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Sobre este blog

Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Vida de hoy, vida de antes

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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

En uno de esos maravillosos artículos que está firmando Diego Cobo en este mismo medio, el que nos habla de Fidel González, el rabelista de Proaño, se puede sentir casi en carne propia lo que era 'la vida de antes'. Una vida, seguro, a menudo muy dura, entre vacas, pastos, inviernos fríos y madrugones cotidianos, pero una vida, en el caso de Fidel, en la que se impuso su pasión por la madera y, entre otras artes o artesanías, llámesele como se quiera, la construcción de rabeles que él mismo tocaría y a cuyo son, incluso, ha cantado y aún canta. Fidel ha gozado de un lujo del que pocos pueden disfrutar hoy, con un mercado laboral despiadado y una ética del trabajo indecente: ha faenado en tareas de esas que uno, que una, entiende, y cuyo fruto y utilidad se puede incluso tocar con las manos en un mundo en el que, a golpe de esfuerzo, creatividad y constancia, podía uno, podía una, aspirar a una vida mejor en cualesquier profesiones.

Y comparo la vida de Fidel con la de tantas personas que conozco y que padecen trabajos alienantes hasta límites insoportables. Teleoperadores, televendedoras, repartidores de comida a domicilio o esclavas de la llegada a tiempo de nuestros paquetes, esos y esas que tienen que repartir a más velocidad de lo que una jornada normal y un cuerpo —con su correspondiente alma— aguantan, y si no llegan, además de la cantinela de la productividad entonada por el supervisor de turno —en masculino, que en muy pocas ocasiones es mujer—, tienen que aguantar la estupidez espoleada por la incontinencia de clientes con ética y personalidad Amazon capaces de indignarse hasta el cabreo porque no han tenido en casa en 24 horas exactas su air fryer de oferta: ni que estuvieran pidiendo el antídoto a un veneno. De ciudadanos pasamos a ser clientes, y hoy somos clientes, además, egoístas y hasta infantiles, con niveles de exigencia acordes a un consumismo que nos está robando la humanidad y nos está convirtiendo en caricaturas de seres humanos.  

De ciudadanos pasamos a ser clientes, y hoy somos clientes, además, egoístas y hasta infantiles, con niveles de exigencia acordes a un consumismo que nos está robando la humanidad y nos está convirtiendo en caricaturas de seres humanos