En España proliferan dos cosas: viviendas turísticas y centros de datos, que son los grandes almacenes de toda la actividad digital y de la Inteligencia Artificial. El consejero de Industria del Gobierno de Cantabria, Eduardo Arasti (PP), ejerce de promotor del proyecto privado de uno de ellos: el campus tecnológico Altamira, que ocupará 636.000 metros cuadrados entre los municipios de Piélagos y Villaescusa, en una iniciativa que ha sido declarada como “proyecto estratégico” de Cantabria.
La primera semana de septiembre lo presentó ante los asistentes al curso organizado por la patronal del sector de la industria tecnológica digital en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), el foro de referencia que reúne a las empresas más importantes, para convencerles de que invirtiesen en él y tratar de generar oportunidades de negocio. A la vez, allí avanzó públicamente que el campus tecnológico Altamira podría albergar también un centro de supercomputación cuántica en Cantabria.
Más allá del verbo intensamente condicional, todo el relato destilaba optimismo. Pero en realidad, el centro de proceso de datos es todavía una idea sobre el papel que no tiene garantía de lo más sustancial: la corriente eléctrica que necesita para funcionar. Los accesos a la red son limitados y están muy cotizados.
Al anunciarse el proyecto, el consejero de Industria y el representante de las cuatro sociedades mercantiles que se han ido sucediendo al frente de la iniciativa vinculadas a Stoneshield, Javier Ibáñez, no dieron importancia a esta cuestión, que conforme avanzan los meses se plantea como un obstáculo vital que necesita una inmediata resolución.
Arasti aseguró, en un primer momento, que el centro de datos se enchufaría sin ningún problema a la subestación eléctrica de Penagos que estaba “infrautilizada”, aunque reconoció que había que solicitar autorización del Ministerio correspondiente. Pero la realidad es que la central de Penagos está a pleno rendimiento y no le sobra energía para alimentar la voracidad eléctrica del macrocentro que se proyecta, que también contaría con placas solares para contribuir a generar una cuota de energía propia.
Aún así, las autoridades políticas insisten en que el centro de datos cántabro “no es como los demás”. Este, aseguran sin aportar más información, no necesitaría consumir grandes cantidades de agua para refrigerarse -según el consejero, porque en Cantabria no hace mucho calor- ni mucha electricidad.
Arasti aseguró en el Parlamento que esta instalación consumirá “menos energía eléctrica que cualquier otro centro de datos de España” y que se pondrá en marcha a través de una solución eléctrica “muy sencilla” que no implica ningún gasto al sistema. Dicha “solución” irá ligada a la subestación eléctrica de Penagos, “un nodo eléctrico robusto y preparado para acoger grandes demandas de energía”.
Al tiempo, reconoció que se necesita que el Ministerio para la Transición Ecológica incluya en la Planificación de la Red de Transporte de Energía 2026-2030 dos nuevas posiciones en esta subestación. Un trámite que veía “factible” porque “no implica ningún gasto al sistema eléctrico español ya que será sufragado por el promotor”.
Comienzan las dificultades
No obstante, ahora todo parece más complicado de lo que se enunció en un principio. Siete meses después de la euforia inicial el proyecto sigue en el aire. Las últimas gestiones, por el momento, no han dado sus frutos. El centro de datos Altamira consumirá 500 megavatios cuando estén ejecutadas en su totalidad las tres fases y en las dos primeras la necesidad será de 100 y 200 megavatios, respectivamente.
Por ello, el Gobierno de Cantabria pidió al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) que aprobase “cuanto antes” la Planificación de la Red de Transporte de Energía Eléctrica 2026-2030 para que nuevos proyectos empresariales e industriales interesados en instalarse en la comunidad autónoma lo hagan definitivamente. Pero la decepción llegó hace unas semanas: el Ministerio no ha incluido esta petición en el plan de suministro energético nacional. La Consejería de Industria ha anunciado que retirará su petición a través de las alegaciones que se resolverán en diciembre.
Pero la cuestión es que la burbuja de los proyectos de centros de datos que proliferan por todo el territorio español complican el aumento del suministro eléctrico. En este momento, las peticiones de energía extra que el Ministerio tiene sobre la mesa triplican los megavatios actuales, lo que complica atender a todos los requirimientos. No hay oferta eléctrica para tantas solicitudes.
Aval de la Universidad de Cantabria
En las últimoas semanas, además, se ha conocido la existencia de un informe de la Universidad de Cantabria avalando el proyecto que se presentó cuando aún no estaba hecho. Fue en julio, cuando el consejero de Industria compareció ante la prensa con un representante de la empresa promotora, Javier González, CEO de XDC Properties, filial de Stoneshield Capital: un fondo de inversión propiedad de los empresarios Juan Pepa y Felipe Morenés. A su derecha estaba también el vicerrector y catedrático de Arquitectura y Tecnología de Computadores de la Universidad de Cantabria (UC), José Luis Bosque. La convocatoria se hizo para presentar los resultados de un estudio entonces inexistente que, al parecer, dos meses más tarde ha llegado al Gobierno de Cantabria.
En esa ocasión, Arasti también insistió en otra cuestión polémica que ha generado protestas en otras zonas del país donde ha surgido un fuerte rechazo a la construcción de centros de datos: la necesidad de un consumo de grandes cantidades de agua. La propia Universidad de Cantabria explicó que el centro de datos Altamira “no es como los demás”, que supuestamente no se necesita agua para refrigerar la instalación dado que la región cuenta con un clima que permite utilizar la ventilación natural por sus temperaturas suaves y sus elevadas precipitaciones.
Previsión de fases y plazos
El proyecto Altamira se desarrollará en tres fases, estará centrado en inteligencia artificial y desarrollo de cloud, y será “uno de los más grandes y avanzados de Europa”, que incorporará a Cantabria “a la revolución tecnológica que supone la transformación digital”.
La previsión es que las obras de la primera fase empiecen en enero de 2026, una vez que concluya la tramitación del Proyecto Singular de Interés Regional (PSIR), que ya está redactado y que el Gobierno espera aprobar en diciembre. El objetivo es que las obras de las fases dos y tres, que también se acometerán a través de un PSIR, comiencen en 2028, de manera que el Campus Tecnológico de Centros de Datos Altamira comience a operar en 2032 a pleno rendimiento, si encuentra para esa fecha dónde 'enchufarse'.