El sol señala el inicio del otoño en el marcador astronómico aborigen del Roque Bentayga
El arranque del otoño ha cumplido una vez más con la cita que mantiene desde tiempos prehispánicos con el marcador astronómico aborigen del Roque Bentayga, donde los primeros rayos solares de la estación generan un juego de luces y sombras que inciden en la plataforma y la cazoleta central excavadas en la toba volcánica tras pasar por la muesca en uve situada en la cresta del promontorio rocoso de cinco metros de alto que domina el sitio.
El hipnótico fenómeno lumínico fue revivido con visible emoción por la veintena de personas inscritas en la actividad organizada por el Ayuntamiento de Tejeda, dentro a su vez del programa de actividades vinculadas a los valores de la cumbre con la financiación del Cabildo a través del Instituto del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y que también ha hecho posible distintos eventos en Artenara.
“El Roque Bentayga es testigo de la evolución de la geología de Gran Canaria y también uno de los enclaves arqueológicos más emblemáticos de la isla y del archipiélago”, enmarcó el arqueólogo José Guillén, inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo e integrante a su vez de equipo del Instituto, que desgranó múltiples detalles sobre la relevancia del lugar y su entorno en el contexto de la cultura y las creencias aborígenes, todo ello en esta actividad que tuvo lugar el 23 de septiembre, día oficial del inicio de la estación otoñal con presencia de nubes altas que velaron el efecto.
La cazoleta, llena de agua por las recientes lluvias, congregó a su alrededor a personas llegadas de distintos puntos de Gran Canaria, caso de Aidil Peña, de Teror, que nunca había subido hasta el Roque Bentayga y que regresó con una visión clara de su significado. “Ahora lo veo de otra manera, porque he aprendido para qué se hizo el almogarén”, señaló. Lucas Quintana, vecino de Las Palmas de Gran Canaria con raíces familiares en Juncalillo, destacó la importancia de extender este conocimiento con actividades de este tipo.
El grupo se distribuyó expectante alrededor de la plataforma cuadrada para contemplar con detenimiento antes de que se levantara el telón los elementos más relevantes de un escenario natural y arqueológico sorprendente. Al frente se levanta la roca en cuya parte superior se encuentra la ventana que recibió al rayo equinoccial una vez que el sol hubo ascendido lo suficiente sobre la cumbre isleña. Una segunda brecha enmarca el Pico de Las Nieves, el punto más alto de gran Canaria, y también se divisa claramente el Roque Nublo.
Denso silencio antes de la manifestación de lo sagrado
Un denso silencio dejó paso a los instantes previos a la centenaria hierofanía o manifestación de lo sagrado, según la visión aborigen. Entre sus particularidades destaca la coincidencia entre la sombra proyectada poco después del amanecer y el glifo o cazoleta grabada en el suelo con paciencia y conciencia, fenómeno que se potencia cuando el sol brilla sin obstáculos y se refuerza el contraste entre el triángulo de sombra y las zonas iluminadas.
Este fenómeno solo tiene lugar en los equinoccios y suscita una obvia comparación con las hierofanías de luz asociadas a los equinoccios que se producen en Risco Caído. Fenómenos similares vinculados a la observación astronómica tienen lugar también en la necrópolis de Arteara, además de en Cuatro Puertas, Acusa y La Guancha.
Esta combinación de dos elementos artificiales, una muesca y un petroglifo, sugiere una especie de técnica de observación utilizada por los antiguos aborígenes insulares. La coincidencia al amanecer entre la sombra proyectada por la muesca y el petroglifo indica la recurrencia de un evento astronómico importante. La evidencia de otros marcadores equinocciales en la isla refuerza más la importancia de este sugerente evento astronómico para los y las antiguos pobladores de la isla.
El Roque Bentaya yergue sus 1.404 metros de altura en el centro de la caldera volcánica de Tejeda, en el corazón del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas de Gran Canaria y juega un papel esencial en el seguimiento que, según apuntan todos los indicios, hacía la población aborigen de la trayectoria de los cuerpos celestes para medir el paso del tiempo y organizar su sociedad.
El seguimiento de los astros habría jugado por lo tanto un papel esencial en la erección y el propósito de determinados santuarios prehispánicos, con algunos especialmente relevantes, incluido el Roque Bentayga, declarado Bien de Interés Cultural y localizado en el corazón de la caldera volcánica de Tejeda y del propio Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 2019.
En su entorno se aprecian también los restos de la muralla defensiva que rodeó el recinto, el centenar de cuevas sepulcrales y de habitación que salpican la vertiente sur y asentamientos humanos desde los siglos XI y XII, si bien en las cercanas Cuevas del Rey se remontan al siglo V.
Las personas que participaron en la experiencia descendieron con un cargamento de conocimientos acerca del Paisaje Cultural. En su atalaya, el Bentayga parecía vigilar al grupo en su marcha, siempre con su aspecto hierático y la seguridad de lo surgido para conectar el cielo y la tierra, orientar a hombres y mujeres aislados en el Atlántico o ser el poderoso cuchillo basáltico que partió la jornada de hoy en dos mitades perfectas de luz y oscuridad.
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