El abogado del maestro acusado de abusos sexuales dice que pudo hacerlo “en sueños”

Belén Molina

Santa Cruz de Tenerife —

Visto para sentencia el juicio contra el profesor del colegio privado Hispano Británico (La Laguna), acusado de abusos sexuales sobre dos alumnos en los años 2010 y 2011. La vista oral concluyó este jueves con la petición de hasta cinco años y dos meses de prisión por parte de la Fiscalía, y seis años y nueve meses, por parte de las acusaciones particulares, además de inhabilitación y libertad vigilada entre dos y cinco años.

El abogado de la defensa, José Manuel Niederleytner, pidió la absolución o, alternativamente, que la pena sea sustituida por servicios a la comunidad, ya que alegó que poner a mano en un muslo le parecía “normal” a las víctimas. Sobre una de ellas afirmó que “no era un angelito. Ya conocía de la vida, y como no hizo nada, ni dijo nada, estaba dando su consentimiento”.

La intervención del abogado de la defensa ha dejado esas frases y algunas otras este jueves, en la última sesión de la vista oral, en la que la Fiscalía se ratificó en su conclusiones de dos delitos de abusos sexuales y abusos sexuales continuados, presuntamente ocurridos en el centro escolar ubicado en La Laguna, en la vivienda del acusado y durante actividades extraescolares.

Uno de los delitos habría ocurrido en marzo de 2011 sobre la persona de D., que tenía 15 años y que denunció que había sufrido tocamientos por parte del maestro durante unas actividades extraescolares de fin de semana.

Según declaró la víctima durante la instrucción de la causa y en el juicio, esos tocamientos en sus genitales habrían tenido lugar durante una pernoctación, hasta el punto de que el niño se levantó y se marchó a dormir a un lugar alejado del maestro.

El segundo delito de abusos sexuales habría sido continuado en el tiempo y, aparte de tocamientos, hubo masturbaciones. El denunciante, J., que en el verano de 2010 (cuando se iniciaron los hechos) tenía 16 años, testificó que se sentía bloqueado y no sabía cómo reaccionar cada vez que esos abusos ocurrían, ya que sentí admiración por su profesor, al que además tenía por “mentor, consejero y guía”, en palabras de la acusación particular.

Más que un profesor, un “guía”

Para la fiscal y las dos acusaciones particulares hay elementos de prueba suficientes como para quebrar la presunción de inocencia, entre ellos, la coherencia de las declaraciones de los dos muchachos a lo largo del tiempo, “rotunda, sin fisuras, coherentes”, según especificó la fiscal, además de las declaraciones de testigos que coinciden en que el maestro, que era encargado del Departamento de Pedagogía (además de hijo del propietario del 50 por ciento del colegio), hacía regalos a las víctimas y a otros alumnos, les llevaba a comer o les llevaba a su domicilio particular para ver películas.

“Los chicos sentían admiración por él. Le querían”, fue una de las consignas expresadas en el juicio y por la que las acusaciones incluyen en sus peticiones de condena la agravante de prevalimiento, ya que el profesor se habría valido de su posición de superioridad para anular la voluntad de los chicos, lo que para las acusaciones queda del todo acreditado en el caso de J..

En cuanto a los informes forenses psicológicos sobre verosimilitud de los hechos, llevados a cabo por el Instituto de Medicina Legal de Tenerife, que en esta ocasión sí utilizó test y otras pruebas homologadas, “demuestran que los testimonios de las víctimas son veraces, sin fisuras y que albergan sentimientos de culpa”, en palabras de la fiscal, que hicieron suyas las acusaciones particulares.

La admiración que sentían los dos muchachos por su maestro, Daniel, era común a otros chicos. En este sentido coincidieron acusaciones y defensa en que el acusado era un referente para sus alumnos, que tenía un grupo de “selectos”.

Las acusaciones tacharon de deleznable que se intentara hacer creer que dos chicos habían urdido una trama durante dos años para desprestigiar al profesor, cuando los afectados han sido ellos “que tuvieron que dejar el colegio y acabar los estudios en un centro nuevo”.

“Pudo confundirle con su mujer”

El abogado de la defensa señaló que “lo que antes era virtud ahora es negativo”, en el sentido de que “ser una persona cercana, admirada, y preocupada por sus alumnos es malo ahora”, y vino a indicar una venganza por parte de una de las víctimas a la que, veladamente, tachó de homosexual.

Esa ha sido la línea de defensa desde el inicio de la instrucción: una venganza por parte de una de las víctimas porque, al parecer, estaba enamorada del acusado, y sintió celos de la otra víctima (D.).

En cuanto a los tocamientos a D., el abogado indicó que el acusado estaba “recién casado” y que “pudo confundirle con su mujer”, y “hacerlo en sueños”.

En cuanto a J., destacó que se habían aportado unas fotografías del muchacho y un grupo de amigos en una jornada de ocio, “y esas fotos de varones no son normales. J. es un buen chico”, dijo. “Pero que recibía afecto por parte de Daniel, y ha fabulado una historia inverosímil”. J., aseveró más adelante, “no era un angelito. Ya había cumplido 16 años en 2010. Ya conocía de la vida. Ni anulación de voluntad ni nada. Eso puede ocurrir la primera vez, pero no dos y tres, como denuncia. Como no dijo nada ni hizo nada, hubo consentimiento”, sostuvo, por lo que pidió una pena alternativa para su defendido, en caso de no ser absuelto.

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