Primero fue la eliminación de la entrada de la Senyera al Te Deum el 9 del Octubre. Después, se anunció la posibilidad de eliminar símbolos católicos de las capillas del tanatorio municipal, a lo que se sumó el apoyo al desfile republicano de las 'reinas magas' el pasado 3 de enero.
Estas son algunas de las polémicas medidas de ámbito religioso que ha impulsado el nuevo alcalde de Valencia, Joan Ribó (Compromís), en su intención de cumplir con la condición aconfesional de las instituciones.
A ellas, se ha unido ahora la eliminación de la tradicional cruz de mayo que, según ha denunciado el PP, viene instalando el Ayuntamiento desde los años 40 hasta ahora, independientemente del color político de los diferentes alcaldes que ha tenido la ciudad.
Al respecto, el concejal popular, Félix Crespo, ha criticado que “este gobierno tripartito es profesional en generar problemas que enfrentan a los valencianos, problemas que no han sido suscitados ni promovidos por los ciudadanos y que no deberían estar en la agenda de prioridades del alcalde”.
Por su parte, fuentes de Alcaldía han argumentado que el Ayuntamiento no ponde “emblemas propios de una religión concreta, simplemente respeta la aconfesionalidad del Estado”.
Además, han añadido que “al tratarse de una celebración arraigada en muchos barrios, el Consistorio ha colaborado con la organización del concurso de las Cruces de Mayo, por ejemplo, facilitando el transporte al jurado o poniendo a disposición de los organizadores un funcionario que hace las labores de secretario del jurado”.
El concurso de Cruces de Mayo está organizado por Lo Rat Penat y este año participan un total de 52 colectivos, la mayoría comisiones falleras, cofradías de la Semana Santa Marinera y parroquias.