Vuelve Juan Domínguez, vuelve el tránsfuga, el paradigma del político repudiado abiertamente por los ciudadanos. Y ha vuelto para demostrar que callado está más bonito, que a José Miguel Bravo de Laguna le sería más rentable, por una vez y sin que sirva de precedente, hacer caso a la oposición socialista y apartarlo de todos sus cargos de gestión directa, manteniéndole su suculento sueldo, su coche oficial y algunas dietas, con la única obligación de acudir a los plenos a levantar la mano a favor del PP. Es un peligro para el dinero público y para la gestión que le es exigible. Su corta trayectoria en política lo atestigua sobradamente, por donde pasa deja un tufo a irregularidad y mendacidad que tira para atrás, por mucho que su servicio de prensa y propaganda se empeñe en atiborrar a los periodistas de simpáticos comunicados en los que Domínguez aparenta pasar como un activo gestor especializado en pases de modelo. Su penúltima aportación a la galería de disparates que componen sus dos años y pico de consejero del Cabildo de Gran Canaria ha sido dejar perder 1,9 millones de euros destinados a contratar parados en la Isla. Dice este tránsfuga que no le gusta el diseño de las políticas de lucha contra el paro del Gobierno canario, donante de esa pasta gansa, y que se la meta por lo tanto por donde le quepa. Una negligencia propia de quien, por incapacidad, ni siquiera ha conseguido estabilizar en este mandato a un responsable al frente del área de Empleo, de la que es teórico responsable, por su empeño en aplicar el enchufismo y el favor político. Pero no contento con perder esos fondos gubernamentales y consciente de que es una cagada monumental, ha optado por una torpe y pordiosera huida hacia adelante: exigir al Gobierno que no reparta ese millón novecientos mil euros entre los 89 municipios canarios, sino que los destine exclusivamente a la Isla cuyo Cabildo los dejó peder irresponsablemente. Exigir es el verbo empleado: Juan Domínguez exige al Gobierno canario que invierta en Gran Canaria con las mismas políticas de lucha contra el paro que le llevaron a él a rechazar esos fondos.