Karlovy Vary; una excursión desde Praga a la ciudad balneario más bonita de Chequia
La consolidación de Praga como uno de los destinos urbanos más importantes de Europa tiene como contrapartida que muchos no van más allá de la capital de Chequia y se pierden un país repleto de ciudades bellísimas y encantadoras. A poco más de una hora en tren del centro de Praga, por ejemplo, hay una pequeña ciudad en la que hay mucho qué ver y hacer. Hablamos de Karlovy Vary, uno de los destinos de salud más importantes de Europa durante el siglo XIX y principios del XX. Las fuentes de Karlovy Vary (trece principales y más de un centenar de afloramientos menores) emergen desde el interior de la tierra a través de varios geiseres que empujan hacia arriba grandes cantidades de agua ferruginosa a una temperatura que va desde los 73 hasta los 40 grados centígrados. No es ésta una excepción en Bohemia ya que Karlovy Vary forma, junto a Mariánské Lázně y Františkovy Lázně el llamado triángulo balneario de Bohemia Occidental. Estas ciudades forman parte del listado del Patrimonio Mundial de la Unesco junto a otras ciudades similares de Europa. Porque al albor de las aguas surgieron complejos sanitarios, alojamientos, infraestructuras, iglesias…. En el caso de Karlovy Vary hablamos de un importante patrimonio arquitectónico que abarca un periodo de tiempo que va desde dl siglo XVII al XIX.
La ciudad fue fundada a mediados del siglo XIV por Carlos IV de Bohemia cuando en una partida de caza se topó con las fuentes de aguas termales. Pero fue en el XVIII cuando el lugar se convirtió en el balneario preferid de la aristocracia y la clase alta del país: y la ciudad se pobló de palacios, pabellones fastuosos, fuentes monumentales y una industria anexa de vasos de spa, jarritos de cerámica y porcelana ricamente decorados para tomar las aguas. Lo primero que tienes que hacer al llegar aquí es acercarte a alguna de las tres columnatas de la ciudad (Columnata del Parque – Zahradní, 1-; Columnata del Molino -Mlýnské nábř- y Columnata del Mercado -Tržiště -) y con tu vaso de spa ir tomando las diferentes aguas. El otro punto acuático capital de Karlovy Vary es el Pabellón del Hervidero (Divadelní nám, 2) un elegante edificio en el que puedes ver el famoso geiser que da fama a la ciudad. De aquí surgen unos 2.000 litros de agua por minuto a casi 73 grados centígrados.
Qué ver en Karlovy Vary, una ciudad imperial en todos los sentidos.- El centro de todo es el agua, pero el resultado del agua es piedra, madera, metal, mármoles, pan de oro, cristal de Bohemia… Aquí uno puede sentir aquella Europa decadente que disfrutó la élite del continente hasta que el turismo se democratizó. El edificio más importante de la ciudad es el Balneario Imperial (Mariánskolázeňská, 2), un fastuoso complejo que aúna hotel de lujo y spa histórico que data del finales del siglo XIX y que es una muestra del nivel de riqueza que vivió la ciudad hasta que las guerras acabaron con aquella Europa de pocos ricos, pero muy ricos. El edificio hoy es un centro cultural pero aún pueden verse sus salones, sus escaleras de mármol, sus habitaciones… Y también los propios baños; incluido el que era de uso exclusivo del Emperador Francisco José I de Austria, el esposo de la Emperatriz Sisi.
Desde aquí puedes pasar junto a la Estatua de Carlos IV y cruzar el Río Teplá por alguno de sus puentes para recorrer el Prado Antiguo (Stará Louka). Aquí, a orillas del río, están las casas y palacetes más importantes y bonitos de la ciudad. Este es el corazón histórico de Karlovy Vary y sus antiguas posadas, cafés y hospedajes nos traen ecos de varios siglos de historia: Goethe, Casanova, Pedro el Grande, Freud, Bach, Beethoven, Kafka, Chopin… Hay tres lugares especialmente interesantes. El Café Elefant (Stará Louka, 30), que fue el centro social de la ciudad en sus mejores años; el Hotel Jesenius (Stará Louka, 36) y la llamada Casa de la Reina Hermosa (Stará Louka, 40), una casona del siglo XVIII donde puedes ver unos curiosos relieves con la efigie de la Emperatriz María Teresa.
Una Viena en miniatura.- Los habitantes de Karlovi Vary alardean de la belleza de su ciudad asegurando que está más cerca de Viena que de Praga (aunque en realidad la capital austríaca está casi cuatro veces más lejos que la preciosa cabeza de Chequia). El mismísimo Lecorbusier llegó a decir que la población era como una pastelería por la acumulación de buena arquitectura. El otro centro patrimonial junto al Prado Antiguo es el eje que forman las calles Vřídelní e Ivana Petrovice Pavlova. La antítesis de Stará Louka (ya que ocupa la orilla opuesta del Río Teplá) está plagada de ejemplos notables de arquitectura academicista: si el Prado Antiguo es un ejemplo de los mejor del XVIII, esta parte del río lo es del XIX. Tampoco faltan los grandes edificios religiosos: justo en frente de la preciosa Plaza del Mercado (Tržiště) está la espectacular Santa María Magdalena (nám. Svobody, 1), que se construyó en la época de pleno apogeo del barroco centroeuropeo, y en la otra punta de la ciudad nos encontramos con San Pedro y San Pablo (Krále Jiřího, 2), una curiosa construcción ortodoxa al más puro estilo ruso que pone de manifiesto la importancia de los pacientes eslavos en los buenos tiempos del ‘turismo’ balneario. Y para que no falte el toque vienés no puede faltar un teatro a la altura con un telón diseñado por el mismísimo Gustav Klimt.
Subir hasta el mirador de Diana.- El tren cremallera que sube hasta el Mirador de Diana tiene su estación de ascenso en el número 121 de la calle Mariánská. Es una máquina vetusta pero bellísima. Y el recorrido aunque apenas es de un par de minutos también te sumerge en un bosque tupido de paredes casi verticales. Llegar hasta Diana no sólo te va a dar la oportunidad de ver la ciudad desde las alturas: también el antiguo Hotel Myslivna (Sovova stezka). El edificio data de finales del XIX con mucha historia. Dicen que su restaurante era de los lugares preferidos por la Emperatriz Isabel (Sisi). Bajando desde aquí hacia la calle Petra Velikého podrás ver fastuosas villas y hoteles de porte aristocrático que recuerdan aquella edad de oro de las aguas de Karoly Vary.
El mejor cristal de Bohemia y el licor checo por excelencia.- Otros dos lugares recurrentes que ver en Karoly Vary tienen que ver con dos verdaderos mitos checos. La fábrica de cristal de Bohemia Moser (Kpt. Jaroše, 43) fabrica sus famosas copas y jarras desde principios del siglo XIX siguiendo modelos de producción tradicionales. La fábrica posee un pequeño museo y un tour que permite ver como se sopla el mejor cristal del mundo. El Becherovka es un licor que se elabora mezclando las aguas ferruginosas de la ciudad con una mezcla secreta de 20 hierbas, diferentes especias y raíces de la zona. En el Museo Josef Becher (T. G. Masaryka, 282) puedes conocer la historia de este licor que se ha convertido en uno de los iconos del país (y terminar la visita con una cata).
Visitar el Castillo de Loket (acceso por E-49).- A pocos kilómetros de Karlovy Vary nos topamos con el precioso pueblo medieval de Loket. El monumento más importante de la población es el Castillo Medieval –Hrad Loket- (Zámecká, 67), una fortaleza que tiene su origen en el siglo XIII y que cuenta con una zona original románica y añadidos góticos (es uno de los castillos mejor conservados de todo el país). Esta fortaleza fue sede de la corte de los reyes checos durante siglos y guarda una importante colección de piezas artísticas e históricas (incluida una exposición bastante truculenta en las mazmorras que no conviene ir a visitar con niños). La ciudad es encantadora y cuenta con un casco urbano repleto de caserones burgueses de porte monumental y algunos grandes monumentos como la Iglesia de San Wenceslao (Kostelní, 14) que parece sencilla cuando la ves por fuera pero que es una verdadera locura de decoración barroca en su interior. Aquí también puedes ver el curioso Museo de Copas de Spa (Sobotova, 10) vinculado a Karlovy Vary en el que se exhiben más de 3.000 de copas de cerámica para beber las aguas que recorren un tramo de historia que va desde el siglo XVIII hasta 1970.
El Palacio de Sokolov (Zámecká, 2 –Solokov-).- Otra joya histórica de primera magnitud a menos de media hora en coche desde Karlovy Vary. Este castillo se edificó en el siglo XIII pero la fisonomía actual es de carácter renacentista, siendo uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de este periodo histórica en la Bohemia Occidental. La fortaleza, que también cuenta con añadidos barrocos, es la sede del Museo Solokov, un totum revolutum en el que caben la historia minera de la localidad, una colección de artes decorativas o un pequeño museo ferroviario. Para los que tengan tiempo y ganas, otra opción muy cerca de Solokov es la Mina de estaño de Vilém (Cínová, 408 -Krásno-Horní-), un pozo que se abrió para satisfacer las demandas de estaño durante la Primera Guerra Mundial. Ya que andas por Sokolov aprovecha para ver la Iglesia de San Jacobo (Staré nám, 1) y la bonita Plaza Vieja de Sokolov (aquí puedes encontrar varias fuentes monumentales y un bonito conjunto urbano con las típicas casitas bohemias pintadas de color pastel).
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