La ha cogido Paulino Rivero con las consultas populares, que si un referendo para las prospecciones petrolíferas, que si otro para la reforma del Estatuto de Autonomía. Y no lo hace porque crea que alguna de sus propuestas vaya a prosperar, que sería lo suyo, a ver si se calla. Lo hace sencillamente porque le gusta utilizar para la guerra política un mecanismo democrático en el que seguramente no creerá lo más mínimo. Como no cree su partido, que tiene delante de sus narices varios referendos ciudadanos y se los pasa todos por donde no se debe. Mientras, en Puerto del Rosario, su ayuntamiento se dispone a consultar con los vecinos el modelo a aplicar en el frente marítimo de la ciudad, luego de un amplio debate que se va a abrir en breve. Caramba, qué parecido a lo que se hace en territorio Luzardo, donde la consulta consistió en abrir una exposición para que los súbditos la avalaran con su sola presencia. Y ya está la decisión tomada con consulta tan decisiva. Menos mal que Arnáiz se cambia de bando, según teme Pepa.