Es la devastación ideológica, el arrinconamiento facineroso al pensamiento de izquierdas en cualquiera de sus manifestaciones, siquiera la más blanda, la de la protección social básica. La presión social ha llevado a Rajoy a mantener la ayuda extrema de los 400 euros, pero transformándola de tal manera que se va a convertir en una caricatura solo apta para los que están en situación límite y haciendo un tenaz esfuerzo para demostrarlo. Los demás tendrán que resignarse a ver cómo el Gobierno les abandona a su suerte y cómo encima les pide que hagan un mayor esfuerzo por reincorporarse a un mercado laboral lastrado por la crisis y por la reforma legal que ha aprobado el mismo Gobierno que les insulta. Ante este tsunami fascista solo queda la rebelión y solidarizarnos con los millones de trabajadores, asalariados, autónomos y desempleados que votaron al Partido Popular creyéndose sus mentiras. Mariano Rajoy no está respondiendo a esas personas que confiaron en él, no está legitimado para presidir un Gobierno que hace exactamente lo contrario que prometió, aun conociendo por experiencia propia o por los errores de sus predecesores lo que se nos venía encima. No está legitimado para continuar siendo presidente un solo día más.