Nadie puede negar que, desde este domingo, el primer partido activado para las elecciones de 2011 es el socialista. Lo ha conseguido gracias a ese proceso de apariencia cainita que, como quedó patente tras proclamarse los ganadores, se transforma de repente en integrador y fraternal como si lo dicho y hecho durante las últimas semanas fuera puro confeti, ese que con un aspirador desaparece sin dejar manchas. Tomás Gómez y José Miguel Pérez, junto a la murciana Begoña García Retegui, son los candidatos a sus comunidades autónomas más orgánicamente respaldados de cuantos vaya a presentar el PSOE. Y lo son porque se han sometido a un proceso duro, a un desgaste interno y externo verdaderamente peligroso. Pero Gómez y Pérez (desconocemos las entretelas del PSOE murciano) salen en apariencia muy fortalecidos públicamente y, lo que es mejor, respaldados por la militancia, que en su mayoría ha vuelto a cerrar filas en torno a su respectivo aparato, al viejo aparato socialista, que ha demostrado en Madrid y en Canarias que está muy bien engrasado. Ahora toca ganar, que ésa es otra.