Guía para pasar un par de días en Tarragona

La Catedral de Tarragona desde el carrer Major.

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Durante algunos siglos, esta fue la ciudad más importante de toda la Península Ibérica. Una ciudad que llegó a ser capital de una de las más grandes provincias del Imperio Romano (la Tarraconensis, que ocupaba casi la mitad de lo que hoy es España y Portugal).La Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco era una pequeña Roma con anfiteatro, circo, imponentes fortificaciones, templos, foros gigantescos, termas y todos los grandes edificios públicos de las grandes urbes del imperio. Gloria convertida en piedra que pervivió a lo largo de los siglos. Tarragona es una verdadera gozada para los amantes de los viajes con contenido cultural (su conjunto arqueológico forma parte del listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO). Buena para una excursión desde Barcelona (lo más importante puede verse en una jornada de paseo a conciencia) e ideal para pasar al menos dos o tres días. No es grande: pero tiene mucho que ver.

COMO LLEGAR.- Desde la capital catalana, la mejor opción es el tren (Renfe). El AVE cubre la distancia entre Barcelona y Tarragona (Estación Camps) en media hora con un precio medio de 27 euros -18 euros la opción AVANT-. Por su parte, la línea Regional Express (el recorrido es espectacular) tarda una hora y 31 minutos y el precio ronda los 8 euros. La empresa de autobuses ALSA ofrece varias frecuencias diarias desde Sans. El trayecto demora una hra y media y el precio ronda los 9 euros. En el Aeropuerto de Reus (a 11,9 kilómetros del centro de la ciudad) operan las siguientes compañías aéreas: Brussels Airlines;  Easy Jet; Jet2.com; Ryanair; Transavia y TUI Airways. El Aeropuerto de Barcelona se encuentra a 86,8 kilómetros.

QUE VER y HACER.- Lo más importante es estar dispuesto a darle a la patilla. Como te decíamos antes, la ciudad es relativamente pequeña y todo lo que hay que ver se encuentra en un radio que no supera los 45 minutos andando. Pero también hay lugares que se encuentran a los alrededores del casco que merecen la pena aunque ya incidiremos en esa cuestión al final de esta pequeña guía útil de la ciudad. Como sucede en la mayoría de las urbes milenarias, hay varias Tarragonas: y la primera gran diferencia la marcan las antiguas murallas romanas y medievales, que encierran el casco histórico. El Paseig Arqueologic recorre los lienzos oeste y norte de las murallas y parte desde la Porta de Roser. En nuestra modesta opinión, esta es la mejor manera de iniciar la visita. Echa un vistazo a las murallas y entra en ‘Tarraco’ por este antiguo arco medieval. Nada más entrar te vas a encontrar con el primer punto destacado: una espectacular Maqueta de Tarraco (Plaça del Pallol, 3; Tel: (+34) 977 25 07 95) en la que vas a poder ver cómo era la ciudad en tiempos de los romanos. Es una buena manera de empezar el paseo por el laberinto tarraconense.

Después de la caída del Imperio, Tarragona se volvió más pequeña. Por eso los restos romanos se encuentran dispersos entre la vieja y la nueva ciudad. El burgo medieval se concentra en la zona norte, alrededor de la Catedral de Tarragona (Pla de la Seu, sn; Tel: (+34) 977 22 69 35). Merece la pena visitarla por dentro. Sólo por ver los capiteles del claustro, la entrada está bien pagada. Aprovecha para rodear el edificio y buscar los rastros de Roma. Muchas de las piedras que formaron la Tarragona medieval salieron de los viejos edificios romanos y la catedral no iba a ser menos. En los muros del Carrer de les Coques podrás ver como las piedras de viejos templos romanos se usaron para construir la iglesia. Hay ejemplos similares por toda la ciudad pero el más espectacular es el Circo Romano (Rambla Vella, 2; Tel: (+34) 977 242 220) que, literalmente, sirvió de cimientos para multitud de casas y que aún tiene (aunque bajo muros, vigas y calles) buena parte de su estructura intacta. La Plaça de la Font, uno de los espacios paradigmáticos de la ciudad vieja –e ideal para comer o cenar-, se encuentra justo encima de la antigua pista de carreras de Tarraco que medía más de 300 metros de largo por casi 120 de ancho. Justo al lado de la grada del circo que ha quedado al descubierto se encuentra la Torre del Pretor (Plaça del Rei, sn; Tel: (+34) 977 221 736), restos de uno de los foros de la ciudad romana que, durante la Edad Media, se convirtió en palacio y fortificación (uno de los lienzos de la muralla aprovechaba la estructura del circo y llegaba hasta la Torre de les Monges). ¿Merece la pena visitar el Museo de Historia de Tarragona? Sí; aún si no eres mucho de ver museos. Las colecciones del MHT (Plaça del Rei, sn; Tel: (+34) 977 22 17 36; E-mail: mht@tarragona.cat) están centradas en el pasado romano de la ciudad y contiene piezas únicas. La ciudad te muestra los restos de los grandes monumentos y el museo la vida cotidiana de las mujeres y hombres que vivieron en ella.

Si has resistido la tentación y has empezado por dónde te hemos dicho, ahora te encontrarás en el Balcón del Mediterráneo mirando la joya de la corona. El Anfiteatro de Tarragona (Parc de l'amfiteatre, sn; Tel: (+34) 977 242 579) es el símbolo inequívoco de la herencia latina de la antigua capital tarraconense. Su ubicación, al borde de la Playa del Miracle, acentúa su espectacularidad. Para ver los otros yacimientos romanos de la ciudad hay que bajar hacia el puerto y rastrear entre las manzanas de edificios de la Tarragona moderna. Otro de los imprescindibles es el Foro Romano (Carrer de Lleida, sn; Tel: (+34) 977 242 501) donde vas a poder ver restos de los antiguos edificios administrativos y hasta el empedrado de la vieja calle. El Teatro romano está cerca (Carrer de Sant Magí, 1) y en el Jardín del Vapor (Acceso por Carrer Dr. Zamenhoff) puedes ver las huellas del puerto en tiempos del Imperio.

Un secreto junto a las murallas.- El Seminario Pontificio de Tarragona (Carrer de Sant Pau, 4,) se encuentra en el extremo norte de la ciudad vieja (sus muros coinciden con los de la muralla). Pocos saben que en uno de los claustros de este complejo de edificios sobrevive una pequeña joya románica: la Capilla de Sant Pau. El lugar es poco conocido y casi nadie pasa a verla aunque merece mucho la pena.

El Conjunto paleocristiano del Francolí.- Unas obras cerca del cauce del río dejaron al descubierto restos de varias estructuras. Aquí se encontraron una antigua domus romana y un edificio de planta basilical en el que empezaron a descubrirse una cantidad importante de sepulturas. Hoy, la Necrópolis Paleocristana (Avinguda de Ramón y Cajal, 84; Tel: (+34) 977 211 175) es otro de los atractivos arqueológicos de la capital tarraconense.

LA CIUDAD NUEVA.- La Rambla Nova y la Plaça de la Font sirven de frontera física entre la ciudad medieval y la moderna; una calle que se trazó siguiendo el lienzo sur de la muralla que, a su vez, aprovechó los muros del graderío del circo. Esta preciosa rambla arbolada va desde el Balcón del Mediterráneo a la Plaza Imperial Tarraco dejando algunas postales bonitas que tienen como protagonista al modernismo catalán. A lo largo del trazado vas a descubrir buenos ejemplos de este estilo artístico como la Casa Salas (número 36); la Casa San Romá (37);  la Casa Musolas (88) o el magnífico edificio de La Cambra de Tarragona (Av. Pau Casals, 17). Aprovecha y pasea hasta la Plaza Imperal Tarraco para ver el monumento a los castellers, una de las más bonitas y espectaculares tradiciones de esta tierra. Otro lugar muy representativo del modernismo catalán en la ciudad es el Parque de San Rafael, donde podrás ver una preciosa quinta que fue construido por la familia  Puig i Valls como lugar de retiro a poca distancia de la ciudad (es un palacete precioso). Otros puntos de interés a ‘extramuros’ son el Mercado de Tarragona (Plaça de Corsini; Tel: (+34) 977 897 888) y la Tarraco Arena (Carrer de Mallorca; Tel: (+34) 977 211 985), antigua plaza de toros construida, como no, en el bonito estilo modernista.

IR HASTA EL PUENTE DEL DIABLO.- Si decimos acueducto romano pensamos de manera inmediata en Segovia. Pero Tarragona también tiene su acuducto aunque un poco apartado del centro urbano. Lo llaman Puente del Diablo, ya que la tradición cuenta que, como sucede con otras estructuras similares de la Península Ibérica, fue el mismísimo demonio el que ayudó a levantar esa imponente arquería de piedra que mide 217 metros de largo, alcanza una altura máxima de 27 y acumula una suave caída que apenas alcanza los 40 centímetros. Este acueducto, que conduce el agua desde el Río Francoli hasta las partes altas de la ciudad, abasteció de agua a los habitantes de la ciudad hasta los inicios del XVIII. Si tenemos en cuenta que se construyó en el siglo I AC estuvo unos 1.900 años en servicio. Para llegar aquí en transporte público puedes tomar las líneas 5 y 85 de los autobuses de Tarragona. Las paradas de ambas líneas más cercanas al centro histórico están en la Avenida Prat de la Riba y la Plaza Imperial Tarraco (ver mapa).

UN PASEO POR LA ANTIGUA VÍA AUGUSTA.- La carretera N-340 sigue el trazado de la antigua Vía Augusta, una calzada que unía la ciudad de Cádiz con Roma conectando algunas de las ciudades más importantes de Hispania y el sur de la Galia. Para que tengas una idea, esta calzada también pasaba por Barcelona (Barcino) y Girona (Gerunda). Pues en los alrededores de la antigua Tarraco, la calzada también se convirtió en un escaparate para algunas obras ‘propagandísticas’ de las élites romanas. La más cercana es la Torre de los Escipiones (acceso por N-340 a 6 kilómetros de Tarragona) un monumento funerario que, por error, se atribuyó históricamente a esta importantísima familia. Puedes aprovechar la excursión (o si vas de ruta hacia Barcelona) para dar un paseo por el Bosque de la Marquesa, un denso pinar costero que esconde preciosas calas de arena blanca y aguas habitualmente tranquilas. El otro gran hito histórico de la antigua calzada es el Arco de Bara (N-340 a 20 kilómetros de Tarragona), un arco honorífico erigido por un importante patricio romano instalado en Tarraco (Lucius Licinius Sura) a finales del siglo I antes de la era cristiana.

Fotos bajo Licencia CC: Angela Llop; candi; VIATOR IMPERI; IMBiblio; Massimo Frasson; Magnus Reuterdahl; Tomàs Badia Navarro

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