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OPINIÓN

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Universitat de Barcelona

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El voto electrónico es una gran oportunidad, una gran ventana a las cosas nuevas. Por primera vez en mi universidad, la Universitat de Barcelona, ​​escogeremos rector mediante el sistema de voto electrónico. Lamentablemente, la razón hay que encontrarla en la situación de crisis sanitaria que vivimos y, también lamentablemente, si no hubiera sido por esta situación tan particular, no nos veríamos obligados a pasar del voto presencial al virtual. Esta, la votación electrónica, debe ser la normalidad a partir de ahora. 

Sea como sea, votar es un valor democrático ineludible. Es un valor universitario crítico. Se trata de mostrar el compromiso comunitario con el ejercicio del voto, sea el que sea, el candidato o candidata que sea y en el sentido que sea.

¿Significa esto que el hecho de votar está dentro del ADN universitario? Rotundamente sí. Si la misión de la universidad incluye la formación de una ciudadanía libre, informada y crítica. Para probarlo no hay mejor espacio que los procesos electorales universitarios, que deben ser transparentes, democráticos y participativos. Probablemente los y las estudiantes universitarios, en su mayoría jóvenes, son elecciones próximas, en el sentido que pueden estar mucho más familiarizados a esta modalidad de campaña y votación que en ningún otro evento electoral.

Esta es una magnífica ocasión para dar ejemplo de cómo es un proceso democrático de decisión. Ahora que tengo esta magnífica oportunidad, es el momento que quiero aprovechar para enviar este mensaje a los y las estudiantes universitarios: votar os hace más ciudadanos comprometidos con vosotros mismos, con la comunidad y, también, con la universidad.

Ser estudiante universitario no es fácil. Nada. Y no hablo de las dificultades académicas, que también. Planes de estudios demasiado fragmentados, con instalaciones que podían mejorarse, sumergidos en una complejidad burocrática que lleva a que cualquier trámite pueda convertirse, no siempre, en un laberinto, con prácticas anuladas, con clases virtuales, con información parcial, a veces hecha con un lenguaje muy poco amable, y una lista de cosas que ahora no es necesario mencionar. Ahora se les pide que voten como muestra de compromiso. No es de extrañar que sean reactivos al tema.

Por eso les pido que voten, que sean, que reclamen su derecho a que sean tenidos en cuenta. Este es el momento de expresar con hechos que no se puede gobernar la universidad pública utilizando los estudiantes como argumento y razón reiterada, cuando ni los escuchamos para tomar decisiones.

El resto de la comunidad universitaria está acostumbrada a estos procesos electorales. No siempre son agradables mientras duran, pero como ya he explicado anteriormente, la Universitat de Barcelona como comunidad sabe, al día siguiente del resultado, ponerse al servicio del nuevo equipo de gobierno. Así como en otros ámbitos todo es un griterío improductivo al margen de los resultados y acostumbramos a ver que todo el mundo gana con ningún respeto a la inteligencia de los electores, en la universidad sabemos perfectamente que la única forma de progresar es colaborar. Otro modelo nos lleva al fracaso y a la debilidad, lo que algunos saben aprovechar, cuando se da, para imponernos modelos y proyectos lejos de la realidad académica. No demos ninguna opción a la fragilidad, ¡votemos como ejercicio universitario!

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