En ruinas, sin protección legal y en riesgo de colapso: el emblemático edificio de la Gordejuela de Los Realejos, en la Lista Roja del Patrimonio español

El edificio realejero antes y después.

Karen Estévez

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En la página web del Ayuntamiento de Los Realejos se recomienda a los visitantes que se interesan por el municipio una visita al mirador de San Pedro. El objetivo para el consistorio es que los turistas contemplen la belleza del ruinoso edificio del Elevador de Aguas de Gordejuela, una industria construida en 1903 por la casa Hamilton y que 118 años después se presenta en riesgo de colapso, según la asociación Hispania Nostra, que mantiene al inmueble en su Lista Roja del Patrimonio español.

No solo el ayuntamiento invita a ser testigos de un centenario edificio a punto de caerse. Medios de comunicación dedicados a viajes también llaman a sus lectores a darse un salto por “uno de los lugares abandonados más espectaculares de España”. Mientras que las redes sociales se llenan de fotografías del lugar, a todas luces, espectaculares. Incluso algunos osados han conseguido entrar a las entrañas del inmueble. Precisamente, la “alta presión turística” se señala en el informe de Hispania Nostra como un motivo de su deterioro.

Sin techo ni puertas ni ventanas, el edificio ha perdido ya algunos de sus emblemáticos arcos, también se produjo hace algunos años el hundimiento del suelo. Por si fuera poco, el edificio también está desprotegido por la ley, que no le ofrece ningún tipo de amparo en forma de Patrimonio Histórico, Inventario General de Bienes Muebles o Bien de Interés Cultural, y lo que es aún peor, tampoco se tiene previsto que entre en alguna de estas listas.

La primera máquina de vapor de Tenerife

Lo cierto es que este edificio marcó un hito en su tiempo por lo complicado de la orografía del terreno en la que se construyó: en el fondo de un acantilado, de cara al océano Atlántico. Además, en su interior se instaló la primera máquina de vapor de Tenerife.

El gran objetivo de la Gordejuela era utilizar las aguas de los manantiales de la zona para dar fuerza motriz a un molino harinero y elevarlas hasta la zona de cultivo del plátano, que comprendía terrenos de ambos Realejos. Cabe recordar que en aquellos años el Realejo de Abajo y el Realejo de Arriba eran municipios diferentes.

La mítica instalación fue diseñada por el ingeniero militar José Galván Balaguer, apoyado por León de Torres y León Huerta, y tuvo una gran importancia en los inicios del siglo XX para la elevación del agua hasta el valle de la Orotava.

Pero aquel negocio no duró demasiado. Con el paso del tiempo, la Casa Hamilton entró en perdidas e intentó vender parte del agua a otras áreas de la isla. Las propuestas no fueron escuchadas por los gobernantes, por lo que pasó a manos de la empresa Fyffes y luego a dominio público.

Una gran chimenea y tres edificios

La configuración original del complejo industrial estuvo constituida por tres edificios, un depósito y una gran chimenea, así como las diferentes infraestructuras de canalización de las aguas.

La primera edificación, situada en la parte sur estaba destinada al alojamiento de los trabajadores, de planta rectangular y una sola altura con muros de carga y cubierta a dos aguas sobre cercha metálica roblonada. Lo más destacable de este edificio es la cimentación mediante un gran dado de contención, y que la fachada oeste está prácticamente adosada a la ladera del barranco.

Siguiendo el camino, se erigía el antiguo edificio, de planta rectangular, que albergaba la maquinaria de las calderas. De este, a día de hoy, solo quedan restos del pavimento y del muro oeste.

La gran pieza de este complejo está situada a una altura aproximada de cuarenta metros sobre el nivel del mar, apoyando su cimentación sobre la roca del acantilado de tal forma que aparenta ser una prolongación de este. La edificación es de planta rectangular con una altura de unos 27 metros, dividida en cinco pisos.

El nivel inferior corresponde principalmente a la cimentación compuesta por un gran bloque de basalto y argamasa, existiendo una galería de paso que atraviesa la base del edificio. El siguiente nivel tiene dos estancias que alojaban la máquina pequeña, con huecos para ventilarla.

El tercer piso poseía dos estancias con simetría respecto al macizo central, con dos ventanas en cada una de ellas, junto a otras dos estancias que han quedado sepultadas por el derrumbe de las bóvedas.

El nivel principal de entrada albergaba los pasillos y escaleras de distribución (los muros se aligeraron, se abren vanos con arquería de medio punto). Finalmente, en la quinta planta se encontraba la máquina principal del complejo.

Los muros de carga presentan pilastras interiores sirviendo de soporte a los carriles de la grúa carril. Hoy son esos pilares los que mantienen lo que queda del edificio en pie.

Lista roja del patrimonio español

El Elevador de Aguas de Gordejuela de Los Realejos no está solo en esta Lista Roja del Patrimonio español: en Canarias son 13 las infraestructuras que se encuentran abandonadas a pesar de gozar de interés arquitectónico o cultural. 10 de estos edificios se ubican en la isla de Tenerife, uno en Gran Canaria y dos más en Lanzarote.

En total, en España son unas 1.017 construcciones olvidadas a su suerte, 11 han sido destruidas, entrando en la lista negra. En contraposición, 181 han pasado a la lista verde con respecto al informe anterior gracias al trabajo de políticos y ciudadanía por recuperar su patrimonio.

Así las cosas, la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra recoge aquellos elementos del patrimonio cultural español que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, con el objeto de darlos a conocer y lograr su consolidación o restauración.

Esta lista nació en 2007 y esta semana ha alcanzado el monumento número 1.000: la ermita de Cuadrilleros, en Ledesma (Salamanca), un pequeño templo del siglo XII que se encuentra en un estado de ruina progresiva, con la techumbre de parte de la edificación ya derrumbada.

La Lista Roja se elabora bajo supervisión de una comisión científica integrada por especialistas en la materia. La información que utiliza Hispania Nostra en la elaboración de las fichas proviene de fuentes propias y, en su caso, de terceras personas o entidades independientes.

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