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Comienza una nueva legislatura en Castilla-La Mancha. Los ciudadanos han vuelto a dar su apoyo al PSOE y el presidente Emiliano García-Page ha confiado, de nuevo, en mí para seguir trabajando por la agricultura, la ganadería, la industria agroalimentaria y la política de desarrollo rural. Y ahora también, el agua.
Los pasados cuatro años han sido apasionantes. Un período en el que hemos conseguido, entre todos, con mucha cercanía y presencia en el territorio inmenso de esta región, que se incorporen 2.660 jóvenes a la agricultura, que la presencia y visibilidad de la mujer en el medio rural sea una realidad transversal, que aumente el número de agricultores profesionales, que se reduzca el paro en los asalariados del campo a la mitad que en 2015, que el enfoque LEADER en el trabajo de los grupos de desarrollo rural sea una realidad y un espejo para otras regiones, que las cooperativas agroalimentarias apuesten por la integración comercial o que se impulse la promoción de los productos de calidad regionales, entre otras muchas cosas.
También, en política forestal, espacios naturales y medio ambiente, los avances han sido importantes. El cambio de gestión en la empresa pública GEACAM, las líneas de ayuda para la conservación y explotación sostenible de la superficie forestal, apostando por las empresas forestales que vertebran nuestro medio rural, el impulso a los parques naturales con la reapertura de los centros de interpretación, la puerta en marcha del plan estratégico de educación ambiental, la modificación de la ley de caza, la conocida como ley 'antifracking' o la elaboracion de los planes de gestión de las zonas ZEPA, son también ejemplos de las mejoras logradas en los cuatro años pasados.
Y tres actuaciones, la Ley de Economía Circular, pionera en España, la Ley de Evaluación Ambiental y la ejecución de las actuaciones ya previstas en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, que van a cambiar la fisionomía de este espacio natural único y el modo de disfrutarlo, son cuestiones que están ya, entre otras, en el horno, a punto de ser una realidad. Espero con mucha ilusión la concreción de estos tres proyectos en los que tanto esfuerzo hemos dedicado.
Retos que nos ayudan a trazar la senda de trabajo de la Consejería que he tenido el honor de dirigir estos últimos cuatro años.
La acción política se apoya -así debe hacerlo siempre- en objetivos y retos, que hagan que el trabajo diario merezca la pena y generen motivación en los equipos de trabajo y en el personal de las Administraciones, que deben llevarlos a la práctica. En esta tarea, apasionante, nos encontramos ahora de cara a los próximos cuatro años.
Recientemente, en la presentación del viceconsejero de Medio Rural y de los directores generales esbocé los cuatro retos más importantes que tenemos en las materias competencia de la nueva Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, para esta legislatura: agua, reforma de la PAC y aplicación en Castilla-La Mancha, nuevo Programa de Desarrollo rural y política de alimentación.
La reforma de la PAC y el nuevo Programa de Desarrollo rural son áreas en las que hemos ido consolidando ideas, documentos estratégicos, ayudas o prioridades a lo largo de los cuatro años precedentes, con una línea de trabajo clara: reforzar el peso de la actividad agroalimentaria en la economía, diversificar la actividad en el medio rural e identificar e impulsar a jóvenes y mujeres como imprescindibles para el futuro de nuestros pueblos. Hemos llevado la acción política de la teoría a la práctica, concretando actuaciones que han tenido su efecto directo en el medio rural. Es el momento de avanzar en políticas para los próximos años, que nos permitan alcanzar mejor los objetivos ya establecidos.
La política de alimentación, integrando en la cadena alimentaria a la restauración, la distribución y los consumidores. Es una novedad, por lo que supone de enfoque global de la cadena, con el objetivo de concienciar a los consumidores de la importancia de la agricultura, de los productos de nuestra tierra y de los valores intrínsecos a una alimentación saludable, que siga las pautas de consumo de la dieta mediterránea.
También debe servirnos para hacer región, en sentido estricto, construir la realidad de Castilla-La Mancha -lo que hemos trabajado de punta a punta de la región estos años-, para que todos los castellanomanchegos sientan como propios los excelentes productos de nuestra tierra. En una Comunidad Autónoma necesitada siempre de elementos de identificación y vertebración, la agroalimentación puede ser un buen elemento de sentimiento común y de proyecto colectivo. En realidad, nada representa mejor a Castilla-La Mancha, que sus 44 denominaciones de origen o figuras de calidad, que, en su apellido, hacen que viaje el nombre de nuestra región o de sus pueblos (Mancha, Alcarria, Almagro, Manchuela, etc) a todos los rincones del mundo.
Pero, sin duda, es el agua el reto más importante. El que supone la mayor motivación para mí y el que nos debe permitir dar un salto cualitativo como región. Intentaré explicarlo.
El territorio de Castilla-La Mancha lo ocupan siete cuencas hidrograficas distintas, Duero, Ebro (ambas en la provincia de Guadalajara); Tajo, Guadiana, Júcar, Segura y Guadalquivir (esta última, en las provincias de Ciudad Real y Albacete). Los ríos más importantes y más caudalosos de España. Los ríos son, desde que el hombre comienza a hacerse sedentario, allá por el Neolítico, fuente de atracción, riqueza y prosperidad para todas las civilizaciones, contribuyendo, de manera primordial, al establecimiento de la población. Hoy, de alguna forma, lo siguen siendo. La agricultura y la ganadería, la industria, y el sector servicios necesitan de la garantía de acceso al agua, para su desarrollo y consolidación. Sin agua, no hay inversiones, sin ellas, no hay empleo y actividad económica. Y así, no hay pueblos y territorio con futuro.
Castilla-La Mancha es una región paradigmática en esta cuestión. Políticas de fomento de polos de desarrollo económico durante la dictadura, que priorizaron, entre otros territorios, la costa mediterránea, garantizando el agua a través de una obra gigantesca, el Trasvase Tajo-Segura, para facilitar el recurso imprescindible para la agricultura y el turismo de sol y playa, despoblaron el interior y arruinaron la esperanza de futuro de muchos de nuestros pueblos. Es cierto que también se priorizaron otras áreas de desarrollo, como Madrid o el País Vasco, menos dependientes del agua, pero una buena metáfora de lo que sucedió es que la población, la gente, se fue con el agua. El trasvase del Tajo al Segura se llevó a la gente con él. Y así, hasta hoy. El trasvase, ejemplo excelente de política del agua que prioriza la obra frente al medio ambiente y el desarrollo económico veloz frente a la sostenibilidad social, económica o ambiental, de los territorios.
Es el momento de ampliar horizontes. De enfocar la política del agua como una prioridad estatal, de hacer partícipes a todas las Administraciones en su planteamiento, planeamiento y gestión -respetando el espíritu de la Constitución de 1978 y la estructura Administrativa del Estado-, de cumplir a rajatabla las Directivas Comunitarias y la normativa ambiental… queda mucho por hacer.
Mas allá de la reciente sentencia del Tribunal Supremo que obliga a cuantificar primero, y respetar después, los caudales ecológicos del Tajo -y de todos los demás ríos- en la planificación hidrológica, o de los trasvases mensuales -haya o no necesidad-, consecuencias de un infame Memorándum del Tajo que, en la práctica, prioriza a la cuenca receptora frente a la cedente -contraviniendo un principio básico de la normativa en materia de agua-, es momento de soluciones audaces y pactos entre todos los territorios. Y también, entre todos los objetivos -económicos y ambientales fundamentalmente, pero también sociales, entre ellos, la obligada apuesta por afrontar el reto demográfico en la España interior-, que confluyen en el agua.
Castilla-La Mancha va a estar a la altura, trabajando para buscar soluciones, apoyando la financiación para la puesta en marcha de las desaladoras en el Levante, la modernización de regadíos -aquí y allí-, y garantizando el agua para consumo humano allí donde sea necesario. Vamos a seguir siendo los más solidarios, pero vamos a hacer propuestas para modificar el Memorándum y para que se cumplan los requisitos medioambientales, entre ellos, la depuración y los caudales ecológicos en nuestros ríos. En definitiva, vamos ser muy activos. No es casual la inclusión de la palabra “agua” en el nombre de la Consejería, por primera vez en la historia de la región.
Y vamos a pensar en la preservación de los humedales de la Mancha, incluidas las Lagunas de Ruidera y las Tablas de Daimiel, en el Alto Guadiana, en mejorar la eficiencia en el riego y economizar agua. Haciéndolo compatible con el desarrollo de la agricultura y de la industria agroalimentaria ligada a ella, que hace de esta comarca de La Mancha, la más poblada de la región. Y esto pasa, evidentemente, por regularizar los pozos de los agricultores profesionales con los que se comprometió en su momento la Administración. Y, después, desbloquear la situación para que los jóvenes agricultores puedan acceder, de manera sostenible, al agua para que sus explotaciones tengan futuro.
Y también, de forma prioritaria asumo la interlocución con las Confederaciones del Júcar y Segura, donde Castilla-La Mancha tiene mucho que decir. Nuestra agricultura vinculada al agua en estas dos cuencas es cada vez más competitiva y rentable y genera más empleo. Y hay muchos temas pendientes -algunos desde hace décadas- que afronto con toda la ilusión y en los que seguro iremos de la mano de la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental del Júcar, y de la Plataforma de Regantes y Usuarios de la Cabecera del Segura.
No quiero olvidar al resto de regantes, entre los que debo citar a expresamente a los que esperan el agua de la presa del Castillo de Montizón, en el Campo de Montiel, en la cuenca del Guadalquivir. Todos ellos serán prioritarios para la Consejería, y para el Gobierno en su conjunto.
Y todo lo haremos de la mano de la Federación de Comunidades de Regantes de Castilla-La Mancha, que une a los agricultores de la región, recientemente creada y de la que me siento especialmente orgulloso.
En definitiva, un reto apasionante, de los que merecen la pena, y de los que seguro nos van a motivar cada día. Y, detrás del trabajo diario estarán los regantes de la región, el medio ambiente, todos los usuarios del agua y, al fin y al cabo, los anhelos de una tierra que sabe que para tener un futuro, el agua es el bien más preciado.
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