Mojácar y el Levante. La costa de Almería más allá de Cabo de Gata

Mojácar, uno de los pueblos más bonitos de España.

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Cabo de Gata marca uno de los puntos culminantes de la costa del sur de España. En este lugar, la fachada mediterránea de Andalucía ‘tuerce’ hacia el norte buscando ya las costas del levante peninsular a través de una sucesión brutal de playas, calas, cantiles y campos de apariencias yermas que son uno de los espacios naturales (y culturales) más intensos del país. Un lugar que está entre nuestros más estimados –recuerdos de jornadas muy felices en la Isleta del Moro, nuestra playa preferida de toda Andalucía-. Pero la costa almeriense es mucho más que Cabo de Gata. Si bien el mar de plástico (esa inmensa sucesión de invernaderos que cubren el poniente almeriense) desluce un poco las playas del oeste, más allá de Carboneras –la población que marca el límite oriental de Cabo de Gata- hay lugares que no desmerecen, para nada, la buena fama de las costas de esta provincia tan magnífica como desconocida. Un ejemplo es la coqueta Playa de los Cocedores, ya en la frontera entre Andalucía y Murcia. Esta bahía perfecta se llama así porque en ella vivieron antiguos trabajadores del esparto, que habitaban en las cuevas que hay en las paredes que encierran las aguas en un charcón de aguas mansas y transparentes. Una auténtica gozada.

Mojácar es otro de los mitos de esta comarca. Es, con justicia, uno de los pueblos más bonitos y auténticos de España. Un lugar que ha sabido mantener su esencia y que evoca lo que debió ser la costa andaluza antes de que el turismo de masas empezara a transformarlo todo. Mojácar es una población de origen morisco. Algo que salta a la vista cuando se atraviesa la Puerta de la Ciudad y se asciende por sus callejuelas estrechas. La diferencia con otras localidades de la zona es que aquí se han conservado sus casas blanquísimas que dan a la ciudad un aspecto de medina. Una herencia que aún persiste en lugares como la Fuente Mora o de los trece caños, el lugar en el que, según la tradición, las últimas autoridades musulmanas entregaron la población a los cristianos. Los alrededores de la Calle Arrabal también recuerdan aquellos tiempos de la España de las tres culturas. Este barrio de callejuelas sinuosas situado fuera de las antiguas murallas sirvió de judería durante siglos y hoy es uno de los rincones mejor conservados del pueblo.

¿Qué ver en Mojácar? Más allá de dar un buen paseo sin rumbo predeterminado, te recomendamos visitar la Casa de la Canana (Calle Esteve, 6; Tel: (+34) 950 164 420), un pequeño museo etnográfico situado en una casa tradicional primorosamente restaurada y la Iglesia de Santa María (Plaza Iglesia, 2; Tel: (+34) 607 262 786). ¿Otra iglesia más? Sí. Este templo es digno de verse por varias razones. La primera es su construcción a modo de fortaleza; la segunda porque aún se conservan algunos elementos de la mezquita y la tercera porque ahí mismo tienes la bonita plaza porticada de El Parterre y la estatua de la Mojaquera, representación que rinde homenaje a las mujeres del lugar. Otro punto neurálgico importante es el Castillo. De la antigua fortaleza apenas quedan algunos muros confundidos entre las casas, pero llegar hasta la cúspide del pueblo te va a obligar a pasar por lugares como la calle Tico Medina o Puntica, dónde se encuentran algunos de los rincones más bonitos.

Mojácar costa.- Diecisiete kilómetros de litoral dan para mucho. En el entorno de Mojácar Costa tienes grandes playas y urbanizaciones turísticas, por fortuna, mucho más discretas que en otros puntos de la costa andaluza. Pero también hay espacio para algunos tramos de litoral salvaje que recuerdan la cercanía de Cabo de Gata. Desde Playa Macenas, dónde podrás ver una torre defensiva del siglo XVIII, parte una pista de tierra que conecta la zona de grandes playas con una sucesión de pequeñas calas vírgenes como  Bordenares o Sombrerico. Por el camino puedes aprovechar para ver la Torre del Pirulico, una de las muchas atalayas defensivas que se encuentran por toda la costa mediterránea. Pero esta es especial por su antigüedad, ya que es una de las pocas torres vigía de época nazarí (siglos XII-XIV) que quedan en la zona.

Sorbas por arriba y por abajo.- Al pequeño pueblo de Sorbas lo llaman la Cuenca Blanca o la Cuenca de Almería. Y basta un vistazo desde las inmediaciones de la Nacional 340 para darse cuenta el porqué de ese apelativo. La población se encuentra aupada a una mesetilla rocosa que deja buena parte de sus casas colgadas del abismo. No es Cuenca, pero también merece una paradita. En el pueblo, aparte de su conjunto de Casas Colgadas también hay varios edificios históricos de interés como Palacio del Duque de Alba (Plaza de la Constitución, 11), la Parroquia de Santa María (Plaza de la Constitución, sn) o el horno árabe del Barrio de Las Alfaferías (El Olivo, sn). Este pueblo aún es famoso por la calidad de su cerámica (nosotros tenemos dos piezas preciosas de la Alfafería Juan Simón –San Roque, 19; Tel: (+34) 950 36 40 83; E-mail: alfareriajuansimon@gmail.com) con una tradición que se remonta al Neolítico.

Pero este lugar es famoso por lo que se esconde bajo su superficie. Las Cuevas de Sorbas (Paraje Barranco del Infierno; Tel: (+34) 950 364 704; E-mail: info@cuevasdesorbas.com) o Yesos de Sorbas es uno de los complejos kársticos (cuevas excavadas por el agua en terrenos calizos o grandes depósitos de yeso) más importantes de Europa. En el pueblo hay un centro de interpretación en el que se explican todos los detalles de esta fantástica formación geológica, pero la visita a las cuevas merece mucho la pena –y hay recorridos para todos los públicos-.

La geoda de Pulpí.- Esta tierra es fecunda en maravillas geológicas y la Geoda de Pulpí (Polígono S-AG2A, 33 –Pulpí-; Tel: (+34) 950 962 727; E-mail: informacion@geodapulpi.es) es una de las más grandes del mundo. Esta geoda de cristales de yeso es tan enorme que es posibles entrar en ella –tiene ocho metros de longitud y unos dos de alto, por lo que es posible transitar por su interior-. Pero la geoda no lo es todo. La entrada incluye un paseo por la Mina Rica que se explota desde el siglo XIX y fue una de las explotaciones de hierro más importantes de España. Las geodas de gran tamaño son habituales en este lugar. No son tan grandes como la que da nombre a la atracción, pero no dejan de ser espectaculares.

Cuevas de Almanzora; patrimonio a punta pala.- Cuevas del Almanzora es mucho más que un pueblo bonito. Y no hay más que echarle un vistazo a su casco urbano para darse cuenta de que estamos en un lugar que disfrutó de relevancia hasta hace bien poco. La riqueza minera de estas tierras (sobre todo en plomo y plata) del levante almeriense es legendaria y se explotó casi sin descanso desde el siglo X AC hasta prácticamente antes de ayer. Las Cuevas del Calguerín, situadas en una pared rocosa a la vera del Almanzora son una de las señas de identidad del pueblo y también un ejemplo de la pervivencia de formas de vida a lo largo de los milenios. Las cuevas más antiguas (hay unas 260) datan de los tiempos de la Cultura Argárica (entre el 2200 y el 1550 AC), pero fueron usadas como viviendas por fenicios, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos. Algunas de estos hipogeos milenarios aún se usan como viviendas. Una de ellas se ha transformado en un museo (El Vergel, 1; Tel: (+34) 950 618 424) en el que puedes ver cómo se vivía y se vive en una de estas casas excavadas en la roca. El nexo que une la ciudad troglodita y milenaria con la decimonónica y burguesa es el Castillo del Marqués de los Vélez (Plaza la Libertad, sn; Tel: (+34) 950 548 707), una robusta fortificación del siglo XVI que hoy sirve de museo de arte y arqueología.

En Cuevas del Almanzora hay otros lugares que ver. Un paseo por su casco urbano pone de manifiesto la riqueza que vivió la ciudad durante el siglo XIX. Las explotaciones mineras dejaron un rastro de edificios notables como la Casa Torcuato Soler Bolea (Plaza Constitución, 1) o el Teatro Echegaray (La Rambla, sn).También hay algunos monumentos religiosos notables, como la Iglesia de la Encarnación (Plaza la Encarnación, sn; Tel: (+34) 950 456 078), pero a nuestro juicio tiene bastante más interés el pasado minero de la población. En el Barranco del Jaroso (acceso desde Los Lobos) se encuentran alguna de aquellas minas que convirtieron a Almería en la principal productora de plata de Europa durante el XIX. Otro lugar vinculado con la actividad minera es el Poblado del Arteal (acceso desde Herrerías), un complejo de barracones construido para los mineros que trabajaban en las explotaciones de la zona.

La Necrópolis fenicia de Villaricos (Sólo se puede visitar concertando con antelación en el teléfono (+34) 619 234 475).- En Villaricos nos encontramos con uno de los yacimientos arqueológicos más enigmáticos e importantes de esta parte de la Península. Almería es muy fecunda en restos de casi todas las culturas que han tenido asiento o presencia en la Península Ibérica. Aquí nos topamos con uno de los más importantes restos de la presencia fenicia en las costas españolas. Entre los siglos VII y III AC, aquí floreció la ciudad costera de Baria, una de las más importantes colonias fenicias en las actuales costas de Andalucía. Y de esa importancia da fe la necrópolis en cuyos hipogeos (cámaras excavadas en la roca) se han localizado más de 2.000 tumbas. Muy cerca de la costa puedes ver la Torre de Cristal, otra de las baterías de defensa que se levantaron en el XVIII para defender el sur de España de los piratas norteafricanos. Pero también algunos restos de Baria, que pueden verse al pie del castillete. Baria fue, tras la Segunda Guerra Púnica, municipio romano siguiendo con una ocupación que solo se interrumpió tras la llegada de los musulmanes en el siglo VIII. Este lugar es un importantísimo enclave arqueológico que ha dado numerosas piezas que pueden verse en el Museo Arqueológico de Almería o el Nacional de Madrid.

La fantástica AL-7107.- La carretera de la costa conecta Mojácar Playa con otras grandes áreas playeras de la comarca (Garrucha, las playas del municipio de Vera…) pero más allá de Villaricos se interna en una zona agreste de pequeño cantiles y calas que bien merece el paseo. El premio final es la Playa de Cocederos de la que te hablamos al principio del texto, pero en medio tienes un rosario de pequeñas calas casi siempre solitarias que son ideales para darse un chapuzón (sobre todo si el Mediterráneo está planchado).

Fotos bajo Licencia CC: Matt Boulton; nainenn; Fred PO; Julen Iturbe-Ormaetxe; Roy Luck; Jose Maria Cuellar; Ben n Rebecca McIntyre; Jorge Álvaro Manzano

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