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Pedro Vega y Josefina Camus: el matrimonio de 'La Pirenaica' que combatió el franquismo desde el exilio

Pedro Vega y Josefina Camus en 1975.

Irene Sainz Oria

Santander —

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La voz de Pedro Vega fue una de las últimas que surcó las ondas de La Pirenaica (Radio España Independiente), creada en 1941 por el Partido Comunista de España (PCE), con sede primero en Rusia y, desde 1955 hasta 1977, en Rumanía. La emisora clandestina, bajo la dirección de Ramón Mendezona, contó durante sus últimos años en activo con la participación del cántabro al micrófono y de su mujer, Josefina Camus, en la redacción.

Camus siguió a su marido al exilio en 1973, hace ahora medio siglo. Vega, dirigente estudiantil y miembro del PCE, y otros tres compañeros de Magisterio en la Universidad de Santander (José Antonio Pati Alonso, Víctor Gijón y Victoriano Fernández) salieron de España después de que el régimen franquista solicitara penas de once años para los tres últimos, y uno más, doce, para el propio Pedro Vega. 

“Vivimos un exilio dentro del exilio. Fue muy duro”, relata Camus. “En Bucarest éramos clandestinos. Yo tenía a mi madre, a mi hermana, a mi familia en Santander y ellos no tenían ni idea de dónde estaba,  pensaban que seguía en París. Mandábamos las cartas a Francia y la organización del PCE las enviaba a España. Era una sensación de aislamiento muy grande”.

El que fuera después reportero en Diario 16 y Mundo Obrero falleció el pasado agosto, a los 72 años, en Barcelona. Sus compañeros de exilio Pati Alonso y Víctor Gijón, junto a Hilario González, otro de los más de 18 estudiantes que fueron detenidos en “la caída” de 1972, han organizado el homenaje que se celebró este viernes en la capital cántabra con el apoyo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Colectiva de Cantabria Desmemoriados. El acto sirve para recordar la trayectoria de Vega y rememorar aquel movimiento estudiantil que entre los últimos estertores de la dictadura franquista consiguió despertar a toda una generación.

“Pedro y yo éramos casi vecinos. Él vivía en San Celedonio y yo en la calle Sol, éramos de la pandilla. Nos casamos en 1972. Él acababa de salir de la Prisión Provincial de Santander, dónde había estado casi tres meses”, recuerda Camus. “Llegaba la época de exámenes y solicitamos que nos dejaran ir a examinarnos”, explica Pati Alonso. El Tribunal de Orden Público decidió imponerles entonces una fianza ­-“bastante alta, por cierto, pero que nuestros padres pagaron religiosamente”, incide Víctor Gijón- y dejarles en libertad provisional “para ahorrarse el espectáculo de llevar a la Escuela de Magisterio a unos estudiantes esposados”, remata también Gijón.

“Acabamos los exámenes y nos matriculamos ya en el año 1973, pendientes de la decisión del Tribunal de Orden Público. Unos meses después llegó la petición del fiscal de condena firme de cara al juicio: a Vega le pedían seis años por asociación ilícita y seis años por propaganda ilegal”, relata Alonso. “A Victoriano, a Víctor y a mí nos pedían cinco años por asociación ilícita y seis años por propaganda ilegal y a los demás les iban pidiendo tres, dos, un año de cárcel... Viendo el panorama que se avecinaba, nosotros cuatro decidimos marcharnos de España porque teníamos el apoyo del Partido Comunista de España, que nos proporcionó pasaportes falsos”, continúa Alonso.    

Cruzamos la frontera tranquilamente con pasaportes falsos, aprovechando que era Semana Santa y había mucho tráfico

Víctor Gijón Periodista y militante socialista

“Eso se puede contar ahora, pero no entonces”, añade Gijón. “Cuando nos presentamos en la oficina francesa de Refugiados y Apátridas les dijimos que habíamos pasado por el monte. No se lo creyeron, claro, pero tampoco tenían mucho interés en investigar. En realidad, cruzamos la frontera tranquilamente aprovechando que era Semana Santa y había mucho tráfico de gente”. Camus también estaba afiliada al PCE, pero no estudiaba en la Escuela de Magisterio: “A mí no me detuvieron porque me marché de Santander y cuando vinieron a casa no estaba. Tampoco me volvieron a molestar. Es cierto que no pertenecía a la misma célula, al mismo grupo, digamos”.

“Una vez en París nos concedieron el asilo y allí estuvimos hasta que murió Franco”, declara Alonso. “Y seguimos militando en el PCE. Yo trabajé en una fundición de la CGT francesa y Victoriano en una fábrica de muebles”. Pedro Vega pasó por la Escuela de Cuadros del PCE y de ahí fue enviado, junto a Camus, a La Pirenaica. Víctor Gijón trabajó en el Comité de Solidaridad con España (CISE). 

“Entre febrero y marzo de 1976 regresamos muchos de los que estábamos en París después de negociar con el entonces ministro de Asuntos Exteriores, José María de Areilza, y el embajador de España en Francia, Miguel María de Lojendio”, detalla Gijón. Pedro Vega y Josefina Camus tardaron un poco más en volver desde Rumanía porque allí la situación “pintaba diferente”, prosigue el que fuera después militante socialista y también periodista en Cantabria. 

“Nosotros no salimos de allí a todo correr nada más morir Franco porque el PCE quería que la emisora siguiera abierta. Cuando se decretó la amnistía pudimos volver y aparecimos en Santander sintiéndonos un poco bichos raros. Nosotros, porque la gente no sabía ni dónde habíamos estado, sobre todo los que terminamos en Rumanía”, describe Camus.  

“Pedro tenía preparación, le gustaba escribir, el periodismo, y en la emisora había cogido soltura”, afirma la santanderina. Vega inició su trayectoria en España como corresponsal en la comunidad autónoma para Diario 16. Camus, por su parte, comenzó a estudiar Enfermería en el Hospital Valdecilla en la capital cántabra. “En el año 78-79 nos fuimos a Madrid porque el periódico Mundo Obrero, del Partido Comunista, pasó a ser diario -antes era un semanal- y llamaron a Pedro para ser jefe de Política nacional”.

Aquello no duró mucho, Mundo Obrero volvió a ser semanal en 1980 y ahí Vega comenzó a hacer colaboraciones e inició la escritura de Los herejes del PCE (1982), junto al también periodista y doctor en Historia Peru Erroteta, a quien Vega y Camus conocieron en Bucarest. También emprendió, junto a Fernando Jáuregui, el trabajo de investigación que culminó en la publicación en 2017 del volumen Crónica del antifranquismo 1939-1975. Todos los que lucharon por devolver la democracia

Movimiento “disruptivo” 

Pati Alonso, que de vuelta a España desarrolló su trayectoria laboral como profesor en Cantabria; Víctor Gijón, que fue corresponsal de El País, director de Alerta, fundador de El Norte y portavoz del Gobierno socialista en la capital cántabra en los años 90-91; Victoriano Fernández, que trabajó en la compañía Froxá, donde fue portavoz del comité de empresa, y el citado Pedro Vega, estuvieron en la raíz del movimiento estudiantil que respondió a la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa de 1970, impulsada por José Luis Villar Palasí, ministro de Educación.

Centramos nuestras críticas en el sistema educativo y eso fue el caldo de cultivo de asambleas, reuniones y alguna huelga

José Antonio 'Pati' Alonso Profesor jubilado

“Era una norma que introducía cambios pero no rompía del todo con las leyes franquistas de Educación anteriores”, apunta Alonso. “La Ley Villar Palasí hablaba un poco más de libertad de conciencia, pero seguía siendo parte de un régimen autocrático y autoritario. Nosotros centramos nuestras críticas en el sistema educativo y esto fue el caldo de cultivo de asambleas, reuniones y alguna huelga”, rememora Alonso.

“La reforma legislativa tenía muy buenas intenciones, pero no solucionaba el tema de la formación del profesorado. Había tantas asignaturas que las sobrevolábamos”, apostilla Gijón. “Por ejemplo, en Historia de la Pedagogía llegábamos hasta Santo Tomás de Aquino, más o menos, tampoco avanzábamos mucho más y no había interés en que lo hiciéramos. La Institución Libre de Enseñanza y Fernando de los Ríos eran un mero pie de página con letra tan pequeña que hacía falta lupa para verla. Además, mantenía las clases de Formación del Espíritu Nacional (FEN) con el mismo valor que el resto”. 

El también empresario Víctor Gijón, creador del conglomerado de medios Grupo Digital 2006, considera que en aquella época “hubo momentos realmente disruptivos”, como la creación del seminario de Historia de España “con la complicidad de una profesora magnífica, Ángeles Íñigo, que fue el alma mater del proyecto. Se celebraba los sábados por la mañana en la Escuela de Magisterio y la asistencia era masiva. En él tratamos libros de historiadores que aún estaban prohibidos en España: Paul Preston, Hugh Thomas, Tuñón de Lara, etcétera”.  

Muchos de aquellos libros salían de El Puntal, la librería del historiador y escritor José Ramón Saiz Viadero, “a la que las cristaleras le duraban una semana o diez días antes de que se las pintaran o se las rompieran otra vez”, apostilla Gijón. El Puntal y la librería Hispano-Argentina, por ejemplo, “tenían trastienda”, recuerda Alonso, y se convirtieron en puntos de referencia para el grupo. Otro espacio neurálgico fue el Cine Club Caminos, al que se sumaban los clubs juveniles que ellos mismos crearon en la calle Canalejas -“Canalejas 25 Street, lo llamábamos”, dice Alonso- o en la Cabaña de Los Pinares, así como las actividades organizadas por otros grupos como la Revista hablada La Rueda, de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).

Detención y torturas 

Tras la “gran caída” de 1968, cuando el régimen franquista prácticamente desmanteló el movimiento de oposición sindical y político en Cantabria, las Juventudes Comunistas continuaron con las reivindicaciones a través de publicaciones clandestinas. Cuatro años después, el grupo de Magisterio comenzó a caer en cadena porque encontraron un listado, con nombres de guerra, de los que habían participado en la última difusión de panfletos y así les fueron deteniendo. 

“A base de malos tratos y torturas -a mí me apalearon en la comisaría de los bajos de la Plaza Porticada de Santander-, fuimos firmando las declaraciones que nos llevaron a la cárcel. Pero no solo maltrataban a los que íbamos por temas políticos, torturaban a todos. La policía franquista no se andaba con chiquitas”, recuerda Alonso.    

No solo maltrataban a los detenidos por temas políticos, torturaban a todos. La policía franquista no se andaba con chiquitas

José Antonio 'Pati' Alonso Profesor jubilado

“Todos pasamos por el mismo trance, de una manera o de otra”, atestigua Gijón. “También es verdad que las torturas que sufrimos, comparadas con lo que habían pasado los del 68, fueron, si se me permite la expresión, entre comillas, caricias”. En opinión del que luego fuera militante socialista, hubo dos factores que influyeron en ello: las denuncias que siguieron al “salvajismo” de la Brigada Político-Social con los trabajadores y el movimiento sindical y el hecho de que ellos eran “hijos del régimen, clase media”, no eran “obreros, antiguos republicanos huidos y retornados o militantes comunistas que habían estado en la Guerra Civil”.

Lo normal era que las detenciones empezaran por abajo y fueran subiendo hasta los supuestos máximos dirigentes de la organización. “En nuestro caso, por una serie de circunstancias, empezaron por arriba, quizá porque estábamos creídos de que éramos inmortales e intocables”, relata Gijón. “Cuando fueron tirando para abajo y los demás nos denunciaban -que era lo normal, porque se delataba al que ya estaba implicado- nosotros ya estábamos en la Prisión Provincial, en teoría, a salvo”, continúa. 

“Entonces hubo un intento de excarcelación para volvernos a interrogar, pero nos adelantamos y con la ayuda de los abogados conseguimos sacar una octavilla donde contamos cómo habíamos sido tratados en la comisaría. Se repartió por toda la Universidad de Cantabria y provocó tal conmoción que desistieron”. 

Homenaje a una vida 

Ahora, muchos años después, y tras el fallecimiento de uno de los ‘cabecillas’ de aquel movimiento estudiantil que combatió los últimos años del franquismo en Cantabria, se rinde homenaje a toda una vida de compromiso político, la de Pedro Vega. “Estamos entusiasmados con este acto, que se ha ido agrandando más allá de los amigos”, explica Josefina Camus, acompañada de sus hijos, Elisa y Adrián Vega. 

Camus y Pedro Vega, -que luego fue jefe de prensa del exdiputado Miquel Roca durante la llamada Operación Roca, aquel intento de crear un partido liberal y centrista, el Partido Reformista Democrático (PRD), que terminó en fracaso, así como director de comunicación del Grupo Agbar-, se separaron hace tres décadas, pero siempre mantuvieron una relación cercana.

El homenaje, en el Salón de Actos del Colegio Cisneros de Santander, ha repasado la trayectoria de Vega en ese contexto de movilizaciones estudiantiles en la ciudad, la actuación policial que desembocó en la detención de una veintena de estudiantes y el papel de órganos como el Tribunal de Orden Público en el régimen franquista, a través de testimonios personales, la proyección de audiovisuales y las actuaciones en directo del músico y compositor Paco Gijón y del grupo Acanto.

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