el pasado 11 de septiembre de 2025 en el rescate de una persona fallecida en el pozo La Noria, en el municipio de San Cristóbal de La Laguna, a 126 metros de profundidad. La operación se prolongó por algo más de 7 horas.
El dispositivo requirió de la colaboración y coordinación de bomberos y policías, así como de personal sanitario del Servicio de Urgencias Canario, Teidagua y de una empresa especializada en reparación de este tipo de infraestructuras, según ha recordado el Consorcio en una nota de prensa.
Desde el primer momento, la estrechez y la profundidad del pozo, estimada en más de 120 metros, supusieron un desafío técnico y humano de gran envergadura. No obstante, el rescate del cuerpo se pudo realizar con seguridad.
Todo comenzó cuando, el 7 de septiembre, la Policía Local de La Laguna registró la desaparición de una persona en Valle de Guerra. Las primeras informaciones apuntaban a la posibilidad de que el desaparecido hubiera caído en el pozo en desuso, activando así un dispositivo de búsqueda en toda la zona.
Después de tres días de intensas labores de rastreo por parte de los servicios de emergencias, entre ellos bomberos del parque de La Laguna, la confirmación llegó: el cuerpo se encontraba en el interior del pozo La Noria, a más de 120 metros de profundidad, y con él se dio paso a la planificación del rescate.
Preparación del dispositivo
Si bien el dispositivo para recuperar el cuerpo estaba previsto para la mañana del 11 de septiembre, los preparativos para poder llevarlo a cabo con la más absoluta seguridad comenzaron 24 horas antes.
En ese momento, detallan, había muchas decisiones que tomar e incógnitas por resolver: ¿Cuál era la profundidad exacta del pozo? ¿Había gases en su interior? ¿Cuál sería la temperatura dentro? ¿Había confirmación de que el cuerpo estaba bajo el agua? ¿Funcionarían las comunicaciones para poder hablar en todo momento con los efectivos que bajaran? ¿Cuánto tiempo llevaría el descenso y posterior ascenso con el cuerpo?
Bomberos de Tenerife movilizaron, entonces, a 10 efectivos, entre mandos, rescatadores y personal de logística, así como dos vehículos de rescate y otro de riesgo químico.
El primer paso, recuerdan, fue introducir en el pozo una cámara especializada para detectar el nivel de gases, temperatura e iluminación en su interior, haciendo uso de un cubo metálico, lo cual permitió obtener un diagnóstico de la estructura, calcular el tiempo de entrada y salida e identificar posibles riesgos.
“Una vez descartados peligros de exposición a sustancias nocivas para la salud de las personas, otro de los grandes retos fue la profundidad del espacio, pues esto podía anular los sistemas de comunicación habituales”, ha explicado el Oficial de Bomberos de Tenerife, Luis Castro, quien estuvo al frente de esta intervención.
Para poder garantizar la comunicación con el equipo, se decidió contar con la colaboración de una empresa especializada en el mantenimiento y reparación de estas instalaciones, que, entre otras labores, facilitó un código de comunicación con mensajes clave como “parar”, “subir” o “bajar”“, según ha precisado Castro.
Una vez aclaradas las principales incógnitas y resueltos los mayores desafíos del rescate, solo quedaba estructurar las herramientas con las que se iba a trabajar y realizar la instalación de sistema de seguridad.
En este sentido, se llevó todo el material de rescate de montaña “que preveíamos que nos pudiera hacer falta” y se aprovechó el pórtico del pozo para que los efectivos realizasen la maniobra. “Solo fue necesario reforzar con un cable de acero trenzado para evitar posibles desplazamientos de la carga”, añaden desde el Consorcio.
También, se utilizaron cuatro bobinas de cuerda y varios anclajes con los que asegurar, por un lado, a los bomberos que harían el rescate y, por otro, al denominado como equipo de S.O.S, el cual en caso de que alguno de los efectivos tuviera cualquier complicación o sintiera un malestar, pudiera asistirlo y rescatarlo.
1 HORA Y 8 MINUTOS DE RESCATE A las 8:00 de la mañana, detallan, todo el equipo estaba preparado para iniciar el descenso. Había “tensión en el ambiente, pero el trabajo previo, hecho de manera coordinada y meticulosa, mantenía los nervios a raya”. De este modo, un binomio de dos bomberos equipado con todo lo necesario para rescatar a la víctima, entre otras un sistema de radio analógico, una cámara de visión y un detector de gases, comenzó a descender en el bidón.
Según lo que se había podido averiguar con el primer descenso para el testeo del sistema, el cuerpo se encontraba encima de una repisa, “un hecho que fue clave para facilitar la actuación del equipo de rescatadores”, Tras llegar hasta él, lo colocaron en el cubo e iniciaron la maniobra de ascenso con todos asegurados.
Para poder subirlos a los tres, fue necesaria la colaboración de todos los agentes de seguridad, dado que el sistema de polea era manual y suponía un enorme desgaste físico.
La operación se llevó a cabo en 7 horas y 35 minutos, efectuándose el rescate en 1 hora y 8 minutos.
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