Menos mal que a Suárez Gil le queda todavía el recuerdo del sonoro abrazo que se metió entre pecho y espalda con Jerónimo Saavedra el pasado sábado por la noche en la celebración de la boda de un hijo de Francisco Rodríguez Batllori. No nos fijamos muy bien en quién buscó a quién, pero les garantizamos que fue muy comentado el achuchón. Las mentes malpensantes que tan a menudo nos inspiran han hablado de fraternal abrazo, en una clara insinuación a pertenencias masónicas. Pero hemos de tranquilizar a las diferentes obediencias no salvajes porque a algunos les siguen saliendo bolas negras por más que lo intentan. Incluso pudiera estarse dando el caso de que el mismo que propone al aspirante sea el primero en meter la dichosa bola, y así ganar un año sin aguantar el coñazo.