Prisiones da prioridad a los informes individualizados de los presos antes que a las tablas “de los años 90”

Juan Francisco Mejías González, durante el juicio en el que fue condenado por asesinar a su pareja

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

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El dato en el que se basó la Audiencia Provincial de Las Palmas para autorizar el permiso al preso Francisco Mejías, huido desde el pasado 27 de diciembre, no es el que utiliza como mayor referente Instituciones Penitenciarias en España. Así lo corroboró a este periódico el director de Las Palmas II, la prisión de Juan Grande a la que no regresó el asesino, al ser preguntado por los motivos esgrimidos por la Justicia para justificar su actuación.

Según el presidente de la Audiencia Provincial, Emilio Moya, su sala, la Sección Sexta, otorgó el permiso basándose en que la tabla de riesgo que maneja la Junta de Tratamiento del establecimiento penitenciario había cifrado en un 5% el riesgo de fuga del interno. “Se trata de tablas de los años 90”, dijo a este periódico el director de Las Palmas II, Ricardo Gutiérrez. Unas tablas diseñadas “en una época en la que la sensibilidad para asuntos como este de la violencia de género no era la misma que la actualidad”.

Por lo tanto, la tabla que arroja un riesgo de fuga del 5% para este penado concreto no revela más que el resultado de “un factor numérico” fruto de una serie de variables que se tomaban en consideración hace más de veinte años.

“Realmente esos preceptos no los tomamos en cuenta”, enfatizó el director de la prisión. “Nosotros nos basamos más en los informes individualizados”, aquellos que elaboran los profesionales de las distintas disciplinas que tratan a los internos de la prisión.

El informe individualizado del interno Francisco Mejías, que en 2004 asesinó con un cuchillo a su compañera sentimental, asestándole dos decenas de puñaladas en presencia de los hijos de ambos, hablan desde hace meses de que el interno sufría “una involución”. Según esos informes, incorporados al expediente en poder de la Justicia y en el que debió haberse basado también la Audiencia Provincial de Las Palmas, hablan de que Mejías “no asume ningún tipo de responsabilidad por los hechos [cometidos] y se niega a progresar y a someterse a ningún tipo de tratamiento”.

Tal actitud “cualifica negativamente su conducta e incrementa exponencialmente el riesgo de reincidencia y la peligrosidad del interno”, se puede leer en los informes de la Junta de Tratamiento. Además, los expertos de la cárcel restaban importancia al hecho de que el interno hubiera regresado sin incidencias tras los permisos anteriores. Tales permisos, se puede leer en los informes, “no están actuando como aliciente a su reinserción, sino todo lo contrario”. Entre otros motivos porque “los está disfrutando de forma ordinaria, no ve necesidad de esforzarse en la asunción de responsabilidad ni en consolidar una evolución positiva”.

Cuatro meses antes de su último permiso, cumplido hace ya doce días, Mejías lanzó una clara amenaza a la que hoy es su esposa, una mujer con la que contrajo matrimonio civil en la prisión en 2009. Mejías le lanzó la sospecha de que mantenía una relación sentimental con un cuñado, con el que acude cada día al trabajo en un hotel del sur de la isla, y le advirtió: “Tu verás; ya sabes de lo que soy capaz”.

Desde entonces, la mujer cortó todo tipo de relación con el interno, y ahora está siendo custodiada las 24 horas por la Guardia Civil de la localidad en la que reside.

Francisco Mejías fue condenado en 2005 a 22 años de prisión por el asesinato de la que era entonces su pareja, Fabiola González, en el municipio que ambos compartían con sus hijos en la ciudad grancanaria de Telde.

Doce días después de su fuga, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado continúan buscándolo en la isla de Gran Canaria al no existir constancia de que la haya podido abandonar.

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