Mientras Luis Soria pide permiso a su hermano para abandonar el despacho de consejero que ya no es, José Manuel entra en crisis. Bueno, él y su inseparable Larry Álvarez, sumido de repente en un sepulcral silencio, tan en contraste con sus exabruptos de las últimas semanas. A ambos, a Soria y a Luis Larry les achacan desde distintos sectores del PP la mala gestión de esta crisis, la excesiva agresividad, la soberbia y el ridículo. Y no crean que las críticas se han iniciado después de la expulsión, porque ya hubo conatos muy serios el sábado, en el comité ejecutivo. Cristina Tavío, la presidenta del PP tinerfeño, dejado ahora de la mano de Dios mientras Soria se recluye en Gran Canaria, ya levantó la voz y las primeras críticas al líder. Que parecía infalible.