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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

¿Es Coalición Canaria un partido de tramposos?

El secretario general de CC, José Miguel Barragan (d), muestra unas anotaciones a Julio Cruz, antes de comenzar una reunión. (EFE/Cristóbal García).

Carlos Sosa

En el PSOE de Canarias parece que ya han dicho “hasta aquí hemos llegado”. Su cúpula, que se ha mantenido en respetuoso silencio ante la sucesión interminable de traiciones y desplantes por parte de Coalición Canaria, ha dado el ultimátum definitivo a su socio de gobierno: si se consuma la moción de censura en Granadilla, el pacto se rompe. Lo sabe desde el sábado Coalición Canaria, que para escapar de sus propias contradicciones internas se ha inventado la existencia de un acuerdo con el PSOE según el cual la asonada granadillera se detendría si abandonaba el grupo de gobierno uno de los concejales socialistas, el inquieto Nicolás Jorge, o dos concejales, que a estas alturas nadie se aclara. Un acuerdo inexistente, como vienen clamando desde el viernes los dirigentes del PSOE, que llamaron a todos los medios informativos para desmentir –antes de que se publicara- la noticia que al día siguiente divulgaron los periódicos de Prensa Canaria. “Que enseñen ese documento”, insiste el secretario general de los socialistas canarios, José Miguel Pérez. El documento apareció la tarde de este lunes mediante comunicado de los nacionalistas, pero sin firma alguna. Nunca existió.

Acto I: los correos que no existen

Asegura con grandilocuencia CC que la tarde-noche del viernes y la mañana del sábado, el día de la ejecutiva de CC que acordó por unanimidad continuar con los trámites de expulsión de los concejales rebeldes, el secretario general de CC, José Miguel Barragán, y el de Organización del PSOE, Julio Cruz, se intercambiaron correos electrónicos en los que teóricamente se pactó algo parecido a las dimisiones voluntarias de un concejal sin identificar por cada bando (¿?) y que cuando llegó el momento de firmar ese acuerdo este lunes nadie se presentó. Julio Cruz niega tajantemente que exista el más mínimo intercambio de correos entre él y Barragán: “Que los enseñen”, vino a decir este lunes muy cabreado.

Pero, ¿a qué hora se iba a firmar ese acuerdo que, teóricamente, habría de ejecutarse entre las nueve y las diez de la mañana del mismo día? Si nos remitimos al comunicado que emitió el sábado Coalición Canaria, al término de su comisión ejecutiva nacional, en él se habla muy vagamente de esas conversaciones: “Hemos hablado con el partido socialista para ver si el acuerdo que queremos negociar con nuestros concejales se puede llevar a cabo, ya que ellos tampoco quieren la expulsión, sino tratar de llegar a un acuerdo. Así que vamos a intentarlo, entre hoy y mañana; pero si no hay un acuerdo se materializará la expulsión de los concejales”. Se insiste, sin embargo en ese comunicado en que “teniendo como límite las 10:00 horas del próximo lunes día 26 de septiembre, se mantendrán contactos con los siete concejales firmantes de la moción de censura no autorizada ”para intentar buscar una solución pactada y que tengan una última oportunidad de retirar esa moción de censura“.

Acto II: Barragán se rinde; Ruano se viene arriba

El plumero del engaño ya asomó la patita el jueves pasado, cuando en la mesa de seguimiento del pacto se tensionaron un poco los ánimos al amenazar Rosa Dávila (consejera de Hacienda y comandante del núcleo duro) con dirigirse a Ferraz para que ejerciera de árbitro. Julio Cruz le animó socarronamente: “Si te das prisa, coges el primer avión mañana por la mañana”. Fue Barragán el que recondujo la situación: “El problema es nuestro, Rosa, no del PSOE, somos nosotros los que hemos creado esta situación”. El secretario general de CC se rindió la noche del viernes, a algunos les contó que este iba a ser el último servicio que prestaría a su partido. Pero a alguna mente retorcida de las muchas que abundan en la cúpula nacionalista se le ocurrió la solución: hagamos que sean ellos los que incumplen. Redactemos nosotros el acuerdo y hagamos un acta de la reunión –firmado por el irrepetible José Miguel Ruano- para hacer creíble el invento. Y se puso en marcha la mascarada.

La engañifa ha servido a Coalición Canaria y a sus medios afines para tratar de endosar la traición al traicionado: que no sean los nacionalistas los que incumplen en un ayuntamiento específicamente mencionado en el documento del acuerdo regional (donde aparece estampada la firma de Fernando Clavijo) , que sean los débiles socialistas los que, en un requiebro imposible, tendrían que haber obligado a un concejal a dimitir incurriendo en una clara vulneración de derechos fundamentales para que el socio nacionalista pudiera cumplir con su compromisos. Resulta incluso insultante. Porque resulta imposible creer que una moción de censura, en la que los tres partidos políticos censurantes (CC, PP y Ciudadanos) ya se andan hasta repartiendo los cargos, decaiga porque un concejal del grupo censurado abandone su puesto, cosa que tendrá que hacer en breve si se confirma su enjuiciamiento por un caso de corrupción del que también será acusado el alcalde víctima de la conjura. ¿Hacer dimitir a un concejal del partido atacado por el socio traidor? ¿En qué cabeza cabe semejante estupidez?

Acto III: Que rompan ellos

Es cierto que al PSOE no le conviene en absoluto romper su acuerdo regional con Coalición Canaria. Lo ha venido demostrando con su absoluta sumisión estos quince meses de suplicio, con ataques constantes dentro y fuera del Gobierno. Pero es que a Coalición Canaria nadie le arrienda las ganancias: echar a los socialistas del Ejecutivo, donde se han mostrado hasta ahora entreguistas, obligaría a un pacto con el siempre solícito PP de Asier Antona y el acuerdo aunque sea ocasional con el líder gomero Casimiro Curbelo, que tiene las tres actas parlamentarias de oro. Más placidez que con el PSOE parece imposible.

Pero este nuevo episodio en la sucesión interminable de trampas y traiciones no parece que se lo vaya a tragar con facilidad el PSOE, ni siquiera por mantenerse dentro del Gobierno. Y ya no solamente por una cuestión de dignidad política, que llegó a parecer perdida para siempre, sino porque con Granadilla, Coalición Canaria ha mordido hueso: el feudo de los alcaldes del Sur, de donde partió el principal apoyo orgánico para que Patricia Hernández fuera la candidata a la Presidencia del Gobierno en las elecciones de mayo de 2015.

Por eso José Miguel Pérez quiere convocar a la Ejecutiva Regional este mismo miércoles, 24 horas después de que triunfe (si finalmente triunfa) la moción de censura de Granadilla, para escuchar a los alcaldes del Sur, a Patricia Hernández, a Manolo Fajardo, a Loli Corujo, a Gustavo Matos… para canalizar la indignación socialista hacia una respuesta contundente al socio traidor. ¿Podría ser La Laguna esa primera respuesta? No hay para esto una respuesta sencilla porque la dirección regional ha perdido la confianza en Javier Abreu, el líder lagunero del partido, y porque nadie da por seguro que todas las fuerzas políticas de la oposición –una vez descartado el PP- se pongan de acuerdo para desalojar al alcalde José Alberto Díaz.

También puede ocurrir que, una vez más, no haya respuesta alguna –o al menos respuesta inmediata- ante la nueva humillación al PSOE. Porque si los socialistas rompen el pacto, será Coalición Canaria la que empiece a desalojar de las instituciones a los concejales y consejeros del PSOE con los que comparte gobierno. Empezando, claro está, por el Cabildo de Tenerife, donde un combativo Carlos Alonso está afilando la guadaña desde que dio comienzo esta legislatura para cortar cabezas a los que considera invasores de sus predios. Será interesante conocer la opinión de Anselmo Pestana, presidente del Cabildo de La Palma; o de Blas Acosta, vicepresidente del de Fuerteventura en un pacto con Marcial Morales, de CC.

A estas alturas de la polémica y aunque Ferraz no está para muchos trotes, Fernando Clavijo ya debe haber telefoneado a Pedro Sánchez para quejarse una vez más de lo traviesa que es su muchachada canaria. Es sabido que Clavijo no habla con medianeros y que Sánchez le dice que sí a todo. No es tan sabido que la decisión de lo que hacer con el socio canario la traslada inmediatamente el secretario general del PSOE a su homólogo de aquí, José Miguel Pérez, con la coletilla final de “haz lo que te parezca mejor”. Los estrategas del clavijismo deben estar salivando ante la posibilidad, de momento remota, de que Pedro Sánchez les pida el voto de Ana Oramas para una hipotética investidura del socialista, en el caso de que por un milagro aun no descrito en los anales a Ciudadanos le de por abstenerse en un Gobierno de Pedro y Pablo al que los nacionalistas canarios ya han dicho que ni de coña.

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