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Eliminación de la violencia, un reto social

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El aumento de la violencia en nuestra sociedad constituye un problema sumamente grave que exige una adecuada respuesta y un compromiso responsable de los representantes por parte de los diversos sectores de la comunidad. La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y dolorosas del mundo.

Estimamos que la educación debe centrarse en la consolidación de valores básicos y principios éticos para la vida de las personas y de la sociedad en la que se vive. En la actualidad, nos enfrentamos a un problema social que precisa una respuesta holística, generando actitudes de tolerancia, respeto y participación democrática en el marco de los derechos humanos.

Es preciso recordar que la mayoría de las personas que tienen conductas agresivas en la infancia suelen convertirse en adultos violentos. Por tanto, la educación para la tolerancia, la paz y la solidaridad desde la más temprana edad constituyen la mejor herramienta para la prevención de la violencia, en sus diversas manifestaciones. Esta tarea debe constituir un esfuerzo conjunto, en el cual los padres, los docentes y la sociedad en general desempeñen un papel activo y colaborativo.

La violencia entre las personas persiste y sigue aumentando, por lo que combatirla requiere significativos esfuerzos globales y coordinados a nivel mundial. Actualmente, la tarea es cada vez más complicada, dado que las autoridades de las instituciones públicas y privadas, y del poder ejecutivo, legislativo y judicial, nos ofrecen claros ejemplos de violencia verbal y maltrato emocional contra el adversario político o persona que defiende planeamientos diferentes.

Un “incalificable contexto de virulencia verbal e incluso física”

Estamos inmersos en un incalificable contexto de virulencia verbal e incluso física. En efecto, las descalificaciones personales y las actuaciones de mobbing político y de las redes sociales que padecemos pueden estar incidiendo en la falta de respeto y el aumento de violencia, en todos los ámbitos.

Un año más, el 25 de noviembre de 2023, hemos celebrado el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que tiene su base en la Resolución 48/104 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se refiere a este tipo de violencia como todo acto que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer en el ámbito público o privado. Además, se incluyen las amenazas, la coacción o la privación arbitraria de la libertad. En consecuencia, reivindicamos un mundo sin violencia para todas las mujeres y las niñas, al tiempo que nos centramos en las personas más marginadas y desatendidas, entre otras, las personas mayores y del mundo rural.

El maltrato a una persona de edad constituye una violación de los derechos humanos. Este tipo de violencia se agrava cuando la víctima es una mujer y reside en zonas rurales. Según las escasas estadísticas que existen sobre este problema, en el último año, una de cada seis personas mayores de sesenta años sufrió algún tipo de maltrato en entornos comunitarios.

La violencia contra las personas mayores es un preocupante problema de salud pública que genera consecuencias sumamente graves

Además, los datos son particularmente alarmantes en las residencias de mayores y en los centros de atención crónica, donde dos de cada tres profesionales reconocen haber infligido algún tipo de maltrato en el último año. Efectivamente, la violencia contra las personas mayores es un preocupante problema de salud pública que genera consecuencias sumamente graves.

Como es conocido, las consecuencias del abuso y maltrato en las personas mayores son irreparables. En efecto, su salud se ve gravemente afectada y, a pesar de ello, los malos tratos son una de las formas de violencia menos estudiadas y apenas contempladas en los planes nacionales de prevención de la violencia.

Aprender a querer y respetar los derechos de otras personas es una responsabilidad individual, por lo que estimamos que no es apropiado atribuir toda la responsabilidad del fracaso a la sociedad. Razonadamente, hay que apreciar adecuadamente los valores y los derechos humanos como medida preventiva contra la violencia en cualquier ámbito y modalidad. Esta actitud debe impregnar toda nuestra personalidad y manifestarse en cada momento de nuestras vidas.

El aumento de la violencia en nuestra sociedad constituye un problema sumamente grave que exige una adecuada respuesta y un compromiso responsable de los representantes por parte de los diversos sectores de la comunidad. La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y dolorosas del mundo.

Estimamos que la educación debe centrarse en la consolidación de valores básicos y principios éticos para la vida de las personas y de la sociedad en la que se vive. En la actualidad, nos enfrentamos a un problema social que precisa una respuesta holística, generando actitudes de tolerancia, respeto y participación democrática en el marco de los derechos humanos.