Pequeña guía de Elba: el dulce destierro de Napoleón

Costa de Elba. El bosque mediterráneo llega hasta la orilla del mar.

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A pocos kilómetros de la costa italiana del Mar Tirreno hay siete pequeñas islas que forman el Archipiélago Toscano. Según dicen, fueron el fruto de un accidente. Cuando Venus Tirrénica salió del mar rompió su diadema. De ella se desprendieron siete perlas que, al contacto con el agua, se convirtieron en este pequeño mundo de peñas, bosques y playas en el que sobresale, por extensión y renombre, la famosa Elba. A muchos les sonará el nombre por Napoleón. Cuando el emperador francés sufrió sus primeras grandes derrotas (Leipzig, en 1813, y el fracaso de dominar España), fue desterrado a esta isla en la que permaneció apenas nueve meses. Pero dejó una importante huella. Dicen que durante su ‘breve reinado’, Napoleón ordenó roturar tierras para aumentar la producción agrícola, mandó a construir un teatro y muchos kilómetros de caminos. La huella del Emperador se puede rastrear en dos lugares inevitables de cualquier visita: El Palazzo dei Mulini de Portoferraio (Salita Napoleone, sn; Tel: (+39) 0565 915 846), donde se ha instalado el Museo Nacional de la Residencia Napoleónica, y la Villa de San Martino (Via di San Martino; Tel (+39) 0565 914 688). En ambos sitios podrás ver objetos, documentos y obras de arte relacionados con la costa pero intensa estancia del personaje. Pero Elba ha jugado papeles aún más importantes a lo largo de la historia. Y, además, es un lugar muy bonito para visitar. Pese a su pequeño tamaño (224 kilómetros cuadrados), cuenta con un centenar de playas (algunas de ellas impresionantes); tiene una capital (Portoferrairo) con bastante que ver; pueblos bonitos; restos arqueológicos interesantes y una naturaleza hermosa.

¿Cómo llegar a Elba? El puerto de conexión con la costa toscana es el puerto de Piombino. Las empresas Toremar y Moby lo conectan con las localidades de Cavo, Portoferraio y Rio Marina. El billete por persona ronda los 12 euros y embarcar el coche cuesta unos 50 (16 euros una moto). También hay una conexión con el puerto de Bastia (Córcega –Francia-) operado por Corsica Ferrys. ¿Cuándo es mejor ir a Elba? Mejor decir cuando es mejor no ir. La última quincena de julio y agosto es la temporada alta en la isla y ésta se llena hasta los topes. Las mejores opciones para disfrutar de buen tiempo y no ser presa de las aglomeraciones son los meses de mayo, junio y las dos primeras semanas de julio, septiembre y octubre. ¿Cuánto tiempo vamos a Elba? Intenta pasar al menos dos noches. La isla es pequeña y manejable, pero tiene muchísimo que ver. ¿Es posible visitar la isla en transporte público? Se puede. La Compañía Toscana de Transporte (muy puntual) mantiene varias líneas de autobuses en la isla y ofrece la Elba Card válida para todas las rutas durante un día (10 euros) o seis (25 euros).

Que ver en la isla de Elba.- La visita puede empezar por su capital, Portoferraio y sus alrededores. El nombre lo dice todo. Puerto del Hierro. Esta pequeña bahía al resguardo de los vientos peligrosos fue la principal entrada a la isla desde tiempos remotos y hoy sigue siendo, con permiso de Cavo y Rio Marina, la principal puerta de entrada y salida. Porteferraio es, pese a su pequeño tamaño, una ciudad monumental. Y también un lugar bonito que aúna un entorno precioso y un casco histórico muy coqueto. Toda la ciudad está protegida por un sólido cinturón de murallas del siglo XVI y tres fortalezas: Forte Stella, Forte Falcone y Forte Inglese (ya un poco alejado del centro). La villa a intramuros es un verdadero laberinto de callejuelas con un indudable sabor mediterráneo. Ya te hablamos de la residencia de Napoleón. Justo al lado está la Iglesia de la Misericordia (Salita Napoleone, sn; Tel: (+39) 0565 918 785) y junto a la punta que cierra el extremo oriental de la bahía la Villa Romana de la Linguella (Piazzale della Linguella, 5; Tel: (+39) 0565 944 024), una antigua casona del siglo I que contaba con sus propias termas y que quedó sepultada por las fortificaciones medievales y posteriores (alucina con el torreón renacentista que guarda esta parte del puerto). Junto a estos restos se encuentra el Museo Arqueológico de Punta Linguella. En la orilla opuesta los romanos construyeron otra gran casa: la Villa delle Grotte (ver mapa).

Una de las cosas que asombran al viajero cuando visita este lugar es su entorno. Más allá de Forte Inglese, la ciudad se convierte en una sucesión de pequeñas villas que se confunden con el bosque mediterráneo. Y después están las playas. Sólo Portoferrairo presume de más de una treintena entre grandes arenales y pequeñas calas. Pero si hay que elegir, nosotros te recomendamos darte un paseo por Punta Capo Bianco, una meseta elevada cubierta de bosques que culmina en cantiles preciosos. Aquí tienes dos de las mejores playas de la isla: Capo Bianco a la izquierda y Padulella a la derecha. En ambos casos tienes arenas blanquísimas, aguas transparentes y colores turquesas. Otro lugar de costa cercano a la capital que merece la visita (y un chapuzón) es el entorno de Capo di Enfola, una estrecha península cubierta de pinares que culmina en una sucesión de preciosas calas y algunas playitas medianas. Este lugar es uno de los más bonitos del Parque Nacional del Archipiélago Toscano (aquí podrás visitar uno de sus centros de interpretación).

Camino a las alturas.- Una de las características de la isla es su poderosa orografía. El Monte Cappane se eleva a un poco más de mil metros de altitud (1.019 para ser exactos) a apenas un par de kilómetros de la línea de costa. Una buena manera de acercarse a la cima de Elba, para darse cuenta de lo abrupto de su geografía, es desde Marciana Marina, un bonito pueblo pesquero a los pies del cerro. Desde aquí, la carretera serpentea hacia arriba hasta Marciana, uno de los pueblos más bonitos y auténticos de la isla. Este pequeño montón de casas apiñadas en una ladera tapizada de bosque mediterráneo tiene el honor de ser la población más antigua de Elba. Tanto que tiene su propio castillo (la estupenda Fortaleza  Toscana) y un minúsculo museo cívico arqueológico (Via del Pretorio, 66; Tel: (+39) 3467 694 260) con una buena colección de objetos con especial protagonismo de piezas etruscas y romanas. Muy cerca de aquí se encuentra la terminal del teleférico (en realidad unas pequeñas jaulas para dos personas) que sube hasta el Capanne. Si prefieres darle a la patilla, el sendero que sube hasta la cúspide isleña parte desde Poggio. El camino tiene una longitud de 3,8 kilómetros (ida) y un desnivel de 508 metros. No es difícil.

Las joyas de la costa sur.- El sur isleño es una sucesión de cabos y bahías en las que las pequeñas calas y algunas grandes playas ocupan los poquitos lugares en los que la costa no se encuentra con el mar a través de cantiles en los que abundan las cuevas marinas. Calas muy bonitas, por cierto (Fetovaia; delle Piscine –unas piscinas naturales alucinantes-; Palombaia, Fonza…). Un buen lugar para ver este trozo de costa agreste es Punta Poro. Esta zona de Elba guarda, también, algunas huellas de origen español. La isla fue parte del imperio hispánico durante algunos siglos y se convirtió en un punto estratégico de gran importancia para defender los intereses de España en el Tirreno. Felipe III mandó fundar Porto Azzurro a principios del siglo XVII para dotar a la isla de una base naval acorde con las necesidades de la Armada española. De esa época es el impresionante Fuerte de Santiago (en su interior hay una muy bonita iglesia barroca del mismo nombre). Otra huella española en la zona es el Santuario de Nuestra Señora de Monserrat, al que se accede tras un breve tramo de preciosa carretera de montaña (el emplazamiento del santuario es impresionante y merece mucho la pena ir a verlo). Porto Azzurro no es la única joya de la zona. A dos pasos está Capoliveri, del que dicen es el pueblo más bonito de Elba (y también el mejor ejemplo de urbanismo medieval).

Y terminamos en la mina… Decíamos al principio del reportaje que Elba jugó un papel muy importante en la consolidación de culturas como la etrusca y de un estado de la talla de Roma. Las minas de hierro y plomo de Elba fueron muy importantes desde la Antigüedad hasta hace muy pocas décadas. Las minas a cielo abierto se acumulan en el extremo oriental de la isla y no es difícil toparse con estos impresionantes agujeros. Un recurso que había que defender. Ya te hemos hablado de muchas fortalezas. Si vienes a esta parte de la costa desde la capital aprovecha para hacer una parada en Castello del Volterraio (fortaleza pisana del siglo XI) que no sólo es interesante de ver sino que ofrece unas buenas panorámicas. El Parque Minero (Viale delle Rimembranze, 58; Tel: (+39) 0565 962 088) ofrece conocer una de estas grandes minas desde dentro (ésta está en activo desde hace más de 3.000 años).

Fotos bajo Licencia CC: Enrico Razzetti; Roberto; magnetismus; Ruben Felgenhauer; Alehins; Manuele Facciotti

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