Está muy bien que la alcaldesa de una ciudad tan importante como la que dirige Pepa Luzardo se plante ante las supuestas pretensiones corruptas de dos dirigentes públicos. Y está muy bien que ahora, cuando se le ha venido abajo el quiosco, lo cuente con tanta alegría en un periódico. Pero, ¿ya ha puesto la alcaldesa en conocimiento de la Fiscalía esas pretensiones de Mauricio, Arnáiz y esos respetables empresarios? Porque si no nos equivocamos mucho, más parece que esté hablando de tráfico de influencias, de tráfico de información privilegiada, de maquinación, de malversaciones y, en cualquier caso, de actuaciones contrarias al interés general. Y por cierto, ¿a qué responde ese deseo de salvar a los empresarios, a los que profesa tanto respeto? ¿Es que se acerca una campaña electoral que necesita financiación? Lo mejor que puede hacer la alcaldesa es bajar la temperatura al aire acondicionado.