En la marina de Anfi, situada junto a esa isla en forma de corazón que hizo construir Lyng ante el complejo de Anfi, subieron el precio de los cien atraques de forma excesiva, lo que produjo la queja de la Asociación Náutica Barranco La Verga. Las protestas de los arrendatarios no fueron atendidas en el momento procesal oportuno, dado que los atraques en Gran Canaria son escasos gracias, entre otros, al Partido Popular, que en ocho años no hizo nada por una política seria de muelles deportivos en zonas turísticas. Así las cosas, los receptores de las críticas pasaron ampliamente de los asociados, que se fueron a ver a un abogado. El letrado no se andó con chiquitas y ha presentado un escrito denunciando la presunta ilegalidad de obras realizadas por Anfi Real Estate. Agarrándose de tal circunstancia, los atracados han solicitado la caducidad de la concesión otorgada en su día a Anfi, y de ese modo propiciar una quiebra indirecta de la empresa turística. Quieren, ni más ni menos, que les regalen el atraque que ahora tienen en alquiler.